"Empezamos a gobernar con una legislación franquista"

Plaza Nueva · luis uruñuela fernández

Fue el primer alcalde democrático de Sevilla. Años del 28-F, el 23-F, el Mundial 82, la visita del Papa y el triunfo de Felipe González, su alumno y su socio en la aventura de los becerros. Fue cofundador del PSA.

Luis Uruñuela.
Luis Uruñuela. / Juan Carlos Vázquez
Francisco Correal

12 de febrero 2017 - 00:57

Desde esta undécima planta se ve jugar a los escolares en el patio del Portaceli. Un piso al que Luis Uruñuela (Sevilla, 1937) llegó en 1971 y donde ha sido clandestino, diputado, alcalde de su ciudad (1979-1983), candidato a la Junta y opositor.

-El cuadro de Juan Valdés le da un aire de personaje histórico...

-Desde el momento que he sido alcalde de una gran ciudad como Sevilla, por supuesto que soy un personaje histórico, no por méritos propios, sino por datos objetivos. Sobre todo el haber sido el primer alcalde democrático.

-El último alcalde democrático había sido Horacio Hermoso, que murió fusilado en el 36.

-Conocí a sus hijas.

-Con las municipales del 79 aparecieron alcaldes singulares: Tierno Galván, en Madrid; Julio Anguita, en Córdoba; Francisco Vázquez, en Coruña; Carlos Díaz, en Cádiz... ¿Los trató?

-A todos. Cuando llegamos no había nada, estábamos estrenando la democracia municipal. Lo que hoy es la Federación de Municipios y Provincias no existía. Para poder negociar con el Gobierno central, una pareja negociadora que formaban Suárez y Abril Martorell, se formó una asociación con los veinte mayores municipios de España porque se dio la circunstancia de que en esos veinte municipios estaban representados todos los partidos políticos.

-¿Cómo recuerda la sequía y las restricciones de agua?

-Fue uno de los mayores problemas con los que me encontré. Me daban dos partes diarios de Emasesa. Tuvimos que establecer restricciones y justo en el momento en el que había que adoptar decisiones que perjudicarían a la mayor parte de las industrias sevillanas, empezó a llover.

-Hubo hasta rogativas...

-La gente me paraba por la calle y yo, para desdramatizar una situación que era dramática, decía que haría como Moisés, cogería el báculo y me pondría al frente de mi pueblo en busca de la Tierra Prometida.

-¿Cómo vivió un alcalde andalucista el 28-F de 1980?

-Me influyó poco por la sencilla razón de que en aquel entonces había que atender a gravísimos problemas del Ayuntamiento.

-Era diputado, pero la Alcaldía le libró del susto del 23-F...

-Me sustituyó Juan Carlos Aguilar, que era el número tres por Sevilla, donde sacamos dos. Al Ayuntamiento había que dedicarle las 24 horas del día y tres más y en el grupo parlamentario sólo éramos cinco. Sólo fui diputado en el Congreso un par de meses.

-¿Su escaño estaba en el Ayuntamiento?

-Uno de los grandes problemas era el de unos modos y unos hábitos de un Ayuntamiento autoritario. Todos los ayuntamientos de España tuvimos que empezar con la legislación franquista, no teníamos ni normas. Por parte del funcionariado, se nos recibió con mucha prevención, creían que íbamos a entrar como un elefante en una cacharrería, que íbamos a cortar cabezas, cosa que agitó la derecha mediática hablando del Frente Popular.

-En 1980, los norteamericanos boicotean los Juegos de Moscú.

-Nosotros vivimos intensamente el Mundial 82. Sevilla fue la sede de la selección de Brasil y se produjo una simbiosis y una empatía entre la gente y los brasileños. Aquello no era fútbol, era ballet.

-Por eso perdieron...

-Yo no soy aficionado al fútbol.

-Habiendo estudiado en la Escuela Francesa, ¿en la semifinal Francia-Alemania, al lado de su casa, iría con Francia?

-Fui al partido, recuerdo a Platini, pero no soy aficionado. Cuando la gente me pregunta y les digo que no soy del Betis ni del Sevilla, me dicen que cómo va a ser. Pues es.

-En 1982 gana las autonómicas Rafael Escuredo y llega de Tánger Amigo Vallejo. ¿Era el tiempo de los seductores?

-El clima política era tan distinto al de hoy. Rafael Escuredo era un adversario político, y en las autonómicas de 1982 fuimos rivales, pero nuestra relación fue siempre cordial. El hoy cardenal, entonces arzobispo, ha seguido diciendo durante muchos años que yo era su alcalde.

-Le tocó recibir a Juan Pablo II en noviembre de 1982...

