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La Fiscalía mantiene la prisión permanente para el presunto violador del parque por su "sadismo extremo"

La acusación reprocha la "brutalidad" del asesinato y que el acusado abandonara a la víctima y la dejara morir sin hacer una llamada anónima a los servicios sanitarios que podrían salvarle la vida

Francisco Morillo Suárez, el presunto violador del parque de María Luisa. / Juan Carlos Vázquez
Jorge Muñoz

12 de mayo 2017 - 13:00

La Fiscalía ha pedido este viernes a la Sección Primera de la Audiencia de Sevilla que imponga la pena de prisión permanente revisable para el presunto violador del parque de María Luisa, Francisco Morillo Suárez, al entender que con la agresión sexual y el posterior abandono de la víctima a su suerte "dio rienda suelta a sus instintos más sádicos" y cometió un "acto de sadismo extremo".

La fiscal Eva Mas ha solicitado igualmente al tribunal que, en el caso de que no acuerden esta pena de prisión permanente revisable, lo castiguen con una pena "en grado máximo", dado que, a su juicio, la conducta del acusado no merece una respuesta distinta.

La representante del Ministerio Público ha reiterado que la víctima fue "violada y brutalmente asesinada" y ha subrayado que la versión exculpatoria ofrecida por el acusado respecto a que las relaciones sexuales fueron consentidas "roza el límite del absurdo".

De otro lado, la fiscal ha rechazado que se haya roto la cadena de custodia de las pruebas biológicas que hay contra Francisco Morillo, cuyo perfil genético aparece en 20 de los 43 vestigios recuperados en el escenario del crimen, y así ha defendido que esta causa judicial ha sido un "procedimiento escrupuloso con todas las garantías procesales y el derecho de defensa", por lo que no tiene cabida ninguna petición de nulidad de las pruebas y además hay pruebas más que suficientes para incriminarlo.

La representante del Ministerio Público ha descrito los hechos que ocurrieron la tarde-noche del 23 de febrero de 2016, desde que la víctima Sara D. M., llegó al parque de María Luisa hasta que fue agredida sexualmente y falleció como consecuencia de las lesiones provocadas.

Así, ha relatado que la víctima, Sara D. M., de 31 años, acudió esa noche al parque no a quitarse la vida, sino a hacer una "llamada de atención" a sus familiares y amigos, dado que la medicación que tomó "no le podía haber causado la muerte" porque no eran dosis letales, y ha recordado que tenía "planes de futuro" como la organización de un cumpleaños el 6 de marzo siguiente o hacer el camino de Santiago con su hermana ese mismo verano.

Según la fiscal, Sara tomó barbitúricos en el parque poco antes de las 21:47 horas –cuando pone su móvil en modo avión- y eso le hizo entrar en un estado de "letargia", por lo que estaba "desorientada" y "como un muñeco de trapo".

Fue entonces cuando el acusado, "un merodeador sexual" del parque se acercó a la joven, la tanteó para ver cómo estaba y dijo "ésta es la mía". La fiscal ha sido muy gráfica al apuntar que Francisco Morillo "vio el cielo abierto: una chica frágil, que había consumido narcóticos, que estaba sola en un parque y de noche".

A continuación, la desnudó y cometió dos agresiones sexuales "diferentes, en tiempos distintos" sobre la víctima, dando "rienda suelta a sus instintos más sádicos" y sin importarle lo que pudiera pasar a la joven. “Le daba igual, le importaba cero lo que pudiera pasarle”, ha dicho la fiscal, que ha añadido que la mujer "sufrió al 100%" porque no murió en el acto, sino que "tardó como mínimo dos o tres horas en morir".

En su informe, Eva Mas ha insistido en el sufrimiento de Sara D. M. y en el hecho de que "podría haber sobrevivido si el acusado se hubiera apiadado de ella en el último momento y hubiera realizado una simple llamada anónima a los servicios sanitarios. Pero como le daba igual se fue y aguantó 12 días hasta que fue detenido. ¿Más dolo que ese quieren señorías?", preguntó dirigiéndose a los tres miembros del tribunal.

Lejos de auxiliar a Sara D. M., prosiguió la fiscal, "la dejó morir porque le dio la gana" y tuvo además la "sangre fría" de vestirla y de limpiarse la sangre que tenía en más de una decena de pañuelos.

El acusado ha asistido al informe de la acusación pública mostrándose impasible, ligeramente agachado sobre el banquillo y tan sólo se ha colocado en alguna ocasión la mano en la cara.

Por su parte, la acusación particular que ejerce el abogado Alberto Lag ha modificado sus conclusiones definitivas, en el sentido de imputarle dos delitos de agresión sexual y no uno solo continuado, solicitando 15 años de cárcel por cada uno y elevando a 20 años la posibilidad de que obtenga permisos penitenciarios, además de mantener igualmente la petición de prisión permanente revisable.

En la sesión de hoy también ha comparecido un psicólogo clínico propuesto por la defensa, que ha señalado que Francisco Morillo, al que ha visto en enero pasado en varias ocasiones, padece un trastorno de hipersexualidad, así como un trastorno de control de los impulsos asociado a un trastorno límite de la personalidad, añadiendo que, según los datos referenciados por su entorno familiar, es una persona "muy mujeriega", que comenzó a beber con 12 o 13 años y luego pasó a tomar otras sustancias estupefacientes, como el ácido y la cocaína.

Según este psicólogo, el acusado no tiene un perfil criminal, no tiene la "intencionalidad de llegar a matar a alguien para satisfacer sus impulsos sexuales".

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