La Escuela de Ingenieros de Sevilla: una fuente de talento a la que se le rompen las costuras
Universidad
A diferencia del resto de España, la demanda no para de crecer en este centro de la US gracias a la calidad de la enseñanza y su alta empleabilidad
La dirección plantea una ampliación de las instalaciones en solares cercanos del PCT Cartuja
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Un manantial en pleno desierto. La Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSi) de la Universidad de Sevilla (US) supone una excepción en la crisis actual que sufre esta rama del saber. Desde hace años varios informes alertan de la falta de ingenieros en el mercado de trabajo. El último ha sido el Observatorio de la Ingeniería en España, que advierte de que la próxima década las empresas necesitarán 200.000 profesionales de este oficio, un volumen al que prácticamente no dan respuestas las instituciones académicas del país, debido a la bajada en el número de estudiantes en dichas titulaciones.
Las energías renovables y la digitalización están detrás de este interés del tejido productivo para el que ya se detectan graves carencias en la enseñanza superior. Una sequía de la que escapa la ETSi en la capital andaluza, donde tanto la demanda para sus titulaciones como la cifra de egresados siguen al alza. La calidad de sus enseñanzas y la alta empleabilidad que logran sus alumnos explica el éxito, que ha dejado pequeñas las actuales instalaciones de la escuela en el Parque Científico y Tecnológico (PCT) de la Cartuja.
Andrés Sáez Pérez es director de la ETSi. Tomó posesión del cargo antes del verano. Como ya ocurrió con su predecesor, la necesidad de ampliar la sede a la que Ingeniería se mudó en 1997 se ha convertido en uno de los propósitos a medio y largo plazo. Los números no han dejado de crecer en estos 26 años. Aquel curso empezaron en la Cartuja con 2.000 estudiantes, 200 profesores y tres titulaciones. La que fuera Plaza de América en la Expo'92 da actualmente cabida a 6.000 alumnos, más de 500 docentes y ocho grados, a los que hay que sumar 11 másteres. Las costuras del edificio están a punto de estallar.
Tales cifras resultan envidiables si se compara con la situación que viven las Ingenierías en el resto del país, donde los datos de matriculados caen en picado. Y ello, pese a que se trata de una carrera que habilita para desempeñar una profesión que goza de un elevado índice de empleabilidad. Cuestión distinta son los salarios que se pagan para la importante responsabilidad que ha de desempeñarse.
Lo cierto es que en Sevilla, la ETSi cubre todas las plazas de las ocho titulaciones de grado que oferta, con 4.800 alumnos en estos estudios. Sí es cierto, como admite Andrés Sáez Pérez, que el número de matriculados en los másteres se ha reducido levemente. Ello es debido a que los egresados logran un empleo al acabar la carrera, por lo que descartan estudiar un posgrado de forma inmediata. En este punto, el director de la ETSi subraya que la empleabilidad en el alumnado "roza el 100%".
Miguel, Javier y Carmen lo tuvieron claro cuando decidieron estudiar Ingeniería. Los tres jóvenes disfrutan de un momento de descanso en el exterior de la escuela. Están con otros compañeros. Reconocen la dificultad de esta enseñanza, pero, ante esta adversidad, se impone la certeza de que cuando acaben el grado encontrarán trabajo fácilmente. No les importa marcharse durante un tiempo al extranjero. Hasta lo consideran fundamental para su formación.
Destacan también los nuevos ámbitos en los que podrán desarrollar sus conocimientos. Una apuesta por los sectores emergentes que siempre ha estado presente en esta escuela, gracias a la conexión permanente que mantiene con el tejido productivo. Aquí juega un papel esencial la AICIA (Asociación de Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía), entre cuyos principales cometidos se encuentra la transferencia de conocimiento desde la universidad a la industria. Se encarga también de garantizar el periodo de prácticas de los estudiantes de la ETSi en las empresas, más de 560 al año. Destacan, de igual manera, el centenar de proyectos de I+D anuales que se ponen en marcha.
"Esto es un centro tecnológico multidisciplinar, no se trabaja en un solo ámbito", refiere el director-gerente de la AICIA, Jesús Muñuzuri Sanz, quien incide en que en estos proyectos se contrata a profesores, egresados y alumnos. "Es un intercambio bidireccional, pues los docentes en sus clases no sólo aplican la teoría, sino también los últimos conocimientos adquiridos en la realidad cotidiana de nuestros laboratorios", añade. Esta asociación trabaja con unas 130 empresas.
La ETSI de Sevilla pasa por ser -en palabras de su director- la más grande de España. Sus titulaciones se han diversificado desde que se creó en 1967 en el campus de Reina Mercedes. "Empezamos como escuela de ingenieros industriales", recuerda Sáez. En 1997, el año del traslado al PCT Cartuja, ya se incorporaron Telecomunicaciones y Química. En 2002 llegó una de sus apuestas más innovadoras, Ingeniería Aeroespacial, una de las carreras que más demanda registra para sus 134 plazas.
La Escuela de Ingenieros ha jugado un papel clave para que Sevilla acoja la sede de la Agencia Espacial Española. El director del centro universitario explica que "Europa busca ahora ser independiente en el espacio", para lo que requiere de perfiles técnicos en esta área. Fruto del interés es que ya se ha solicitado la inclusión de un nuevo máster relacionado con dicha temática, que se sumaría a los 11 existentes.
"La principal línea de facturación y proyectos de la AICIA viene del sector aeroespacial", detalla Muñuzuri, quien abunda en que muchas de las investigaciones se centran en el diseño y desarrollo de máquinas no tripuladas. El director de la ETSi, en ese sentido, recuerda que cuando las compañías aeronáuticas iniciaron su gran desarrollo en Sevilla se nutrían de ingenieros industriales de esta escuela.
