Gran Sevilla: más coordinación pero sin una autoridad única
La Sevilla que crece
La conciencia de que hay que adelgazar la Administración aleja la idea de un gobierno para el área metropolitana, que afronta su tercera ola de expansión
El área metropolitana no se ha librado de un problema que es común en Sevilla a la hora de afrontar los grandes retos que implican poner de acuerdo a varios estamentos y ejecutar inversiones. Las administraciones han sido más prolíficas en el diseño de diagnósticos y planes que en llevarlo a cabo. La soluciones que necesita la zona han sido dispersas y han ido a rebufo de la realidad. A falta de un liderazgo firme que ponga de acuerdo a tantos actores -46 alcaldes, tres administraciones de ámbito superior, empresas y consorcios- no es previsible un cambio radical en los próximos años, aunque se avance en la coordinación servicio a servicio, como hasta ahora.
En 1999, residían ya en los 46 municipios que luego se incluyeron en el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla (Potaus) 1.337.851 personas. La referencia aún estaba en la ciudad, con más de 701.000. En los pueblos se concentraban 636.000. A partir de ese año se produjo el segundo salto. El primero fue antes de la Expo, que, según muchos, hubiera sido el momento adecuado para afrontar la planificación que evitara, por ejemplo, que los colegios del Aljarafe se llenaran de caracolas y se generaran los colosales atascos.
A pesar de la grave crisis que paró la construcción en 2008, la aglomeración de Sevilla tiene hoy 1.539.018 vecinos. Es la cuarta del país, detrás de las de Madrid, Barcelona y Valencia. El incremento ha sido de más del 15% en 20 años y ya hay bastantes más personas en el entorno -850.000- que en la capital, con 689.000 vecinos. El crecimiento ha sido exponencial en algunos municipios (en Espartinas, del 228%; del 136%, en Castilleja de Guzmán; en Palomares, del 134% y del 108% en Almensilla) y rozando a Sevilla hay dos ciudades que superan los 75.000 vecinos: Dos Hermanas, con 134.000, tiene más población que una veintena de capitales del país, y Alcalá, con 75.300, es mayor que siete. Su población ha aumentado en un 40% y un 32%, respectivamente, frente al decrecimiento del 2% de la capital.
Está previsto que ese trasvase de la capital a los municipios del entorno continúe, en una especie de tercera ola de crecimiento, por el encarecimiento de la vivienda en Sevilla, ahora por el boom turístico. Por su extensión, hay dos bolsas que pueden destacar sobre el resto: Entrenúcleos, en Dos Hermanas, con sitio para unas 18.000 viviendas más, y La Rinconada, donde también se unirán dos núcleos de población. Hay una zona sectorizada con capacidad para casi un millar de viviendas, y otra, tres veces mayor aún sin sectorizar, pero en ambos casos, el 70% de los inmuebles serán de VPO.
El citado Potaus, que se aprobó con Juan Espadas como consejero de Ordenación del Territorio, dejó dibujadas otras 20 áreas de oportunidad residenciales (no contabilizan en los límites de crecimiento para los PGOU) con capacidad para 50.000 viviendas más, aproximadamente.
Pese a los números, es difícil que los datos de incremento de población que se han producido hasta ahora se repitan, porque esta Sevilla metropolitana no escapa a la caída de la natalidad. Los descensos de ésta han estado por encima del 4% en el último año en Alcalá y Dos Hermanas, por ejemplo. En el área metropolitana ya había viviendas vacías y aumentarán, seguramente. Un incremento significativo de la población en el conjunto de la zona depende en gran medida de que esa tendencia en la natalidad, considerada un problema nacional, cambie o de que repunte la inmigración.
En este contexto, entre las grandes apuestas urbanísticas en los próximos años estarán el desarrollo de áreas logísticas y empresariales. Hay importantes bolsas en carga -Megapark en Dos Hermanas, donde va Amazon, o los centros logísticos en Carmona o en Utrera, entre otros-. Son precisamente las áreas de oportunidad productivas del Potaus las que están avanzadas en su tramitación. El documento contemplaba 25 de uso empresarial, nueve terciarias, ocho de uso tecnológico y cinco logísticas. Los intentos como alcalde de Juan Espadas -hasta ahora poco efectivos- de coordinar a los alcaldes han ido enfocados a captar inversiones y crear empleo, otro de los retos para la zona.
