Espadas y un relevo en la Alcaldía consumado
Antonio Muñoz ejerce ya como primer edil a la espera de ser designado y cediendo el protagonismo a la ciudad
Hace casi nueve meses que el debate tomó impulso en la ciudad. Hacía ya un tiempo que Juan Espadas se dejaba querer y en esa fecha ya no escondía sus aspiraciones a la Junta de Andalucía. Un salto que tenía sus plazos y procedimientos internos, pero hace ya medio año justo que se convirtió en candidato oficial e inició la regeneración de su partido que formalmente estará culminada en menos de un mes. A lo largo de estos meses se ha emperrado en gobernar sus tiempos, algo que se ha convertido en su verdadero eslogan, y en repetir que se iría cuando su presencia en el Ayuntamiento de Sevilla restara más que sumara. Y, aunque en verano ya empezó a cobrarse esta factura, no ha sido hasta ahora, hará unas semanas, cuando así lo ha admitido.
Quienes lo conocen coinciden en que el retraso en su despedida municipal y, sobre todo, en oficializar su relevo es algo que tiene que ver también con su obstinación personal por ser el dueño de sus decisiones que, si bien es razonable, deja de tener lógica cuando ello está perjudicando claramente a su partido, a la institución y, en consecuencia, a la persona que tomará el testigo.
El enredo vivido en las últimas semanas con esos anuncios para no anunciar nada y seguir dando hilo al más que caldeado ambiente interno en su grupo municipal es algo que quería evitar pero no ha sabido (o querido) cortarlo de raíz y se ha desbordado hasta un punto innecesario, el de tener que recordar públicamente que sigue siendo el alcalde de la ciudad y el dueño de sus decisiones.
Y en medio de todos esos fangos, el relevo se inició hace cerca de un mes y se ha consumado sin necesidad de convocatorias ni actos más o menos institucionales. Siguen sonando los ecos de duelos que no han existido más que en el imaginario mediático y hasta ternas sostenidas incluso con argumentos interesados de imagen y género, saliendo una y otra vez a escena nombres como el de Juan Carlos Cabrera o Sonia Gaya. Pero el traspaso de poderes es más que visible y, el elegido, Antonio Muñoz, actúa en esa nueva etapa abierta en el Ayuntamiento de Sevilla con discreción, respeto y seriedad. Y así lo reconocen muchos en la ciudad.
Ahora que tocan ya las campanas del adelanto electoral en Andalucía, el desgaste para el gobierno municipal ya es insoportable y está fuera de cualquier cálculo. Y es más que probable que la designación de Muñoz se haga pública en sólo unos días, sin elucubraciones. La fecha concreta, claro, es cosa de Espadas, como también las formas, pero a estas alturas quizás le baste con apuntar el día de su renuncia formal, que activará el calendario necesario para el cambio del organigrama, y abrazar públicamente a su sucesor, con la seguridad de que continuará con un proyecto que idearon hace una década y que ya incluía la marca Antonio Muñoz. Una impronta que se reforzará y que tiene que ver con una forma particular de entender la vida pública y definir nuevos registros en la gestión de la ciudad.
Que Muñoz ejerce de alcalde es algo que ya se dejaba ver en su agenda oficial, absolutamente variada y variopinta. El pasado fin de semana, que se viera, estuvo presente en Sicab y hasta en la inauguración de una pista de césped artificial en un colegio de San Pablo, pasando por un acto de partido donde recibió el respaldo de Ferraz a través de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, diputado nacional y miembro de la Ejecutiva de Pedro Sánchez. Y enfiló la semana con los actos del centenario de Saramago en Sevilla o el 800 aniversario del nacimiento de Alfonso X el Sabio, que encuadran en sus habituales responsabilidades, como la presentación de un proyecto de microinversiones para acabar el año en todos los barrios.
Pero luego ha ido saltando por otros donde claramente ha representado a la Alcaldía, respaldando el trabajo de otros compañeros de gobierno, por ejemplo, en las actividades del 25-N. Y, lo que es más claro, en el encendido oficial de la iluminación navideña, en el que no se había concretado la presencia del alcalde ni ningún concejal y donde estuvo, al frente, Antonio Muñoz. Un acto consolidado y convertido en un momento respaldado y muy esperado por los sevillanos donde, con más o menos estrategia, se evitaron los protagonismos políticos. Incluso las cámaras de la retransmisión municipal en redes sociales apuntaron siempre al público y al escenario de la Avenida de la Constitución. Quizás esta Navidad ya no sea de Espadas, sino de Muñoz, y en unos días eso se comprobará con una acción que está en marcha.
