La Giralda es una Torre de Babel
calle rioja
Las cifras apabullan. 170.000 alumnos. 7.000 profesores. Es el balance de los cuarenta años de Clic (Centro de Lenguas e Intercambio Cultural), que tiene presencia en Sevilla desde 1983, en Cádiz desde 2010 (una década antes, con presencia en Vejer) y en Málaga desde 2017. En la actualidad, estas tres escuelas de idiomas cuentan con un equipo de más de 160 personas de 15 nacionalidades. Ayer, en su sede de la calle Albareda (antigua Catalanes), abrieron sus puertas con una fiesta para celebrar una trayectoria tan fructífera.
Detrás de esas cifras, de esas cuatro décadas de enseñanza y aprendizaje, hay una aventura personal. El pionero, el visionario, se llama Bernhard Roters (Metelen, Alemania, 1954). Empezó a oír hablar de Andalucía cuando trabajaba con emigrantes españoles en la Agregaduría Laboral de la Embajada de España en Alemania, en Bad Godesberg. “También hablaban de Galicia, pero llovía mucho y me interesaba menos”. Un verano se fue a trabajar a Mallorca “y allí me hablaban muy mal de Andalucía. Me dije a mí mismo que tenía que ser muy interesante”.
Dejó Colonia, la ciudad en cuya catedral están enterrados los Reyes Magos (que cada tarde del 5 de enero desentierra el Ateneo de Sevilla) y llegó a Sevilla en 1981 “buscando el sur, con intención de quedarme un invierno”. Se enamoró perdidamente de esta ciudad y para sobrevivir se puso a dar clases de alemán. “El primer año, quince alumnos; el segundo, 55. Tenía que legalizar mi situación y monté algo por mi cuenta”.
En 1983 abre Giralda Center y en 1986 pone en marcha Clic, con la que va recorriendo distintos puntos de la ciudad: calle Santa Ana, Sor Ángela de la Cruz y desde 1998, Albareda. Cuentan con dos residencias de estudiantes en la fundacional calle Santa Ana y detrás de El Rinconcillo. Bernhard fue pasando el testigo. En 1989, el año que cae el muro de Berlín, nace Blanca Roters Coca. Su hija es en la actualidad directora general de Clic. Román Roters, su hijo varón, nace en 1996 y trabaja en Berlín.
Guilhaume García (Castelnaudary, Francia, 1984), puro mestizaje en ese nombre, dirige Clic Sevilla. Cuando nació, Bernhard ya estaba poniendo en marcha su sueño en Sevilla. Este aventajado discípulo es en su propia vida un ejemplo de intercambio cultural e idiomático. Sus abuelos españoles emigraron a Francia. Su padre nació en Villarreal (Castellón), y con tres años cruzó con su familia los Pirineos. Guilhaume nace en ese pueblo con castillo cerca de Montpellier. En la boda de una amiga en Chiclana conoció a Nieves, sevillana, la madre de sus hijos Carla y Liam.
Con su licenciatura en Filología Hispánica pensaba dar clases de español, pero en 2007, con 22 años, empezó en Clic como profesor de francés. “Tenemos todo tipo de alumnos. Entre los más curiosos, un domador de caballos chino que trabaja en El Rocío y está estudiando español”. En el Clic se imparten clases de español para extranjeros, inglés, francés, alemán, portugués e italiano. “Se dieron clases de chino y japonés, pero fue anecdótico”.
Las motivaciones son muy diferentes. “El que necesita un idioma para un examen oficial o por puro placer; al que se lo exigen en el trabajo. Hay mucha gente de paso que quiere conocer la cultura de la ciudad y piensa que además de los monumentos el idioma es una herramienta mucho más eficaz”.
El árbol del Clic tiene muchísimas hojas. Cada hoja es una fecha: en 1996 se adscribe a los créditos de Cambridge para formación de profesores, lo que llaman Celta y Delta; están integrados desde 1997 en International House, organización internacional de escuelas de idiomas; en 1999 se asociaron con el Instituto Cervantes, lo que suena a paces culturales con las huestes de William Shakespeare. Con las sedes en Sevilla, Cádiz y Málaga, están a orillas del Guadalquivir, el Atlántico y el Mediterráneo.
Por el centro de Albareda pasaron lady Gabriela Windsor, de la familia real británica, y Chelsea Clinton, hija del ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton. Y miles de aventuras personales o profesionales, como la de Pepe Mel, que se matriculó para perfeccionar su inglés cuando fichó para entrenar a un equipo de fútbol de la Premier. “Nuestra filosofía”, dice Guilhaume, “es que detrás de cada alumno hay una persona y si no llegas a la persona nunca llegarás al alumno”.
Buscan una formación integral en la que no se trata sólo de aprender una gramática o nociones de sintaxis. “El alumnado puede ir a un taller de cerámica, dar clases de flamenco o una muestra de arroces en la Escuela Superior de Hostelería, con la que llevamos colaborando treinta años”. Clic colabora con muchas empresas en el adiestramiento idiomático de sus empleados: el grupo Ybarra, Renault, con clases en la fábrica de san Jerónimo, o Decathlon.
El director de Clic Sevilla es aficionado a la naturaleza, cuida un huerto urbano. Su suegro era del Sevilla y socio de la caseta de una peña Sevillista. El domingo, el equipo de su familia política se enfrenta al Villarreal, el origen de su familia biológica. “Tengo un hermano que vive en la costa y mis padres viven cerca de los Pirineos”.
El intercambio cultural sigue siendo la contraseña, el ADN de esta escuela de idiomas en una ciudad con una calle Alemanes, una iglesia de san Luis de los Franceses y un Hotel Inglaterra. En la fiesta de cumpleaños actuó la soprano japonesa Sachika Ito, los cubanos Clave de Son amenizaron la cena-cóctel y hubo barra libre con la música de Free Soul Band.
Lo primero que hizo Bernhard Roters cuando llegó a Sevilla fue subir a una azotea y ver la ciudad desde lo alto. “Me pasaba el tiempo caminando por el barrio de Santa Cruz y el centro histórico viendo plazuelas, rejas y ventanas”. La ciudad le conquistó, primero de Sevilla y quinto de Alemania. En esta tarta de cumpleaños hay también tres miradas: la obra de tres pintores que participan en la exposición Tríptico, una iniciativa de Clic en colaboración con la Galería Magasé. Daniel Franca hace un recorrido aéreo por Sevilla; Juan Galán descubre el mundo íntimo de los patios sevillanos; y Patricio Hidalgo se sumerge en el vibrante universo del flamenco.
Decía el académico y lingüista Manuel Alvar que el español que cuajó en América fue el habla de Sevilla, el que aprendió la hija de Clinton y estudia el chino que doma caballos en El Rocío. El inglés que se aprende en el Clic de la calle Albareda es el inglés de Sevilla traído por un alemán de Westfalia y renovado por un francés de un pueblo con el castillo puesto.
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