En cuanto a la idea de la Gran Sevilla -que se le atribuye a Francisco Toscano- seguirá sobre la mesa, pero más como concepto teórico que para articular alguna entidad cuando la tendencia es a adelgazar la Administración y no crear más estructuras. El que apostó claramente por una autoridad única fue José Antonio Viera, cuando fue secretario provincial del PSOE. Habló de un "gobierno propio", con capacidad de intervención en materias como transporte, movilidad, agua, residuos y vivienda y para propiciar la creación de áreas productivas, con la referencia de Lyon y Manchester. Pero no llegó a arrancar ni hubo tiempo de que surgieran detractores, por la caída en desgracia del político. Lo más probable es que se siga avanzando en la coordinación de servicios, a lo que ayudan las posibilidades de las smart cities y los programas de fondos europeos, como el Edusi (Estrategia de Desarrollo Urbano y Sostenible), que supondrán una importante inyección de fondos en el Aljarafe; Alcalá de Guadaíra; Mairena del Alcor, Carmona y La Rinconada, además de la capital.
La referencia es lo que ha venido ocurriendo, a trompicones, hasta ahora. El primer hito de esa coordinación de servicios se produjo en el año 2000, con el Consorcio Metropolitano de Transportes del Área de Sevilla, en el que se integran 45 localidades. Un reto para los próximos años es la integración del billete único con el Cercanías.
Durante esta misma etapa, en 2002 y con Alfredo Sánchez Monteseirín como alcalde, la Empresa de Aguas de Sevilla (Emasesa) pasó de ser municipal a metropolitana, lo que permitió a los alcaldes de los municipios que aportaban la mitad o más de la clientela y los ingresos entrar en el consejo de administración y en la toma de decisiones. El proceso no estuvo exento de resistencias. Como las ha habido para avanzar en la coordinación con otras empresas, como Aljarafesa. Otro de los objetivos es integrar los servicios de recogida y tratamiento de residuos urbanos. La Diputación trabaja en un plan director en ese sentido.
En 2007, la entonces consejera de Obras Públicas, Concepción Gutiérrez, impulsó con la Diputación un Consorcio de la Vivienda de los Vecinos del Área de Sevilla, con el objetivo de responder a la demanda de VPO con visión metropolitana. No gustó a todos. Se quedaron fuera todos los ayuntamientos gobernados por el PP y varios del PSOE. Terminó disuelto años después. La cobertura sanitaria para el Aljarafe llegó de la mano de una inversión privada, la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, y un hospital que la Junta convirtió en concertado.
En 2008, con el impulso del alcalde sanluqueño, Juan Escámez, como presidente de la Mancomunidad de Fomento y Desarrollo del Aljarafe, se auspició un servicio unificado del taxi en el Aljarafe, que funciona con dificultad. Coincidió con la inauguración del Metro y la crisis. Taxistas del Aljarafe interior se desplazaron a la primera corona y hubo enfrentamientos. Mairena, Bormujos y Tomares accedieron a la demanda de sus taxistas y salieron. Es otra de las cuestiones pendientes: la coordinación del taxi no sólo con Sevilla y el Aljarafe, sino con el resto de grandes núcleos metropolitanos.
El último intento por ordenar al menos la Gran Sevilla fue la citada aprobación por el Consejo de Gobierno de la Junta del Potaus, en 2009. La crisis financiera de la Administración hizo que se quedaran en el cajón todas las infraestructuras que recogía: 25 actuaciones adicionales a las previstas al Plan Metropolitano de Transportes, 149 kilómetros de plataformas reservadas o 40 intercambiadores de transporte. Nada de eso existe. Sólo, a duras penas, se han impulsado las conexiones con bici, sobre todo durante la etapa de IU en el Gobierno de la Junta.
Parece que la tendencia es dejar a un lado los proyectos más costosos y apostar por otros más realizables. Dos Hermanas, por ejemplo, va a poner una lanzadera de autobús eléctrico sobre la plataforma que se reservó para unir con travía el Metro y su núcleo principal y, en las últimas elecciones municipales, el PP ya ha hablado de la posibilidad de un trolebús (autobús con alimentación eléctrica con catenaria) por donde iba a ir el tranvía del Aljarafe. Lo importante es que las soluciones lleguen y la Administración asuma la realidad de un territorio que funciona como una ciudad única.
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