Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Voces
Calle Rioja
LOS experimentos con gaseosa, decía Eugenio D’Ors. En este caso, el Ayuntamiento recurrió al agua, a la promoción del cambio climático por parte de Emasesa para concienciar a la gente del uso racional del transporte, con el doble propósito de reducir drásticamente el transporte privado en el centro de la ciudad y fomentar el transporte público.
No hay una calle con un nombre más ecológico. Calle Águilas. El Ayuntamiento cortó el tráfico en esta calle, verdadero dogal y embudo para los peatones en los días lectivos y laborables. Nada de tráfico entre la Alfalfa, a la altura de Jesús de las Tres Caídas, y la plaza de Pilatos, donde los coches se desviaban por Caballerizas, procesión motorizada siguiendo la senda de San Roque. En el Día sin Coche la nombraron por unas horas Calle Cultura.
En Pilatos está la segunda estación del Via Crucis que acaba en el templete de la Cruz del Campo. Es una metáfora del viacrucis diario de quienes pasan a diario por esta calle donde es una odisea ir a por dulces en el obrador de las monjas clarisas o entrar en la iglesia de Santa María de Jesús a pedirle trabajo a San Pancracio.
Águilas se convirtió en un pasacalles de actividades festivas. Los únicos vehículos que se veían eran los de los carritos de niños con padres entregados a la causa. Las águilas que le dan nombre a la calle se asoman como blasones en la casa-palacio del número 16. Juan Carlos Cabrera, delegado de Movilidad y Fiestas Mayores, reivindicaba la movilidad activa, “que es la del peatón”.
A Cabrera le acompañaban los tres mosqueteros de Casco Antiguo: Luis Duarte, José Antonio Fernández Rincón y Cristóbal López. Con la calle Águilas se pretende un modelo similar al que se ha empleado en la calle Baños, pero sin pasos en falso. “No es posible una peatonalización sin una reordenación de la calle, sin buscar alternativas para el taxi, la carga y descarga, servicios de reparaciones y de emergencias”.
Aboga por un “Plan Centro mejor”, consensuado y con la participación de los implicados. En Plaza Nueva había dos modelos de autobuses urbanos, uno actual, otro de los antiguos, cuando salían de la plaza presidida por la estatua ecuestre de San Fernando. Cabrera considera prioritario cerrar el anillo del Metrocentro, “primero hasta Santa Justa y después hasta las Setas”. La Alfalfa y la Encarnación, dos plazas no hace mucho unidas por el denominado programa de La Piel Sensible.
Menos coches, hubo de todo en la calle Águilas, los únicos pájaros que han quedado del mercadillo de la Alfalfa. Talleres de repostería creativa, de magia, de robótica, de música, de historia.Un aguador con atuendo de época saciaba la sed de los viandantes, usuarios de la movilidad activa. Las bicicletas inverosímiles de Ciclocolegas, con look de Hijos de la Anarquía, llamaban la atención de los más pequeños, sobre todo las de una rueda como la que Cantinflas utilizaba en La vuelta al mundo en ochenta días.
Por unas horas le cortaron la cabeza al tráfico en Águilas, como a la cabeza del rey Don Pedro. Un hombre disfrutaba del día sin Coche sentado junto al bar Paladar como El Pali en Tomás de Ybarra. Rubén Barroso se ganó la ovación del público con su espectáculo de miniequilibrio en sillas. Un acróbata de los pies a la cabeza y viceversa. En la Expo habría triunfado, pero le tocó hacer la mili. No tiene coche. Cuando desmontó sus sillas ocupó el espacio una joven con su número de hula hops. La cuadratura del círculo donde se juntan las calles Águilas, Vírgenes, Deán López Cepero y Amistad, esta un callejón con pisos turísticos.
En la calle Águilas tiene su estudio el arquitecto Honorio Aguilar, haciendo esquina con la calle Francisco Rodríguez Marín. Se abrían paso los participantes en la ginkana fotográfica de Martín Iglesias con el lema La movilidad en Sevilla. Zurbarán, en su estatua de Pilatos, el pintor que nació un año antes que Velázquez, ordenaba el tráfico de los coches que seguían por Caballerizas. Águilas, con ecos de Doñana, seguía vedada al tráfico.
En Pilatos, Águilas pasa a llamarse San Esteban camino de la Ronda. En el límite del Casco Antiguo, el mejor complemento para una movilidad sostenible. El bullicio de Águilas, impensable con coches, contrastaba con el silencio de las calles perpendiculares. En una de ellas, Lirio, una placa recuerda que vivió Diego Martínez Barrio, el sevillano que fue presidente de la República y murió en París en 1962, el mismo año que Marilyn y Belmonte.
El patio de la casa 21-23 de Águilas es mucho más espacioso que la calle. La casa es de 1912, como las dos cerámicas de la entrada, con dibujos mitológicos.
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