¿Sabías que el Guadalquivir cambió su curso por culpa de un rey visigodo?

Curiosidades de Sevilla

El cauce del río ha sido tanto una bendición como un gran problema para la ciudad a lo largo de su historia

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El paseo del río Guadalquivir
El cauce actual del río Guadalquivir / Juan Carlos Vázquez
B.O.

14 de noviembre 2022 - 08:20

El Guadalquivir ha sido desde tiempos inmemoriales la conexión sevillana con el mar, sus aguas acogen el único puerto interior que existe a día de hoy en España, pero también ha sido un problema para los sevillanos por la subida de sus aguas e inundaciones, por lo que se han acometido cambios para variar su curso y proteger la urbe. Sus aguas siguen a día de hoy siendo fundamentales para la ciudad de Sevilla, pero ¿sabías que antiguamente recorría el interior de lo que ahora es ciudad?

Dos nobles, una guerra y un río

La ciudad de Sevilla se asentó entre un brazo del río Guadalquivir y el arroyo Tagarete. Posteriormente la ciudad se iría expandiendo sobre el río hasta llegar a lo que es su cauce principal. Este primer trozo del río se fue secando con el tiempo e incorporándose a la urbe, pero hay una historia que también habla de la domesticación del recorrido del Guadalquivir por los hombres.

Esta historia transcurre en el año 583 y tiene como protagonistas a un padre y un hijo: Leovigildo, rey visigodo, y su descendiente Hermenegildo. Estos se encontraban entonces embarcados en plena guerra civil por cuestiones religiosas, Leovigildo profesaba la fe del arrianismo, mientras que su hijo se había convertido al catolicismo.

Durante esa guerra, Hermenegildo llegó a Sevilla, perseguido por su padre, cuyas tropas sitiaron la ciudad. Esto hizo que Hermenegildo pidiera ayuda al Imperio romano bizantino, que mandaron embarcaciones para romper con el asedio.

Esto llegó a oídos de Leovigildo, quien inició una maniobra para impedir que los bizantinos y sus barcos llegaran a Sevilla: cortar el agua del brazo del Guadalquivir (que no del cauce principal). Para ello, empleó sillares de Itálica, que cortaron el acceso del agua al cauce, secándolo, impidiendo la llegada de la flota auxiliadora y cambiando su curso para siempre.

Esta rama del río Guadalquivir pasaba por lo que hoy es el centro de la ciudad: la Alameda, Trajano y Plaza Nueva, para posteriormente desviarse por García de Vinuesa y llegar al cauce principal del Guadalquivir, desembocando a la altura en la que se encuentra hoy la Torre del Oro.

La historia, no tuvo un final feliz para Hermenegildo, quien tras aguantar un año de asedio en Sevilla, tuvo que seguir huyendo de su padre, pero que fue finalmente capturado y asesinado. Posteriormente, en el siglo XVI, sería canonizado por la Iglesia católica, convirtiéndose en santo y patrón de los conversos.

En épocas posteriores, la ciudad de Sevilla ha acometido nuevos cambios sobre el cauce del río Guadalquivir. Uno de los más recientes tuvo lugar durante la preparación de la ciudad para celebrar la Exposición Universal del año 1992. En este momento se incorporó la isla de La Cartuja a la ciudad, para lo que se eliminó el tapón de Chapina (donde hoy se encuentra el puente del Cristo de la Expiración) y fue trasladado a San Jerónimo.

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