Glorieta para gloria de Huelin, S.J.
calle rioja
Legado. En el segundo aniversario de su muerte, se inauguró una glorieta con el nombre del jesuita malagueño que durante 18 años ejerció su magisterio en el colegio Portaceli
DOS años después de su muerte, el jesuita Carlos Huelin (1940-2010) llenó de vida la glorieta que desde ayer lleva su nombre en el parque de la Buhaira. Glorieta de gloria para evocar la memoria y el legado de quien practicó una teología propia de Salgari o Stevenson. "Cerca de cuatro mil alumnos pasaron por sus manos, los piratas del padre Huelin". Así lo recuerda Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla, porque dos de esos piratas fueron sus hijos Juan Ignacio y José María, que estudiaron en el Portaceli salvo los dos años que su padre estuvo de delegado del Gobierno en Toledo.
Al homenaje acudieron sus hermanos Javier, Rocío, Georgina y Margarita Huelin, la estirpe de este malagueño que llegó al Portaceli en 1970. A este territorio que en la evocación de Guillermo Rodríguez-Izquierdo, Provincial de la Compañía de Jesús, fue de los moros que hicieron una laguna y un palacete que ya no existen, después de los dominicos y desde comienzos del siglo XX de unos jesuitas que intuyeron que por aquí crecería la ciudad. "Dicen que la calle Eduardo Dato la trazó un técnico del Ayuntamiento con el hermano Arbulu, un cura vasco".
Rodríguez-Izquierdo conoció muy bien a Huelin. Nacieron el mismo año de 1940 y se encontraron por primera vez el 2 de septiembre de 1956, cuando con 16 años entraron en el noviciado de El Puerto de Santa María, en esos jesuitas avanzados en los que estudiaron Juan Ramón, Alberti y Villalón. El actual Provincial de los jesuitas forma parte de la primera promoción de Físicas de la Universidad de Sevilla, donde enseñó Electricidad y Magnetismo.
La química del padre Huelin era enseñar a sus alumnos que todos eran iguales a los ojos de Dios. Uno de ellos, Arturo Candau, hizo un bello panegírico de su maestro, del profesor que les convidaba a un caramelo el día de su santo, que les regaba con la manguera los días de calor, que cuando hacían la comunión les daba una cruz sin crucificado "y nos llevaba a la montaña para decirnos que Dios es grande y el mundo pequeño".
Las hermanas Huelin no ocultaban su emoción por las muestras de cariño al cuarto de la saga. "Un verano estuve con él en la misión de San Juan de Pasto, en Colombia, y era impresionante su capacidad, lo que sabía", dice Carlos Huelin, hermano del jesuita, uno de los ocho hijos de Jorge y Georgina, los progenitores del jesuita.
Antes de descubrirse el rótulo con el nombre de la glorieta Padre Huelin, se concelebró una misa en la iglesia del colegio Portaceli. Toda la feligresía estaba tocada por el carisma del nuevo titular de ese espacio de esparcimiento. Los cuatro hijos de Jaime Villagrán, ingeniero de montes, y los cuatro de José Antonio del Barco, médico, estudiaron con el padre Huelin, se beneficiaron de su carisma. Uno de los hijos del médico, Francisco del Barco, es jesuita en Paraguay.
Fue "maestrillo" (la palabra es de su hermano) en Valencia y después vivió destinos en Málaga, Sevilla y la barriada almeriense de Piedras Redondas, amén de sus misiones en Colombia. El alcalde dijo que sólo falta "el barco pirata" para glosar la memoria de aquel capitán al que trató como profesor y formador de sus hijos. "¿Quién se puede olvidar de la rana Robustiana a la que se refería para explicar las parábolas del Evangelio?".
Guillermo Rodríguez-Izquierdo, el Provincial de los jesuitas, fue testigo a sus seis años, 19 de marzo de 1946, de la colocación de la primera piedra del colegio Portaceli. "En 1950, entre Semana Santa y Feria, se produjo el traslado desde Villasís". Y veinte años después se incorporó al claustro de profesores Carlos Huelin. En un contexto en el que abundaban las desigualdades. Junto al colegio se creó un aula para alumos del barrio sin escolarizar, una carencia que en los inicios del colegio afectaba a 23.000 niños en la provincia.
No hubo protocolo ninguno en el homenaje. Arturo Candau emocionó a los presentes con su nómina de protagonistas, en la que no faltaron el hombre de la copistería y el que barría el patio del colegio. Junto al alcalde, asistieron los ediles Pía Halcón, delegada del distrito, y Juan Bueno y la diputada autonómica Alicia Martínez.
Al alcalde le costó trabajo contener las lágrimas. En la capilla donde se recordó al padre Huelin se celebró el funeral por José María Zoido, el hijo del regidor de la ciudad que falleció en accidente de tráfico y ahora debe formar parte de la tripulación celestial del barco que capitanea el hijo de Jorge y Georgina. Zoido pidió a la Compañía y a la Fundación Loyola que sigan apostando por Sevilla. Y el Provincial animó a los niños a jugar en este espacio y conjugar los verbos de la gramática de Huelin: compartir, darse, convivir en paz.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por Alhambra
Contenido ofrecido por INDI & COLD