'Gorrillas' en Bami, bajo vigilancia
Vecinos y trabajadores comprueban que la mayor presencia policial en los últimos dos días ha logrado disuadir a aparcacoches ilegales que suelen coaccionar a conductores.
Virgen del Rocío, once de la mañana. Pese a las nuevas medidas para perseguir y terminar con la práctica ilegal de los gorrillas, los conductores que buscan un lugar para aparcar se topan con un hombre de unos 50 años indicándoles un espacio libre entre dos vehículos. Media hora después, este hombre ya no está. Un vehículo de la policía circula por la zona. Los vecinos lo conocen: "Los gorrillas se suelen esconder entre los coches o cuando ven aparecer a la Policía para, poco después, volver", explican dos mujeres que viven en Bami desde hace 40 años y que están hartas de todo lo que conlleva la presencia de estos aparcacoches ilegales: "Suelen orinar en la calle, nos amenazan y nos insultan si nos negamos a pagarles", lamentan.
Se trata de una coacción ya histórica a la que están sometidos los residentes de Bami que el alcalde, Juan Ignacio Zoido, se ha propuesto suprimir con nuevas medidas que pasan por una mayor presencia policial en la zona. Zoido anunció el pasado sábado que los agentes se incautarán de todo el dinero que lleven encima los gorrillas y los obligarán, al amparo de la ordenanza, a realizar trabajos para la comunidad cuando se declaren insolventes.
Junto a los vecinos, los vovis que tienen autorización municipal para trabajar como aparcacoche también son víctimas de las amenazas y de los insultos de los gorrillas. Manu Amar es rumano y desde hace más de un año trabaja en esta zona: "Cuando advertimos a los gorrillas, por ejemplo, que no indiquen los aparcamientos en doble fila, nos amenazan y nos insultan". Manu Amar conoce a los residentes de la calle en la que trabaja como aparcacoches: "Nos suelen ayudar mucho", dice. Este hombre recuerda que durante los últimos dos día ha disminuido la presencia de los gorrillas porque, según dice, "la Policía se pasa más" por esta zona. Él mismo ha denunciado varias veces altercados entre aparcacoches ilegales porque preferiría trabajar sin el temor de las amenazas de estos individuos. Idéntica es la situación que cuenta otro vovis, Kenhindl, un nigeriano que también trata de ganarse la vida en Bami. Tanto los residentes como los vovis esperan que las nuevas medidas anunciadas por el alcalde logren acabar de una vez con esta práctica ilegal.
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