Esta conexión con el mundo empresarial se echa en falta en otras universidades españolas que cuentan con la rama de ingenierías. Algún que otro representante del sector ha lamentado, incluso, que la formación de los estudiantes que salen de estos centros no se adapta a lo que reclama el mercado. Esto no ocurre en la ETSi, entre otros motivos, por el entorno físico en el que se encuentra, el PCT Cartuja. "Cuando nos trasladamos aquí no lo hicimos a remolque, sino que servimos de motor tractor para que muchas compañías se vinieran a este recinto", aclara Sáez. Más de un cuarto de siglo después, la integración de Ingeniería en el parque científico y tecnológico es plena. "Aquí hay dos empresas que contratan a todos los alumnos que acaban dos de los másteres que ofertamos", afirma el director de la escuela.
Andrés Sáez admite que desde los centros de producción le han transmitido en más de una ocasión la necesidad de dotar al alumnado de "una formación mucho más práctica" para desarrollar los cometidos que las empresas requieren. "Evidentemente, este interés marca una línea a seguir en la ETSi, pero nuestro objetivo fundamental no pasa sólo por enseñar a un ingeniero para las necesidades del presente, sino para las que existan dentro de 20 años", defiende el director de la escuela universitaria, que insiste en que una de las mayores cualidades de las que se le dota a los estudiantes en las aulas es "la capacidad de continua adaptación". "Las empresas nunca se han quejado de la falta de adaptación de nuestros alumnos", agrega Sáez, quien, no en vano, constata una realidad extensible a todos los ámbitos del conocimiento en un mundo globalizado y con un mercado cada vez más exigente: "Los ingenieros no podrán dejar de estudiar toda la vida".
La fuga de cerebros
En el Observatorio de la Ingeniería en España también se advierte de la importante fuga de cerebros a otros países por la falta de una buena remuneración económica, acorde con la dificultad de estos estudios y de la responsabilidad que han de desempeñar los profesionales. "Si se quiere retener ese talento, debe reconocerse con buenas condiciones laborales y salariales. La responsabilidad hay que pagarla", destaca el director de la ETSi.
A este respecto, Sáez considera que la permanencia de egresados en el extranjero se puede considerar como parte del proceso formativo de los jóvenes. "No me preocupa tanto que nuestros alumnos se tengan que marchar al extranjero, puesto que es un periodo de enriquecimiento, como que cuando vuelvan no exista un buen ecosistema empresarial que los acoja", advierte. En este punto, reconoce que "al menos, a nivel político, ya se es más consciente de que la industria genera riqueza en su entorno y ayuda a fijar población al territorio". "Allí donde hay fábricas, no existe la España vacía", abunda.
Argumentos en los que no debe olvidarse la descarbonización por la que ha pasado la industria española desde que empezó el siglo XXI, con un proceso de producción cada vez más digitalizado y en el que se apuesta por las energías renovables, para las que también se reclama la figura del ingeniero. Nuevos nichos de mercado que no pasan desapercibidos para los casi 900 estudiantes de nuevo ingreso que recibe la ETSi cada curso.
Tal volumen ha dejado pequeña la sede a la que se mudaron en 1997. La mayor novedad de entonces la aportaron los laboratorios de los que pudo disponer la escuela y que son de gran utilidad para la AICIA. El alumnado se ha triplicado desde entonces, el profesorado también ha aumentado de forma considerable, así como la oferta de estudios. Cambios que avalan el argumento de los responsables de la ETSi para ampliar las instalaciones. Con tal fin, ya se han mantenido conversaciones con Epgasa, la empresa pública de gestión de activos de la Expo'92. Las miradas están puestas en el solar situado en la trasera del antiguo Pabellón de América, usado actualmente para aparcamiento.
"Las instalaciones del edificio suponen también una limitación física para la AICIA", comenta el director-gerente de esta agencia, que alerta de que "todo lo que no sea dar respuesta a las necesidades actuales se convertirá en oportunidades perdidas".
La ampliación de la sede la ETSi daría cabida a más titulaciones, más profesores y, por supuesto, requiere de una importante financiación, de ahí que no se plantee, pese a su necesidad, como un proyecto inmediato. "El objetivo, que ya le he comentado al rector de la Hispalense, es que la Cartuja cuente realmente con un campus universitario más definido, con Ingeniería, Comunicación y la Politécnica, que ahora mismo sólo son centros aislados", señala Andrés Sáez, quien basa el objetivo de las nuevas instalaciones en un principio: "la demanda de estudios de Ingeniería no responde a una moda, es permanente".
El doble de sueldo en Europa central
Uno de los motivos de la falta de ingenieros en España se debe a la marcha de muchos titulados al extranjero, donde los sueldos son más elevados. El decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Sevilla, Juan Carlos Durán, explica que el salario básico en España por convenio es de 27.000 euros al año. "Un barrendero de Lipasam cobra lo mismo", explica. En países como Alemania, Suiza, Austria o el norte de Europa estas cifras aumentan entre un 50% y 100%, hasta duplicarse.
"En Europa central se valoran mucho las distintas especialidades que ofrecen las ingenierías españolas", refiere Durán, quien añade que en Alemania, por ejemplo, con dos años de experiencia y especialización se puede lograr un salario de 70.000 euros.
En el caso de Noruega y Suecia, con este periodo de trabajo se cobran 100.000 euros anuales. "Cierto es que el 60% de este sueldo se lo queda el Estado a través de impuestos, pero luego se cubren muchos servicios sociales, como la guardería", aclara Durán, que incide en el empuje que tiene en estos países el mercado de las petroleras.
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