El pabellón de Finlandia renace 30 años después de la Expo
El legado del 92 en la Cartuja
La Fundación Fidas devuelve a su origen un edificio ‘indultado’ tras la muestra
La obra marca una nueva etapa de proyección internacional
Galería gráfica de la intervención
Cuenta Marian García Font, arquitecta de la Fundación Fidas, que una antigua azafata del Pabellón de Finlandia de la Expo del 92 regresó hace poco a la Cartuja para mostrarle a su familia el lugar y que sus hijos los maravilló el olor a bosque. En realidad, tres décadas después, el conocido como edificio de La quilla sigue oliendo a alquitrán de carbón vegetal. Entrar en el inmueble que está rehabilitando la Fundación Fidas permite a quienes vivieron la muestra universal del 92 cerrar los ojos y viajar en el tiempo.
La sala expositiva ha recuperado su aspecto y elementos originales, que incluso se han mejorado, pues las intervenciones realizadas en los últimos 30 años han sido poco agradecidas. Y hoy luce como un espacio singular de alto valor arquitectónico, con una sorprendente acústica y potencial para acoger eventos de lo más variado.
Pero no hace falta entrar en el edificio para evocar la nostalgia, pues las obras que se acometen desde marzo en el exterior permiten redescubrir uno de los edificios más singulares, de hecho, es uno de los seis que fueron indultados tras la Expoindultados y que se mantienen vivos en la isla de la Cartuja y protegidos. Ello ha sido posible gracias al interés mostrado por los arquitectos sevillanos y la intercesión del entonces cónsul de Finlandia que permitió que el Gobierno finés vendiese por un precio simbólico el pabellón a la Fundación Fidas, que sólo pagó 25 millones de pesetas, lo que iba a costar desmontar y trasladar los edificios en 1993. Y hoy es el único que Finlandia conserva tras las exposiciones universales en las que ha participado, pues famosos pabellones como los de Saarinen (París 1900), Alvar Aalto (París 1937 y Nueva York 1939) y Reima Pietilä (Bruselas 1958), fueron demolidos. Probablemente, estos dos edificios singulares de la Cartuja son también el único exponente de la arquitectura de dicho país en el sur de España y continuará realizando su funciñon original: hacer que Finlandia sea conocida.
El proyecto, muy impactante, fue diseñado al principio de los 90 por cinco jóvenes que ganaron un concurso: Jääskeläinen, Kaakko, Rouhiainen, Sanaksenaho y Tirkkonen. Al ser entonces estudiantes tuvieron que contar con dos arquitectos para el proyecto básico y de ejecución. El éxito, para los finlandeses, era el concepto del pabellón, compuesto por dos edificios: La máquina y La quilla, que simbolizan la dualidad de la sociedad y la cultura finlandesas. El primero, un edificio de acero y cristal, representaba a la ciencia, la tecnología y la industria; el otro estaba revestido de madera de pino finlandés, ejemplo de la creatividad y armonía con la naturaleza. Ambos separados por un espacio que simula un famoso accidente geográfico de Finlandia, la Garganta del Infierno.
Una metáfora que los arquitectos sevillanos interpretaron a su manera: donde algunos vieron montañas y rocas, otros ven la semejanza con el entramado de calles de la judería de Sevilla y dos edificios, uno robusto y frío y otro más blando, sensible y con perfiles curvos, uno masculino y otro femenino que se dan protección con sus sombras.
El relato poético versionado por la arquitecta García Font abre las puertas a la visita desde el basamento de hormigón sobre el que están construidos los dos edificios del antiguo pabellón, donde se toma referencia de la rehabilitación puesta en marcha. “Treinta años después hacía falta una intervención pero hasta ahora no se ha podido acometer”, explica Alejandro Durendes, gerente de la Fundación Fidas que se dedica a la investigación y difusión de la arquitectura, que surgió por iniciativa del Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla y que desde su nacimiento tiene su sede en dicho pabellón, que ha mantenido con actividad en las últimas dos décadas. Básicamente La quilla se ha usado como zona expositiva y de formación y La máquina para la parte administrativa y de investigación.
La intervención, que se inició en marzo, ronda los 100.000 euros y ha permitido ya cambiar casi toda la piel del edificio de madera, un proyecto de Melchor Madrid que, aunque en un principio sólo se pensó aplicar en las dos fachadas más dañadas, se ha ampliado a las cuatro caras. La madera original se ha retirado y, a través de la empresa Atlanta de Valorización, se triturará y dedicará a biomasa o bien a incineración.
“Y ya tenemos prevista una segunda fase en La máquina con la finalidad, si no hay impedimento legal al estar el edificio catalogado con protección C, de cambiar por placas oxidadas de acero por una envolvente fotovoltaica que lo haga más sostenible y autosuficiente energéticamente”, explica el gerente confirmando también su adhesión al proyecto eCity Sevilla, que persigue convertir la isla de la Cartuja en un territorio cien por cien sostenible.
Veinte toneladas de madera de pino procedente de Suecia
Un total de 31,15 metros cúbicos de madera con un peso de 20.247 kilos. Veinte toneladas de láminas que forman la envolvente de La Quilla y que le devuelven una imagen más parecida a la original, al haber desaparecido las maderas ennegrecidas y deterioradas de pino finlandés virgen, pues en su día se colocaron sin tratar, al ser diseñado como un edificio efímero y pensado para su desmontaje en seis meses. Para la rehabilitación la madera iba a llegar desde Cuenca, pino silvestre español, pero al final la escasez de materia prima ha hecho que proceda de Suecia. Las láminas se han tratado en autoclave: se meten en una inmersión de cobre un mes, se sacan y se dejan secar para que suelten el cobre, lo que evita su posterior tratamiento, aunque sí han recibido una protección extra contra incendios obligada por normativa.
De momento, las obras en La quilla concluirán en otoño, si no hay contratiempo, y entonces se organizará un acto de inauguración, aunque el pasado junio ya se celebró uno en colaboración con la Embajada de Finlandia en España que permitió a dicho país reencontrarse con este legado y, de paso, abrir una puerta a una nueva colaboración que busca estrechar lazos comerciales entre España, y concreto Sevilla, y Finlandia. “El Gobierno finlandés no tardará en programar actos aquí”, apunta convencido el gerente de Fidas, que trabaja en otras colaboraciones para integrar al pabellón como parte de la ciudad, un espacio singular de gran valor que quiere proyectar su imagen internacionalmente y que aprovechará el 30 aniversario de la Expo el año que viene para iniciar esta nueva etapa.
Una gran ocasión para captar la atención e incluso organizar visitas para atraer a los que hicieron colas en el 92 y a los que ignoran esa arquitectura de vanguardia que permite hilar un relato de armonía y sostenibilidad muy oportuno en estos tiempos postCovid.
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