Emprendedores en plena crisis
Crear una empresa se ha convertido en la alternativa más sólida al desempleo · La mayoría de los que apuestan por esta vía son universitarios menores de 35 años y en el paro · Sus negocios están asociados a las nuevas tecnologías
Frente a la emigración, el emprendimiento. Lo que hasta hace poco no era más que el empeño de unos pocos atrevidos por desarrollar un proyecto propio se ha convertido en una necesidad que viene marcada por la crisis. La mayoría de los que deciden probar suerte en esta vía son licenciados, con menos de 35 años y que apenas llevan un año en el paro. Las nuevas tecnologías juegan un factor fundamental en la consecución de los objetivos. Sin embargo, son los propios artífices de estos logros los que aseguran que la cultura emprendedora escasea aún en Sevilla y que es necesario educar en dichos valores a las nuevas generaciones desde el primer momento en que pisan la escuela.
A la hora de poner en marcha un negocio existen múltiples vías. El ciudadano puede acudir a las distintas empresas públicas que facilitan -pese al largo procedimiento burocrático en algunos casos- dicha gestión o a entidades como la Cámara de Comercio, cuya ventanilla única se ha convertido en uno de los medios más eficaces para hacer realidad un proyecto. Los universitarios con más inquietudes empresariales también cuentan con una vía de canalización a través de las spin-off de la Universidad de Sevilla o de la Pablo de Olavide (UPO). Bajo este término se engloban aquellos proyectos vinculados al conocimiento adquirido durante los años de carrera. Aquí se incluyen las empresas de base tecnológica (EBT) y las basadas en el conocimiento (EBC). En la Hispalense esta gestión se realiza a través de la Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación (OTRI), en cuyo catálogo publicado recientemente se informa que a lo largo de los últimos años entre todas las spin-off de dicha universidad se han creado más de 250 puestos de trabajo de alta cualificación, lo que ha generado una cifra de negocio superior a los 30 millones de euros anuales.
Relacionadas con estas iniciativas se encuentran las patentes de cada institución académica, esto es, los títulos de propiedad que otorga el Estado sobre las invenciones, con lo que se evita que terceros puedan hacer uso de ella, ya sea para su fabricación, venta o utilización. En la Universidad de Sevilla desde 2009 a 2011 se han registrado 227 patentes, siendo Medicina el sector que más aglutina y la Escuela Técnica Superior (ETS) de Ingeniería Informática el centro donde más se han expedido. En la Olavide, en lo que va de año se han cursado ya 57 solicitudes de patentes.
Dichas cifras son una muestra de la excelente preparación de los universitarios sevillanos. El problema, no obstante, radica en materializar este logro académico en una realidad empresarial. Y ahí es donde los emprendedores con los que se ha puesto en contacto este periódico subrayan una de las carencias del sistema educativo y de la sociedad sevillana en general, acostumbrada a que los licenciados trabajen por cuenta ajena, en el sector público o en el extranjero.
"Los cauces de financiación, la búsqueda de subvenciones y la necesidad de asesoramiento son los tres principales problemas que plantean quienes quieren crear una empresa", explica Luis Cordero, director de Consultoría y Emprendedores de la Cámara de Comercio de Sevilla, quien asegura que "el emprendimiento ha dejado de ser una vocación para convertirse en una realidad". A través de la ventanilla única de esta institución se han creado en los nuevos primeros meses de este año 414 empresas, de ellas, la mayor parte relacionadas con actividades profesionales (110) y servicios personales (101). La forma jurídica por la que se ha optado principalmente para su constitución es la de empresario individual (autónomo), por la que se decantó el 72% de los emprendedores. La mayoría, por cierto, hombres (238), aunque también es considerable el número de mujeres que apuestan por crear su propia empresa (176).
El perfil del emprendedor sevillano, según las estadísticas de la institución cameral, apenas ha variado en los últimos años. Desde que la ventanilla única se puso en marcha en 2002 se han creado a través de este servicio 3.829 empresas. Sólo en dos ocasiones se ha registrado una tasa de crecimiento negativo: 2007 y 2008, los años en los que comienza la crisis. Si antes de la debacle económica se registraron aumentos anuales en la constitución de empresas de hasta el 115%, posteriormente no se ha alcanzado dicho porcentaje, aunque desde 2009 la tasa sigue siendo positiva (entre el 20% y el 30%). Estas cifras -que son sólo una muestra de la creación empresarial en Sevilla- constatan que el emprendimiento sigue al alza pese a la crisis, circunstancia que, en lugar de entorpecerlo, lo ha convertido en una de las pocas vías factibles para un futuro laboral en la provincia.
