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La Flor de Mi Viña, un bar con más de medio siglo de éxito en Sevilla

Aniversario

A sus 55 años, se convertido en uno de los negocios hosteleros de mayor calidad del centro de la ciudad

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El bar La Flor de Mi Viña cumple 55 años en Sevilla.

Seguro que han escuchado hablar de este bar por su ensaladilla rusa, una de las más famosas de Sevilla. Como ha referido este jueves el alcalde José Luis Sanz, se trata de uno de esos negocios que “hacen ciudad”. Afirmación realizada por el regidor minutos después de que se haya bendecido una placa cerámica que recuerda los 55 años de La Flor de mi Viña, un establecimiento situado en la calle José de Velilla y que algunos días registra colas, ya sea para comer en la barra o a mesa y mantel. Un triunfo al que respaldan años de trabajo de la familia Hijón.

Esta saga de taberneros tiene su origen en Francisco Hijón, quien regentaba varias tabernas de vinos en Sevilla. Su hijo Alfonso se inició pronto en esta actividad. A los 15 años abrió El Cangrejo, un bar situado cerca de la iglesia de Santa Catalina.

Fue en 1968 cuando inauguró La Flor de mi Viña. Lo hizo con su mujer, Visitación García. El matrimonio vivía entonces en Triana, donde criaron a sus ochos hijos, estudiantes de los Salesianos. Una orden a la que quedaron siempre vinculados y de la que hacen gala cada vez que se habla con ellos. Esta relación se afianzó a través de su tía materna, Salud García, que desempeñó durante muchos años el cargo de sacristana en dicho templo.

Un cambio de guion en 1992

Alfonso Hijón falleció en 1992, a los pocos días de acabar la reforma del bar actual y con tan sólo 53 años. Esta muerte obligó a sus ocho hijos a hacerse cargo de inmediato del negocio. Por él han pasado durante algún momento de sus vidas Alfonso, Adela, Curro, Valle, Boni, Gabi, Bibi y Nacho. Muchos de estos nombres se escuchan constantemente en José de Velilla. Ya sea a la hora del desayuno o del almuerzo. Los pronuncian los clientes habituales a la hora de pedir las viandas.

Es una de las cartas más demandadas en el centro de la ciudad, donde cada vez resulta más complicado encontrar tabernas con cocina casera, alejadas de la moda de gastrobares y de los negocios pensados sólo para turistas, en los que la mayoría de las veces los precios están por las nubes y la calidad, a ras de suelo.

José Luis Sanz y Visitación García descubren el azulejo conmemorativo de La Flor de mi Viña. / Juan Carlos Vázquez

Entre los manjares que salen de sus fogones deben destacarse los riñones al Jerez, el pollo al ajillo o la ensalada de arroz. Sin olvidar los guisos diarios que evitan extrañar la comida de casa, como lentejas, espinacas con garbanzos, las albóndigas de chocos o los famosos San Jacobos, que se sirven los jueves. No puede pasarse por alto la ensaladilla rusa, una de las más conocidas de la ciudad, de gran sabor y coronada por un tronco de melva. Al día se elaboran unas siete bandejas, de las que sacan unas diez tapas.

El "toque" de Carmen Ortega

En este éxito culinario adquiere especial protagonismo Carmen Ortega, la cocinera que desde hace 22 años trabaja con los hermanos Hijón y que ha sabido darle “ese toque especial” a los tapas y platos de este bar.

Más de medio siglo haciendo feliz el paladar de sevillanos y visitantes. Razón de más para que tal logro quede inmortalizado en una placa cerámica (obra de Rincón del Arte, costeada por el Grupo Viñafiel) que ha bendecido este jueves el padre Francisco, el párroco de los Salesianos de Triana. Un momento que ha contado con la presencia del alcalde y de varios concejales del Ayuntamiento, como Juan Bueno, Álvaro Pimentel y Amidea Navarro. La protagonista de este azulejo no podía ser otra, María Auxiliadora, la Sentaíta de Triana, que como ha afirmado Curro Hijón, “es la que nos pone firmes a los ochos hermanos”.

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