Hermano Pablo: "A Benedicto XVI le tocó sufrir en el gobierno de la Iglesia"

Testimonio personal

El secretario personal del cardenal Amigo recuerda a Ratzinger como un "hombre De Dios" al que no le fue fácil "suceder a un ciclón arrollador como Juan Pablo II"

Pablo Noguera, junto al cardenal Amigo, luce la Medalla 'Pro Ecclesia et Pontifice' que le concedió Benedicto XVI
Pablo Noguera, junto al cardenal Amigo, luce la Medalla 'Pro Ecclesia et Pontifice' que le concedió Benedicto XVI / M. G.

Pablo Noguera Aledo tuvo la oportunidad de tratar con mucha frecuencia al papa Benedicto XVI en su condición de secretario personal del cardenal Amigo, fallecido la pasada primavera. Noguera conoció a Ratzinger cuando era cardenal y miembro, como don Carlos, de la Comisión Pontificia para América Latina. Ya de Papa, el cardenal Amigo y Pablo viajaron con frecuencia con el Santo Padre a los encuentro con la juventud y otras citas de importancia.

El papa Benedicto XVI y el cardenal Amigo
El papa Benedicto XVI y el cardenal Amigo

El día es proclive a una amplia y serena reflexión: "Siempre lo recordaré como un hombre de Dios que trasladaba la dulzura propia de un hombre en permanente relación con Dios. Te miraba a los ojos y te trasladaba a otra dimensión". "Era muy humilde, así lo recuerdo desde que era cardenal y estaba al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuando en sus minutos de descanso salía a pasear por la Plaza de San Pedro, era un viandante más. Le tocó sufrir en el gbierno de la Iglesia universal, mucho...Vivió momentos muy especiales en esa difícil tarea. Pero siempre se mantenía sereno, no te trasladaba problemas ni preocupaciones".

El hermano Pablo acompaña al cardenal Amigo por la Plaza de San Pedro en 2003
El hermano Pablo acompaña al cardenal Amigo por la Plaza de San Pedro en 2003 / Ruesga Bono

Pablo fue condecorado por el propio Benedicto XVI con la Medalla Pro Ecclesia et Pontifice por sus servicios a la Iglesia por medio de la asistencia permanente al cardenal Amigo: "Tras la reuniones con don Carlos, siempre tenía la oportunidad de saludarlo. Tenía el sentido del humor propio de los alemanes de Baviera, una zona muy alegre. Era de pocas palabras, pero sonriente. En cierta forma hablaba con la expresión propia de un hombre De Dios al que no le fue fácil suceder a Juan Pablo II, todo un ciclón arrollador en el mejor sentido de la expresión". Noguera recuerda cómo le gustaba definirse al propio Benedicto XVI: "Quedo ser un humilde viñador".

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