Así lo afirman los cinco emprendedores que han hablado con Diario de Sevilla para narrar la gestación de sus proyectos, una trayectoria que no ha estado exenta de dificultades pero que dibuja un horizonte de esperanza en un presente teñido de negro. Es el caso de Antonio Franco, profesor de 37 años de la ETS de Ingeniería Agroeconómica. Después de un lustro de intenso trabajo, los sevillanos pueden ver el fruto de la labor desarrollada por una empresa de cinco socios en los jardines verticales del UPS Sagrado Corazón, en la barriada de Bami. Este sistema permite refrigerar un edificio a través de medios naturales como la vegetación. "Tras lograr un premio en el concurso de iniciativas empresariales de la OTRI de la Hispalense constituimos Terapia Urbana en 2010. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de la escasa formación que teníamos para crear una sociedad. Éramos especialistas en nuestras materias, pero no sabíamos cómo colocar el producto en el mercado, de ahí que insista en que es necesario que desde bien temprano a los jóvenes se les forme en la cultura emprendedora y no sólo de asimilación de conocimientos", expresa este sevillano, que se vio apoyado en esos momentos por la Fundación San Telmo.
La idea de instalar jardines verticales nace en las postrimerías del boom inmobiliario, pero Terapia Urbana encuentra muchas dificultades para que sus proyectos se materialicen con la caída del sector. Lejos de renunciar a sus objetivos, los cinco jóvenes que integran la empresa ponen su mirada en el exterior: si no pueden colocar sus productos en el mercado español, lo harán en el extranjero. Y así es como empiezan a trabajar en el Reino Unido y en Holanda. También diversifican su oferta. Se dirigen al sector hospitalario y presentan nuevos artículos con precios más asequibles, como los lienzos naturales, o lo que es lo mismo, vegetación enmarcada en un cuadro pensado para la refrigeración de interiores.
El caso de Terapia Urbana es un buen ejemplo del tipo de emprendedores que sobreviven a la crisis. Gestan un proyecto basado en los conocimientos universitarios y en nuevas tecnologías, que desarrollan al principio mediante la aportación de los socios y los premios de distintas instituciones y que lanzan a un mercado que traspasa las fronteras españolas.
Características similares se perciben en el Grupo Hespérides, del que forman parte cuatro estudiantes de Biotecnología de la UPO (todos de 26 años a excepción de uno con 30). La génesis de esta empresa se origina cuatro años atrás, cuando uno de los integrantes se ve afectado por la bajada que sufren las ventas en el sector de cítricos, negocio del que vive su familia. Surge entonces la idea de crear una bebida alcohólica a partir de la fermentación de la naranja. Ahí comienza la investigación que concluye en un año con un nuevo producto: Speriens. Poco después se crearía la empresa, a la que se dedican en exclusiva cuando acaban la carrera. Con el capital social mínimo (3.000 euros) y el dinero logrado en varios concursos empieza el rodaje de esta iniciativa que diversifica su oferta con la elaboración de vinagre de naranja agria y Kefir, una bebida de yogur de consumo tradicional en Rusia y países asiáticos y en la que Hespérides trabaja para hacerlo más "atractivo" en Europa, ya que su olor y apariencia "invitan poco a su compra".
Este grupo se dedica a patentar productos, no a comercializarlos. Durante estos años ya han sido varias distribuidoras multinacionales de Norteamérica, Alemania y Asia las que se han interesado en las bebidas que elaboran, por lo que cuentan con una clientela extranjera bastante importante. Mientras que se consolidan en el mercado, Hespérides obtiene su financiación a través de investigaciones que realizan ex profeso para determinadas empresas que no cuentan con este servicio y con los análisis para controlar la calidad de alimentos, ya sea para agricultores o caterings.
