El Giraldillo goza de buena salud
patrimonio · La conservación de los cuerpos superiores de la Giralda
Los técnicos confirman daños en dos pararrayos y apuestan por colocar un contador para tener información precisa de las descargas · El Cabildo invitará a técnicos para examinar la veleta.
Un primer trabajo de observación realizado por los técnicos en la mañana de ayer permite concluir que el Giraldillo goza de un buen estado de salud. El equipo que dirige el arquitecto Alfonso Jiménez, maestro mayor de la Catedral, subió a lo más alto del alminar y comprobó que la Giganta no presenta ningún problema aparente ni de funcionamiento ni respecto a los materiales. Como ya avanzó este periódico, el Cabildo ha instalado un andamio para supervisar estos días el estado de conservación de los dos cuerpos superiores del alminar, lo que concede la posibilidad de realizar también un examen de la veleta, repuesta en su ubicación original en julio de 2005 tras la restauración practicada en los talleres del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH).
Este periódico acompañó a Jiménez y a los técnicos Agustín Santana (de la empresa Mariscal) y Pedro Escobar (de la empresa Joaquín Pérez) y fue testigo de este primer trabajo de observación realizado casi siete años después de la reposición de la veleta de Morel. Al Giraldillo no le falta ninguna pieza y sigue teniendo movilidad. Sí se aprecia, en cambio, que dos de los cuatro pararrayos resultaron dañados en la última tormenta del pasado otoño, por lo que serán reparados estos días. Alfonso Jiménez, que este año cumple 33 años de subidas a la Giralda para tareas de conservación, aprovechará el andamio para colocar un contador de rayos dentro de la cúpula y obtener información más precisa al respecto. El único problema de conservación, si cabe, es la abundante vegetación que ha aflorado desde 2005, que será eliminada. Los técnicos también han confirmado que no existen huellas de aves ni desperfectos apreciables.
Vídeo: Antonio Pizarro
El Cabildo invitará a los técnicos del IAPH por si quieren realizar una inspección in situ de la veleta. La restauración del Giraldillo se llevó a cabo entre 1999 y 2005 con un coste de 600.000 euros. Durante esos años coronó la torre una réplica que ahora se encuentra expuesta en el atrio de la Puerta del Príncipe de la Catedral.
La colocación de este andamio responde a que el órgano rector del templo quiere saber con precisión el estado de conservación de los dos cuerpos superiores de la Giralda después de que los pararrayos que funcionan a los pies del Giraldillo -junto al anemómetro de las características esferas- recibieran como ya se ha dicho una fuerte descarga en una de las tormentas del pasado otoño. Aquel rayo afectó a los sistemas eléctricos del templo, dejando inutilizados algunos de los videoporteros de seguridad instalados en los accesos a la Catedral.
El Cabildo Catedral quiere realizar esta labor en las zonas más altas de la torre para "tranquilidad de todos". Las dos partes que serán evaluadas se denominan el penacho y el cuerpo de las estrellas. Los técnicos tienen ahora que examinar tanto el estado de la piedra como del propio pararrayos. La instalación de los andamios, que comenzó ayer, y el programa de trabajo previsto están autorizados ya por la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía.
El Cabildo ya culminó en 2008 la revisión del estado de conservación de las azucenas -símbolo heráldico del órgano rector del templo- que dan nombre al patio del cuerpo superior de la torre. Estas cuatro piezas están realizadas en bronce por el taller de Fernando Marmolejo. Sustituyeron a unas anteriores que estaban trabajadas en hierro, un metal que las hacía mucho más vulnerables a los agentes meteorológicos. Aquella inspección no sólo sirvió para sacar conclusiones generales sobre el estado del alminar, sino también para practicar reparaciones menores como la restitución de elementos metálicos que hubieran podido desprenderse con el paso del tiempo.
El equipo técnico de la Catedral estudió a fondo el estado de cada una de las azucenas dentro de un programa de trabajo de cuatro años, asignando un año a cada una de ellas para que el presupuesto de conservación del templo metropolitano pueda afrontar el proyecto sin apreturas. La inspección de cada azucena supuso un mes y medio de trabajo para los técnicos. Cada azucena tiene un peso de 300 kilos y una longitud de 2,50 metros. Fueron instaladas en 1982.
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