Fausto es profeta en su tierra

Calle Rioja

Muestra. Desde que Fausto Velázquez empezó la exposición itinerante con su visión de Frida Kahlo, han cambiado los gobiernos de México, cuna de la artista, y de España

Fausto Velázquez, con el presidente de la Diputación y el alcalde de la Algaba. / M.G.

EN La Algaba han tenido una doble celebración para recibir las fiesas navideñas. Las centenarias candevelares, fogatas con la que este municipio celebró el dogma de la Inmaculada Concepción, y la inauguración del Centro Cultural Pintor Fausto Velázquez con una exposición itinerante de este artista local y universal que ha demostrado que se puede ser profeta en su tierra.

Un reconocimiento en su patria chica, tan grande, que Fausto Velázquez (La Algaba, 1950) vivió sumido en una vorágine de sentimientos encontrados. La noche de la inauguración, su hermana Pepita se debatía entre la vida y la muerte y el artista, en su intervención, no podía abstraerse de esa circunstancia. No ha podido ejercer de guía de su exposición, Frida Kahlo: la vida como obra de arte, porque tenía que acudir al hospital donde estaba ingresada la pequeña de los cinco Velázquez Clavijo.

Frida Kahlo ha sido una obsesión permanente en este pintor, galerista y mecenas que además es un consumado especialista en el género del retrato. Se detuvo en la reinterpretación de una vida atormentada como la de Frida Kahlo (Coyoacán, México, 1907-1954). La exposición partió de Sevilla, ha recorrido museos de media Andalucía –Málaga, Ronda, Antequera, Almería, Cádiz– y además de recalar en La Algaba, en el centro cultural que lleva el nombre del pintor, la obra también ha viajado o viajará a México D.F., Nueva York,París, Basilea, Tokio, Abu Dhabi, donde se disputa el Mundialito de clubes, y finalmente llegará a Madrid.

Muchas cosas han cambiado desde que Fausto Velázquez se convirtió en un trotamundos con sus Fridas. En ese tiempo, ha cambiado el signo político de los gobiernos en México y en España. Allí pasó de Peña a López Obrador; aquí, de Rajoy a Pedro Sánchez, del PSOE, partido en el que militó en la clandestinidad Fausto Velázquez, un renacentista de pueblo que en la década de los setenta fundó y dirigió el Teatro Algabeño, que llegó a fusionarse con el Teatro Lebrijano en un caso inédito de alternativas a los dictados de la capital y de la Corte, tan propensa a la pompa.

En este tiempo el pintor ha ido anotando la pérdida de compañeros entrañables como Paco Cuadrado y Félix de Cárdenas, junto al que realizó sus primeros grabados. La idea de Frida Kahlo surgió en su casa-galería de San Isidoro. Una artista total, un icono tan poderoso como Marilyn Monroe o Greta Garbo. Murió a los 47 años y su vida transcurrió coincidiendo con un periodo de guerras. No llegó ni a medio siglo su existencia, pero en ese tiempo el mundo vivió dos guerras mundiales y una guerra civil en España que se vivió de forma muy especial en México, el país de Frida Kahlo, un país que no sólo acogió a miles de exiliados sino al propio Gobierno de la República en el exilio. En México murieron Luis Cernuda, Ramón J. Sender, León Felipe o Pedro Garfias.

Cuando la conoció, André Breton dijo de Frida Kahlo que era una surrealista espontánea. La pintora viajó a París en 1939, cuando la guerra dejaba de ser española para hacerse mundial, y conoció el surrealismo en sus fuentes. En 1929 se casó con el muralista mexicano Diego Rivera. Fausto Velázquez retrata en su variedad de Fridas esa tormenta permanente de creatividad, de permanente interpelación con la vida y sus paradojas. Al pintor lo arroparon sus amigos de la infancia, sus vecinos, su familia. Un ciclo completo para el hijo de La Algaba que no se fue a Sevilla exiliado ni desterrado, sino a explorar nuevos ámbitos y convertirse en uno de los agentes culturales más importantes de la contemporaneidad hispalense.

El mundo y La Algaba. Las Fridas que recorrerán varios continentes llenan de contenido este aterrizaje del algabeño en el lugar que le vio hacerse como persona y artista. La cuna de Diego Tristán, el único futbolista sevillano que ganó el Pichichi, y que también lo logró en el destierro dulce... de Riazor, con la camiseta del Deportivo de la Coruña. En La Algaba se despidió de los toros, aunque nunca dejará de ser torero, Curro Romero. La cuna de José Cabrera Bazán, que fue senador socialista y antes futbolista del Betis y del Sevilla, además de fundar con Quino la Asociación de Futbolistas Españoles.

El alcalde de La Algaba, Diego Manuel Agüera, y el presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos, rubricaron con su presencia la relevancia de esta exposición y del centro cultural que la acoge. En la localidad donde el primer alcalde democrático, Torres Zapico, ubicó en la Torre de los Guzmanes un Guggenheim ribereño con la vanguardia pictórica andaluza. Un movimiento del que forma parte con pleno derecho Fausto Velázquez Clavijo. Su regreso fue un viaje a los orígenes, a la esencia. Un bucle muy coherente con la propia figura de Frida Kahlo, una mujer que simboliza la rebeldía, la impostura, el rechazo del colonialismo sutil.

Además de los relevos en la Moncloa y en el Gobierno mexicano, recientemente falleció el escritor mexicano Fernando del Paso, ganador del premio Cervantes y autor de una novela maravillosa, Noticias del Imperio. La crónica del disparatado mandato de Maximiliano de Habsburgo. Frida Kahlo es una emperatriz sin corona a la que Fausto Velázquez convierte en musa itinerante.

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