Cristóbal Fernández es el principal promotor de esta iniciativa. Los viajes de la empresa al extranjero le han permitido constatar que "la cultura del emprendimiento en España es muy distinta a la de otros países". "Aquí aún se tiene una percepción muy negativa de la figura del empresario, lo que perjudica a la hora de que un universitario se decida a ejecutar un proyecto. Ahora hay más emprendedores, pero no los suficientes, ya que cuando escasea el trabajo no hay otra alternativa que la de generar empleo por uno mismo", señala Fernández. En semejantes términos se expresa Antonio Franco, artífice de Terapia Urbana. Según este sevillano, "para que se cree empleo debe haber empleadores, y no podemos esperar a que la gente de fuera nos dé trabajo". Franco considera que en Andalucía "hay poca formación empresarial, un espíritu que debe formarse desde la escuela". Un hecho que para este emprendedor evidencia la falta de dicha cultura es que "el 50% de los universitarios sevillanos quieran ser funcionarios".
Sergio Rodríguez también opina que "estamos a años luz de otros países en emprendimieto". Este joven de 26 años, licenciado en la doble titulación de Derecho y Administración de Empresas por la Pablo de Olavide, fue el impulsor de Banana Campus, una red social de universitarios con vocación mundial que surgió como spin-off de la institución académica. La necesidad de contar con un servicio como éste en el que se respondiera a todas las necesidades de los estudiantes surgió tras su año de estancia en Australia. "Me di cuenta de que no existía una plataforma donde pudiera encontrar a un compañero para compartir piso, los apuntes de una asignatura, el perfil de un profesor o la descripción de un campus universitario", refiere Rodríguez, quien con la ayuda de otros socios (con edades comprendidas entre los 23 y 26 años) creó en 2011 la empresa que gestiona dicha red. Después de un curso de "muchísimo trabajo", Banana Campus cuenta ya con 5.000 usuarios, entre los que forman parte universitarios de otros países. "Nuestra intención es tener constancia al instante y por igual de lo que pasa en Harvard y en la Olavide", añade este joven, quien piensa que "no es momento de dejarse llevar por el contexto pesimista que nos rodea, sino de apostar por las nuevas tecnologías y hacer del emprendimiento el futuro de España".
Otro ejemplo de empresa spin-off es Skylife Engineering, nacida en la Universidad de Sevilla. Su promotora principal es María Ángeles Martín Prats, profesora del departamento de Ingeniería Electrónica de la ETS de Ingeniería. Esta sociedad se dedica al diseño, desarrollo y fabricación de sistemas electrónicos de aplicación aeroespacial. Uno de sus cuatro socios es Emilio José Cuerva González, de 31 años, diplomado en Ciencias Económicas y Empresariales y a punto de licenciarse en Investigación y Técnicas de Mercado. Cuerva señala que en los 16 meses de vida de la empresa ya se han logrado "múltiples" contratos con clientes como Boeing y Aertec. "Este proyecto nace tras percatarnos de que los aviones son cada vez más eléctricos y los clientes necesitan equipos pequeños y ligeros". Según este sevillano, el nicho de mercado que explota Skylife Engineering ha permitido internacionalizar los servicios y llegar hasta Canadá, uno de los países con mayor desarrollo aeronáutico. Durante este tiempo han contado con la ayuda del programa Campus de la Junta y con la de la Fundación Andalucía Emprende.
Respecto a la falta de cultura emprendedora en Sevilla, Cuerva cree que existe "un gran talento" pero se carece de educación empresarial. "Hace falta motivar a toda persona que tenga una idea viable", señala este universitario, quien, no obstante, matiza que en la actualidad existen varios canales para lograr este objetivo por parte de los organismos públicos y privados.
El régimen fiscal es una de las trabas a la hora de montar un negocio. Ignacio Manso, ingeniero industrial de 26 años, reconoce que existen "grandes dificultades" para que una empresa creada por una persona sea solvente en su primera etapa debido a las tasas impositivas. "Hay que vender un volumen muy grande de productos para hacer frente a tantos impuestos y lograr un sueldo digno", refiere Manso, para el que esta situación provoca que "la gente prefiera trabajar como empleado a abrir un negocio propio".
Este sevillano está creando una tienda virtual de artículos relacionados con la equitación (www.hipicaclub.es). La idea surgió tras los problemas que sorteó para encontrar una montura para su caballo. Después de meses de asesoramiento abrió una tienda física en el Centro Ecuestre Almensilla Candela. Sin embargo, siguió empeñado en un negocio virtual que fuera el "más competitivo" del sector, motivo por el cual construye ahora la página web para empezar la actividad lo antes posible.
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