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Hipertensión, la enfermedad silenciosa

La OMS dedica este domingo la conmemoración del aniversario de su constitución a la tensión alta, un problema que puede desencadenar enfermedades cardiovasculares y renales crónicas.

Hipertensión, la enfermedad silenciosa
Noelia Márquez

07 de abril 2013 - 05:03

La OMS dedica el Día Mundial de la Salud, que se celebra hoy, 7 de abril, a la hipertensión, una enfermedad silenciosa que puede generar insuficiencia cardiaca, hemorragias cerebrales y problemas renales severos, entre otros daños graves al organismo. Se estima que el 35% de los mayores de 18 años son hipertensos, cifra que se eleva al 40%, a partir de la cuarta década de vida y al 68%, a partir de los 60 años.

El envejecimiento, así como el estilo de vida y la nutrición, están estrechamente vinculados a la tensión alta. "Este problema aumenta a medida que la población envejece y por ello es un motivo de consulta relativamente frecuente", explica el doctor Mariano García de la Borbolla, cardiólogo en el Hospital Victoria Eugenia de Cruz Roja. Otro factor de riesgo es la obesidad y el sobrepeso. "En cuanto el paciente comienza a perder kilos la presión arterial desciende", añade este especialista. Cuando se superan los umbrales máximos de una presión arterial aceptable, "el enfermo comienza a sufrir daños en el organismo, principalmente en el corazón, los riñones y el cerebro", advierte el doctor García de la Borbolla. Al no presentar síntomas, los pacientes suelen descubrir que son hipertensos de manera tardía. Las revisiones habituales son por ello cruciales para controlar la tensión. "Para los hipertensos existe un amplio abanico de medicamentos para evitar que sufran secuelas por la tensión arterial alta", añade.

Uno de los efectos graves de la hipertensión prolongada es la enfermedad renal crónica. Con motivo del Día Mundial de la Salud, la Asociación para la Lucha contra la Enfermedad del Riñón (Alcer) celebra hoy las VII Jornadas de Salud Renal que cuentan con el doctor Javier Amor, especialista en Nefrología en el Hospital Virgen Macarena y profesor asociado de Medicina en la Universidad de Sevilla. "Las enfermedades renales crónicas han experimentado cierto aumento asociado a la obesidad, también entre los jóvenes", explica el doctor Amor, que centrará su conferencia en la vitamina D activa.

"La enfermedad renal crónica provoca que los riñones pierdan progresivamente, poco a poco, la mayoría de sus funciones, como son la capacidad para regular líquidos, para eliminar deshechos del organismo y para fabricar la vitamina D activa", explica el especialista en Nefrología. El organismo consigue la vitamina D a través de alimentos pero es en el riñón donde "se transforma en activa, es decir, en la hormona necesaria para conseguir el efecto positivo de esta vitamina", precisa Amor. Entre otras funciones, la vitamina D activa tiene la función de frenar la presencia en el organismo de otra hormona, la paratiroidea. Cuando los riñones afectados por la enfermedad renal no logran fabricar vitamina D activa los niveles de las hormonas paratoidea se disparan y comienzan a perjudicar al corazón, los huesos y las arterias. Es lo que se denomina hiperparatiroidismo.

Para frenar este problema "contamos con medicamentos de vitamina D activa que permiten evitar estas consecuencias y que están demostrando que además son beneficiosos para los enfermos renales incluso antes de someterse a diálisis", añade el nefrólogo. Al igual que el cardiólogo, el doctor Amor incide en la necesidad de que la población general se someta a análisis rutinarios para frenar a tiempo estos problemas.

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