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La Encarnación vuelve a nacer

El mercado de abastos estrena sede en las 'setas', regresa al lugar de donde salió hace 37 años y pone fin a una provisionalidad que parecía eterna · Los comerciantes lo festejaron con sus familias y clientes

Dos mujeres pasan por delante de la fachada del mercado. / Antonio Pizarro
Ana Sánchez Ameneiro

19 de diciembre 2010 - 13:29

El nuevo mercado de la Encarnación -ha costado 4,4 millones y es el primer elemento que se inaugura del complejo de las setas aún en obras- se abrió ayer con una fiesta por todo lo alto y grandes dosis de nostalgia por los que ya no están para ver el cambio. Hace 37 años esperaban el momento y más de uno pensó que no viviría para contarlo. Guillermo Rodríguez, carnicero desde los 13, se emocionó recordando a sus padres (Francisco y Dolores), a su tía y a otro hermano que se dedicaban a esto y no han sobrevivido al traslado. "Me ha dado alegría entrar por la misma puerta del mercado de la que salimos en 1973 a las instalaciones provisionales, pero nos fuimos seis de la familia por aquella puerta y hoy sólo quedamos dos", lamenta a sus 61 años. Él y su hermano Francisco -carnicero poeta- forman parte de los seis comerciantes históricos que trabajaron en el mercado original de 1837, emplazado en el mismo lugar sobre el que se ha levantado el nuevo, y aún están en activo.

Rafael Villa, charcutero de 64 años y cuarta generación de artistas en el corte de jamón, pertenece también a este grupo de veteranos, al igual que el frutero Domingo Alcantarilla y el pescadero Angelito. Este último, de 72 años, contaba ayer mientras atendía a sus hermanos, venidos expresamente de Barcelona para este día, que ha vivido los tres mercados: el de 1837, el provisional de 1973 y ahora el nuevo. Manuel Crespo, desde su tienda de ultramarinos, recordaba igualmente con mucha nostalgia a sus padres Antonio Crespo y Josefa Fernández.

Los placeros se debatían entre la alegría y las lágrimas mientras invitaban a tapas y copas a sus familias y a la clientela más fiel que acudió a celebrar la ocasión (carteles de aviso en algunos puestos advertían a los gorrones que la invitación era restringida). Han vuelto al emplazamiento del que salieron en 1973 para ir a unas instalaciones teóricamente provisionales de uralita en condiciones tercermundistas. En la nueva sede, una exposición de fotos antiguas recuerda el pasado.

La inauguración multitudinaria atrajo la protesta de varios colectivos con pancartas contra el Ayuntamiento. Un fuerte cordón policial impidió el paso a ambos lados del acceso principal durante el tiempo que el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, estrenaba el mercado.

Monteseirín recorrió los puestos saludando a todos. Le acompañaban el presidente de la cooperativa de la Encarnación, Alfredo Álvarez, emocionado y dispuesto a olvidar todos los sinsabores de estos años "con tal de ver a todos disfrutando de sus puestos"; el gerente de Urbanismo, Manuel Rey; y el ex gerente de Urbanismo, Manuel Marchena, que ocupaba el puesto cuando se eligió levantar en esta zona el proyecto de los parasoles.

El alcalde subrayó la paciencia, y el aguante de los comerciantes para "mantener el tipo" durante estas décadas de provisionalidad que han pasado en situaciones adversas. El frutero Andrés Gaviño, con 14 años de profesión y la cuarta generación que regenta el puesto, relataba ayer el abismo que separa la calidad de estas instalaciones de las antiguas, junto a la calle Alcázares. "El cambio ha sido brutal, a mejor. Allí se trabajaba muy mal. Pasábamos mucho frío y mucho calor, las instalaciones eran infrahumanas; la entrada estaba cortada por algo cada dos por tres y las calles de los puestos eran muy estrechas", se quejaba.

El dirigente de la cooperativa recalcó que nunca en la vida habían tenido un mercado con la calidad del actual. No todo fueron elogios. Algunos se mostraban preocupados por si podrán asumir los costes mensuales que suponen los nuevos puestos (350 euros más IVA sólo de alquiler a Sacyr, sin contar la luz, el agua, la comunidad, el teléfono y la seguridad social) cuando pase el boom de la inaguración. Preocupa también que vengan menos clientes con la limitación de acceso que ha impuesto el plan del centro. Muchos insisten en la necesidad de un aparcamiento subterráneo propio, algo que impide el PGOU vigente. Los retoques de algunos puestos y el acabado de zonas del mercado también inquieta a algunos.

El carnicero Francisco Rodríguez sigue siendo el más crítico. "He sentido mucho dolor. Podíamos haber hecho el mejor mercado de Europa y no esta verdadera mostruosidad. No sé quién lo pagará", se lamentaba.

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