Felipe VI en Sevilla: "Las víctimas del terrorismo dignifican nuestra democracia"
Premio Alberto Jiménez-Becerril
Es la primera visita del monarca al Ayuntamiento hispalense
El Rey ha mostrado el apoyo de la Corona a los familiares de los asesinados por ETA
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"Las víctimas dignifican nuestra democracia". La frase la acuñó hace varios años el Rey de España, Felipe VI, quien la ha vuelto a repetir este viernes al serle entregado el IX Premio contra el Terrorismo Alberto Jiménez-Becerril, que concede cada año la fundación que lleva dicho nombre. Un acto que ha tenido lugar en el Salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla, edificio que ha visitado por primera vez el monarca español.
Una frase que rinde homenaje a quienes perdieron la vida a manos de la banda terrorista ETA y a sus familiares. A 60 años de terror, como recuerda la exposición que se puede visitar estos días en el Consistorio hispalense y que ha recorrido Felipe VI ante de recibir el referido reconocimiento. Una cita del Rey que ha puesto de relieve en el discurso de Alberto Jiménez-Becerril, presidente de la mencionada fundación e hijo mayor del matrimonio asesinado por los etarras aquel 30 de enero de hace 25 años, efeméride redonda que -como ha argumentado- requería también un premiado "especial".
Memoria, dignidad y justicia. Tres palabras que se han escuchado en el Salón Colón, donde se ha celebrado la ceremonia. Tres principios que ha defendido la Fundación contra el Terrorismo y la Violencia Alberto Jiménez-Becerril durante su primer cuarto de siglo y en los se que basa su existencia.
Una madrugada de sangre
"Hace 25 años tres niños estaban durmiendo y dos padres nunca despertaron". Otra frase de las que se quedan en la retina del recuerdo. La ha pronunciado Teresa Jiménez-Becerril, hermana del concejal asesinado, en el vídeo homenaje al matrimonio que perdió la vida a manos de ETA. Aquella madrugada de sangre en la calle Don Remondo fue "el principio de la derrota de quienes sólo sabían hablar con las pistolas". Así ha recordado el recién investido alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, la noche que la ciudad pasó en vela al conocerse el asesinato de Alberto y Ascen.
Sanz ha sido el primero en intervenir en un acto que ha durado menos de una hora y para el que el Ayuntamiento se ha engalanado. La fachada de la Plaza Nueva, decorada como en las grandes solemnidades. Reposteros con el emblema municipal y banderas de España. Más de 300 personas apostadas en las vallas de seguridad para ver y vitorear al Rey, que ha accedido al Consistorio minutos antes de las once de la mañana.
Entre los asistentes, las principales autoridades, con el el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, como representantes del Ejecutivo regional y estatal. También han acudido el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz; el teniente general de la Fuerza Terrestre, Carlos Melero Claudio; el presidente del Parlamento andaluz, Jesús Aguirre; el consejero de Presidencia, Antonio Sanz; el delegado del Gobierno de la Junta en Sevilla, Ricardo Sánchez; y la que fuera alcaldesa de la ciudad cuando se produjo el asesinato de Alberto y Ascen, Soledad Becerril.
Una ciudad unida a la Corona
El regidor hispalense ha dado la bienvenida al monarca en su primera visita al Ayuntamiento de Sevilla. Ha recordado el vínculo histórico de la ciudad con la Corona española, que se remonta a la Reconquista, con Fernando III, y que queda simbolizado en el Alcázar, el palacio real en uso más antiguo de Europa. También ha aludido al cariño que doña María de las Mercedes, abuela de Felipe VI, siembre tuvo por la capital andaluza, un sentimiento que mantiene la infanta Elena, hermana del Rey. Y ha hecho hincapié en que Alberto Jiménez-Becerril, el edil asesinado aquel 30 de enero de 1998 junto a su esposa, la procuradora Ascensión García Ortíz, "será el concejal perpetuo del Ayuntamiento porque su voz siempre estará presente".
El presidente de la Fundación agradeció a Felipe VI la aceptación del premio concedido. Ha insistido en una de los fines de esta entidad: "no permitir que la nuevas generaciones de españoles ignoren lo ocurrido durante años con el terrorismo de ETA". Y ha abundado en que el reconocimiento, además de dignificar la memoria de las víctimas, resulta determinante "para no olvidar las lecciones del pasado".
Tras la entrega del premio, don Felipe ha pronunciado un discurso lleno de recuerdos al matrimonio asesinado y a sus familiares, especialmente a la madre del que fuera concejal, "doña Teresa", a quien se ha dirigido con unas cariñosas palabras. "Sé que desde entonces su último pensamiento cada noche es para su hijo Alberto y su nuera", ha afirmado.
Se llenaron las calles
Haciendo uso de la memoria, el monarca ha señalado que aquel penúltimo día de enero cumplía 30 años. "Un día que se cubrió de una profunda tristeza para mí y para toda la sociedad española que, al igual que había hecho seis meses antes tras el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, volvió a llenar las calles".
"Veinticinco años después [...] quiero expresar, una vez más con todo cariño, mi total reconocimiento y respeto a todos los familiares de las víctimas a las que el terrorismo destruyó la vida y que, a pesar de todo, siguen dándonos cada día una lección magistral de fortaleza y dignidad", ha defendido Felipe VI en su discurso.
Las nuevas generaciones
Una intervención en la que ha subrayado el esfuerzo de la Fundación Alberto Jiménez-Becerril para que "las jóvenes generaciones -y también las próximas- conozcan lo que sucedió, el dolor que la violencia terrorista causó a tantas personas y familias, y al conjunto de la sociedad española". Un propósito en el que -ha asegurado- "siempre podréis encontrar el apoyo de la Corona, que estuvo, está y seguirá estando a la vuestro lado".
Tras la finalización del acto, Felipe VI ha recorrido las distintas estancias del Ayuntamiento y ha firmado en el libro de honor. A su salida, saludó al público que llevaba horas esperándolo en el andén. Una visita histórica para las bodas de plata de una noche en la que Sevilla, sumida en el dolor, gritó a los terroristas "¡basta ya!".
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