Sevilla, no sólo su gobierno, necesita recuperar la normalidad y la gestión lejos de batallas políticas y el sucesor de Espadas se enfrenta a ese primer reto. Una foto del último Pleno colgada en redes por la concejal Adela Castaño recogía “la complicidad, amistad y buen rollo” de varios ediles en torno a Muñoz. Una puntadita certera para coser un equipo desgarrado por un relevo que se ha alargado demasiado y que tiene que llegar ya a su fin.
¿Se va o no se va al Senado?
La intención de Espadas es ocupar un escaño en la Cámara Alta cuando abandone la Alcaldía. El argumento es que así tendrá una tribuna política desde la que hacer campaña política, una cobertura institucional y también salarial mientras se convocan las elecciones autonómicas, aunque él mismo se ha encargado de desmentir que se trate simplemente de una cuestión económica. Lo cierto es que lo lógico habría sido que Espadas hubiera sido designado senador esta misma semana por el Pleno del Parlamento andaluz, ocupando una de las plazas de designación autonómica. Para ello tendrían que haber renunciado una semana antes dos socialistas que ocupan esos escaños, que estarían reservados para él y para su nuevo secretario de Organización, el también alcalde Noel López. Pero ninguno de ellos, Marisa Bustinduy y Miguel Ángel Vázquez lo han hecho todavía.
Espadas ha mantenido que antes de dar ese salto, ir al Senado y por tanto abandonar la Alcaldía tendría que cerrar el presupuesto municipal, cosa que todavía no se ha producido, y así la idea sería que su salida del Ayuntamiento de Sevilla coincidiera con su entrada en la Cámara. Pero esto ya no será posible hasta el 15 de diciembre, cuando hay convocado un nuevo Pleno del Parlamento de Andalucía. Esa fecha es bastante inoportuna, pues los senadores actuales tendrían que renunciar en las próximas dos semanas, justo cuando es importante que el grupo esté al completo para poder aprobar los Presupuestos Generales del Estado que ya tienen luz verde en el Congreso de los Diputados.
Si la situación se prorroga por éste u otros motivos, Espadas podría contar con un sueldo de su partido una vez que salga de la Alcaldía y encuentre el momento de saltar a otro cargo institucional.
El ejemplo de Sevilla, el ‘New Green Deel’ y la hoja de ruta de un alcalde europeísta
Mientras el centro de la ciudad hervía en la tarde del viernes esperando que el Ayuntamiento encendiera la Navidad, un momento que suele dar mucho rédito a los alcaldes, Juan Espadas ejercía de anfitrión para sus colegas socialistas de Europa en un encuentro sobre el New Green Deal y las políticas verdes New Green Dealque se celebraba en el impresionante escaparate que tiene hacia el río el restaurante Abades. Tal vez desde allí pudo apreciarse la luz, pero el compromiso del alcalde estaba centrado en un asunto que no deja de tener su trascendencia, acompañando a la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, entre otros. La cita es la primera que han tenido los socialistas europeos para reunirse presencialmente tras la pandemia y ha sido en Sevilla, un logro de Espadas para convertir una vez más en epicentro de Europa a una ciudad que el presidente del Grupo Socialista Europeo, organizador del acto, calificó de “ejemplo”.
Espadas sabe mucho de medio ambiente, cambio climático y esta transición a escala planetaria que tiene que traducirse en acciones locales. Y apeló a su experiencia no sólo como alcalde, también como miembro del Comité de las Regiones “y persona comprometida con la política europea desde que estudió Derecho en Sevilla”.
La jornada se convirtió en un reconocimiento a su carrera en Bruselas, que ahora tendrá que aparcar al dejar la Alcaldía. Una palmadita en la espalda a un político europeísta que, sin duda, ha beneficiado a la ciudad, aunque esto cuesta venderlo mucho más que las luces de Navidad. Y así cerró otro capítulo en su hoja de ruta.
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