Francisco José Ortega, primer taxista de Sevilla que muere por coronavirus
De 61 años, deja una profunda huella en el gremio, que este jueves le rendirá homenaje
Era un asiduo de la parada del Hotel Macarena y llevaba toda la vida ejerciendo su profesión
Última hora del coronavirus en Sevilla
Francisco José Ortega, de 61 años, es el primer taxista de Sevilla que muere por coronavirus. Falleció este miércoles después de que enfermara unos días atrás. No tenía, que se supiera, ninguna patología previa. Deja viuda y dos hijos, y una profunda huella entre sus compañeros de profesión, que tienen previsto rendirle homenaje en las próximas horas.
Nacido en Alcalá del Río, Ortega sufrió muy joven la muerte de sus padres y fue un tío suyo quien lo crió y sacó adelante. Llevaba toda la vida trabajando en el taxi en la capital andaluza. Primero lo hizo para su suegro, que era el titular de la licencia. Al morir este hombre, el permiso fue heredado por su hija y finalmente se hizo cargo él.
El taxista frecuentaba mucho la parada del Hotel Macarena, donde sus compañeros todavía no podían creer que hubiera muerto. Rafael, vecino, amigo y compañero, ha explicado a este periódico que lo llamó el sábado para pasarle un par de servicios que él no podía hacer. "Estoy malo, Rafael, he tenido una mijita de fiebre. Fui al hospital y me dijeron que tenía una infección pulmonar, me dieron antibióticos y me mandaron a casa", fue la respuesta.
Rafael volvió a llamarlo el lunes. "Me dijo que se encontraba algo mejor, pero yo le notaba la misma voz ronca". Francisco José le pidió a su compañero que no saliera a trabajar. "Si me llamaste el otro día para mandarme un servicio, es porque estás saliendo y no puedes hacerlo tú. No salgas, por favor, y si no tienes remedio, hazlo bien protegido, ponte la mascarilla y los guantes", le rogó encarecidamente.
Fue la última conversación que tuvieron. El miércoles volvió a llamar Rafael y nadie contestó. Por la tarde, un compañero le comunicó que Francisco José había muerto. "Qué rato más malo pasé. Ha sido todo tan rápido", explica el taxista. Otro de los que los conocía bien es José Salvador Astasio, que hace unos días contó a este periódico cómo es el trabajo de un taxista durante la cuarentena, y que también solía trabajar en la parada del Hotel Macarena y que se emociona al recordarle.
Los dos taxistas coinciden en señalar la bondad de su compañero. Era una buena persona, dicen, y un excelente profesional, de los que honran cada día su profesión y que saben cuál es su sitio en todo momento. No en vano llevan décadas al volante y ahora trabajan para prestar el servicio público y esencial que es el taxi, fundamental durante el estado de alarma para garantizar que la gente que puede salir a la calle llegue a sus trabajos. Eso a pesar de que se hagan muy pocas carreras, de que se trabaje sólo uno de cada cinco días y del evidente riesgo de contagio.
En la parada del Hotel Macarena casi siempre coinciden los mismos taxistas. "Pepe, Benito, Manolo, Joaquín... Todos estamos helados", dice Rafael. Muchos de ellos también profesan la misma fe futbolística. Francisco José era un apasionado del Betis. Durante unos años, el equipo se concentraba en el Hotel Macarena. "Y cuando llegaba algún compañero le decía en broma que se quitara, que ya estaba ocupando el sitio del autobús del Real Betis Balompié", recuerda, con una sonrisa emocionada, uno de sus amigos.
Ahora, Francisco José estaba "muy ilusionado" porque se había mudado a otro piso, después de vivir muchos años en la barriada de Villegas. Le faltaban unos años para jubilarse y tenía ya planes para cuando llegara ese momento.
Los taxistas de Sevilla hicieron a las ocho de la tarde un acto de homenaje a su compañero caído. Se concentraron en la puerta de los hospitales y aplaudieron, como los ciudadanos desde sus balcones. La ovación sirvió para animar a los profesionales sanitarios, pero también, sin duda, para recordar a un taxista que estuvo en la primera línea de fuego.
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