La Feria de Espadas
Puntadas con hilo
El Ayuntamiento ha conseguido crear un producto turístico en la Feria y eso tiene buena crítica fuera. Dentro hay una ciudad clásica y con caseta que se resiste a ceder ni un gramo de esencia
Vídeo: C. Velázquez (Youtube)
La Feria de Abril es uno de los reclamos que Sevilla vende en el exterior. Difícilmente hay un folleto publicitario que no incluya una flamenca o un coche de caballos por el real. No en vano es uno de los escaparates más bellos de la ciudad, pero hasta ahora no había sido un buen producto turístico, dado el carácter endogámico que tiene la fiesta. Juan Espadas llegó a la Alcaldía con la aspiración de revolucionar la Feria, hacerla más accesible para todos, incluidos los de fuera, y se ha atrevido este año a tocar un asunto peliagudo, como todos los que tienen que ver con la Sevilla de las esencias, esa Sevilla eterna a la que poco o nada le importa lo que se diga de ella no en el extranjero, sino hasta extramuros, como dicen los más rancios.
Con una valentía a medias, pues Espadas se parapetó detrás de un referéndum que, dicho sea de paso, costó un dinero, se alteró este año el calendario con el afán de absorber la preferia que tanto deslucía y, sobre todo, aprovechar el tirón de un puente festivo que, seguro, ha proporcionado el arranque ferial de mayor afluencia de la historia. Más días festivos en esta semana en Madrid que en Sevilla, donde no sólo han aterrizado este año madrileños, también turistas de un amplio abanico de países.
El Ayuntamiento ha creado un producto turístico que ha vendido en las diferentes ferias del sector meses atrás. Y ha funcionado bien. El fin de semana pasado, la ocupación hotelera fue del 95%, lo que supone que hubo 24.000 camas ocupadas (21.000 en hoteles y 3.000 en apartamentos turísticos). Y el año pasado el nivel se quedó en el 87% . Además, según los hoteleros, la facturación osciló entre un 20% y un 30% más, dependiendo de la categoría.
Espadas ha alterado los planes feriantes por “el interés de la ciudad” que, en definitiva, es lo mismo que decir el interés del sector turístico, que es el pilar que sustenta en gran parte a esta Sevilla. Y eso es lo que despierta los recelos del sevillano de a pie, que se siente agraviado frente a ese lobby empresarial, a pesar de que el turismo da de comer a muchas familias.
La historia es que muchos no lo han entendido así y se preguntan por qué hay que abrir la Feria, convertirla en un producto estrella en el pack que se les ofrece a los turistas, cuando es algo de consumo local. Y quien lleva 24 años esperando la concesión de una caseta todavía está rumiando que se haya otorgado una de tres módulos a los turistas, con gran éxito de público, por cierto. Dice el alcalde que a esa caseta cualquiera podía entrar y reservar una mesa para disfrutar de la Feria; eso sí, al lado de un chino o un alemán. Seguro que muchos desconocían el detalle.
Pero esto es otro debate, el de la necesidad de ampliar la Feria y atender la demanda del sevillano, que es alta e implica también un elevado coste para la ciudad. Zoido prometió 200 casetas más en Los Gordales. Y ahí quedó la promesa. Espadas se ha quedado en sólo 20 para el año que viene. La operación no es fácil. Lo sería mucho más abrir al público las casetas de las empresas municipales e incluso ampliar el horario de la municipal, que sigue estando infrautilizada. Sin llegar al extremo de democratizar los precios de la Feria, que defienden los partidos de izquierdas, hay muchas soluciones que agradarían al personal. A ese personal que ni tiene caseta ni aspira a tenerla nunca.
Una vez creado el producto turístico, Espadas debería crear un producto para los sevillanos que, lo hacían antes y lo siguen haciendo ahora, se dedican a pasear por el real leyendo los nombres de las casetas y poco más. Los espectáculos en la contraportada eran una buena idea, a pesar de las criticas de algunos, algunos con caseta, claro. Pero el Ayuntamiento ha sido incapaz de ponerla en marcha por la dificultad de montar y desmontar un escenario en un real abarrotado. Grave fallo.
La Feria es una gran mentira, un bellísimo artificio donde arden las vanidades, eso lo reconoce cualquier sevillano cabal. Es eso, un gran embuste sevillano. Y eso es una cosa y tratar de convertir la Feria en un parque temático para turistas es otra. Y ahí andan ya algunos recogiendo firmas para devolver la Feria a lo que era antes de que Espadas se inventara el referéndum.
Ahora el equipo de gobierno tiene que hacer la digestión y valorar su pros y sus contras. Y luego Espadas lanzará la pelota al pleno para que decida qué hacer. ¿Otro referéndum? Convencido está de que si se volviera a repetir hoy volvería a ganar el actual calendario. Muy seguro está... Un alcalde debe tomar sus propias decisiones y dejar la participación ciudadana, que es algo estupendo, para otros menesteres. Gobernar a coste cero sería muy fácil. Y la anterior consulta ya dio de sí de sobra, dentro y fuera, poniendo la mofa en bandeja.
A Espadas lo obsesiona reforzar la marca Sevilla en el exterior. Y ahí va bien. Pero no debería descuidar la otra marca, la que él debe dejar en el interior, en la ciudad, cuando acabe su mandato.
Retales
Las cosas de la Feria: un diplomático se cuela en un yate buscando negocios...
Un diplomático, miembro del cuerpo consular para más señas, se ha colado esta semana, literamente, en uno de los lujosos yates que han estado atracados en el Muelle de las Delicias durante la Feria. Al parecer, el intruso tiene ya antecedentes por entrar, sin esperar invitación, a embarcaciones de este tipo. ¿Qué perseguía? Pues hacer negocios y para ello quería conocer al dueño del yate, así, echándole cara al asunto. La Feria atrae desde hace unos años a este turista de lujo entre los que se encuentran magnates y jeques... Y siempre hay alguno que, a pesar de las medidas de seguridad, logra burlarlas, para disgusto de la Autoridad Portuaria, las empresas consignatarias y, sobre todo, de las navieras. Esta misma semana, ha pasado algo similar en Cádiz. Un intruso se coló en el Yas, el megayate propiedad de un jeque de los Emiratos Árabes que llevaba casi un mes atracado en el puerto gaditano y que puso rumbo el miércoles hacia Casablanca, donde baraja instalar su puerto sede, tras el incidente. Y en el sector se cuenta cómo cuando a Sevilla empezaron a llegar grandes cruceros, hubo dos jóvenes policías que, sin estar de servicio, aprovecharon su placa una noche de fiesta para entrar en un buque en busca de una chica a la que habían conocido en un bar horas antes. Impresentable.
Ni rojos ni verdes, farolillos naranjas...
Hay quienes, por poner pegas, están descontentos con el color de los farolillos del real. Siempre han sido rojos y verdes, ¿por qué ahora naranjas? Para gustos, colores... Simplemente le han bajado un tono... son rojos anaranjados. Pero seguro que alguno se ha divertido entre jarra y jarra de rebujito intentando averiguar si era un guiño de Espadas a Ciudadanos, el partido naranja. La guasa de la Feria...
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