La Hacienda Ibarburu de Dos Hermanas entra en la Lista Roja del Patrimonio
La construcción, que es del siglo XVIII y está delclarada BIC, está expoliada, cuenta con desprendimientos y derrumbes en la mayoría de las techumbres.
La larga agonía de la Hacienda Ibarburu
La Hacienda Ibarburu, en Dos Hermanas ha entrado en la Lista Roja del Patrimonio de Hispania Nostra por su pésimo estado de conservación. Se trata de un edificio del siglo XVIII declarado Bien de Interés Cultural desde el año 2002. Sin embargo, su estado es ruinoso. Sufre expoliación activa, sin protección salvo una valla de alambres de mínima seguridad, rota en su mayoría, que no impide el paso al interior por desprendimientos de las paredes. Respecto a las techumbres de madera y tejas, aproximadamente el 70%, se han desprendido, debido a los numerosos incendios y robo de elementos arquitectónicos (columnas, arcos…) con tractores y coches de alta cilindrada. Estas deficiencias han hecho que Hispania Nostra tome la determinación de incluir este enclave en la Lista Roja, que en Sevilla cuenta ya con otros 18 monumentos.
El origen de la hacienda de Ibarburu, como ha informado Hispania Nostra, se halla en una heredad de viña y olivar del siglo XVII situada en el sitio de Varga Santaren, y que durante esa centuria estuvo en manos de varios propietarios hasta que recayó en el rico comerciante Brito Prato en 1672. Al concurso de acreedores de sus bienes compraría esta heredad, en 1702, el comerciante sevillano Lorenzo Ignacio de Ibarburu y de Bilbao por 28.300 ducados de vellón. A partir de esa fecha y en los años sucesivos, el nuevo propietario decidió llevar a cabo diversas obras y reformas tendentes a mejorar no sólo el plantío de la finca, sino también el caserío principal de la misma. El resultado fue la hacienda que hoy en día se puede admirar, que tomó el nombre de San Lorenzo de Miravalle en honor a su dueño, el referido Lorenzo Ignacio de Ibarburu.
Se trata de un edificio agropecuario denominado “hacienda”, construcciones típicas sevillanas en las que se almacenaba grano, maquinaria agrícola, animales, y en la parte superior acogía la vivienda vacacional de los propietarios. En los alrededores de esta, existen varia más rehabilitadas para uso turístico y hostelero.
En cuanto al edificio de la hacienda, es muy destacable su portada principal, del primer tercio del S. XVIII. Aparece dividida en dos cuerpos. El inferior está formado por un vano de medio punto enmarcado entre dos pilastras de orden toscano que sostienen un entablamento decorado con sencillas figuras geométricas. El cuerpo superior, por su parte, está constituido por una espadaña rematada por un frontón triangular. Bajo la espadaña se encuentra el nombre del predio. Muy a destacar es el patio de labor, un espacio de grandes proporciones, de planta cuadrada y con pavimento de piedra y ladrillo. En su centro se alza una fuente circular realizada en ladrillo, que en ciertas ocasiones se utilizó como abrevadero.
En torno al patio se organizan las distintas dependencias: vivienda de los caseros, las caballerizas, las naves para el ganado, las cocheras y las gañanías. Reseñables son las caballerizas, de planta rectangular, que están cubiertas por una techumbre de vigas de madera sostenidas por columnas de mármol con capiteles de pencas.
También la nave de la almazara, con su interesante viga de madera. Pero, sin duda alguna, la zona más sobresaliente del inmueble es la destinada a señorío, donde pasaban grandes temporadas los propietarios. De dos plantas, su fachada presentaba una doble arquería de arcos rebajados sobre columnas de mármol. También merece ser mencionada la torre-mirador (situada en ángulo) que posee planta cuadrada. En su segundo piso tiene un balcón en cada uno de sus frentes. Asimismo, en la parte posterior de la zona señorial existía un patio ajardinado de planta cuadrada con una pequeña fuente octogonal en el centro.
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