-Desde el atentado de Turquía, el Papa estaba de salud regular. Venía como autoridad religiosa y como jefe de Estado, porque el Vaticano es un Estado. En Sevilla había una norma no escrita, pero sí consuetudinaria para recibir a los jefes de Estado con un escenario en la Puerta de Jerez, con la Guardia Municipal de gala y la Banda de música. Protocolo del Vaticano dijo que el Papa no iba a pasar por la Puerta de Jerez y yo dije que de ninguna manera porque la ciudad tenía que recibirlo. Al final accedieron. Es lo que ocurre en todos los países europeos, donde se le tiene más respeto a los alcaldes y los ayuntamientos que en España.

-Unos días antes, 28 de octubre del 82, Felipe cambia el mapa de España con su triunfo electoral.

-Felipe fue alumno mío en tercero y cuarto en la cátedra de Derecho Administrativo de Manuel Clavero. Como también lo fueron Alejandro Rojas-Marcos, Antonio Ojeda o Amparo Rubiales. Coincidimos porque yo era el presidente y fundador de Acción Católica en Sevilla, que organizábamos la Semana de Pensamiento Actual. En la tercera edición, invitamos a Aranguren con tan mala fortuna que lo inhabilitaron por el contubernio de Múnich y el cardenal Bueno Monreal la prohibió. Con Felipe surgió una amistad que se fue agrandando.

-¿Por afinidades políticas?

-No exactamente. Un día hablamos de la vida que llevábamos, de un sitio para otro, porque yo siempre llevaba dos o tres cosas a la vez. Me preguntó si me gustaba el campo y le dije que me encantaba. Su padre era vaquero, pero no un vaquero cualquiera. Compramos unos becerros, los llevamos a una finca y los dejamos en reposición, que con mis conocimientos de jurista no tenía ni idea de lo que era. Era engordarlos, llevarlos al matadero y repartirnos los beneficios. Así estuvimos años, pero años, yendo todos los domingos a la finca, con mis hijos Luis y María José todavía muy chicos.

-¿Lo casó usted por poderes?

-Eso está mal contado. Yo tomé los dichos por él con Carmen Romero, que era como un contrato prematrimonial, porque Felipe estaba fuera de España. Cuando se casó en Loreto, de chaqué, había un acta canónica y otra civil, y civilmente a Felipe lo casé yo.

-¿En qué Sevilla crece?

-Nací en la calle Recaredo, donde estaba la taberna de Becerra.

-¿Participa del mundo cofrade?

-He sido hermano de los Negritos, donde me bauticé, porque cuando nací en el 37 la iglesia de San Roque estaba cerrada porque fue incendiada durante la República.

-¿Tiene recuerdos de la guerra?

-Era muy pequeño y además en Sevilla duró tres cuartos de hora. La posguerra sí la viví entera.

-¿Por qué estudia en la Escuela Francesa?

-Por dos motivos, por el idioma y porque era un colegio privado. Mi padre no quería que fuera a un colegio público por razones contrarias a las de hoy. Hoy se puede considerar progresista ir a un colegio público, pero en el franquismo era regresivo. Está feo decirlo, siempre fui un alumno destacado, pero mi padre siempre se opuso por razones políticas e ideológicas a que solicitara una beca porque las daba el Gobierno franquista.

-El 2 de abril de 1979 cumplió 42 años. El 20 de abril le regalaron el bastón de alcalde. ¿Un regalo envenenado?

-El 20 de abril era sábado. Lo recuerdo por una razón muy elemental, porque el lunes empezaba la Feria, que nos la adjudicaron injustamente. La Feria había ido decayendo los últimos cuatro o cinco años y la del 79 fue la peor de la década. El domingo 21 todos los concejales nos encerramos en el Ayuntamiento para ver qué hacíamos con una cosa tan grande como la Feria, que era hacer una ciudad para seis días. De niño la disfruté mucho, si me pagaran por cada sevillana que he bailado sin duda me haría millonario.

-¿Impone más la Avenida Luis Uruñuela que el cuadro de Juan Valdés?

-La calle me la pusieron en Sevilla Este porque yo la pedí. Me ofrecieron varias grandes avenidas, incluida la de la Ronda del Tamarguillo. Si ya es incómodo que le pongan una calle a una persona que está viva, por lo menos que tenga algo que ver contigo. ¿Qué tenía yo que ver con la Ronda del Tamarguillo?

-¿Qué le une a Sevilla Este?

-Una de las cosas más grandes que hice como alcalde, el acuerdo urbanístico con la Junta de Compensación de lo que entonces se llamaba Polígono Aeropuerto. Desbloqueamos aquello, que estaba parado, y propicié que allí se fuera la Feria Iberoamericana de Muestras al Palacio de Congresos. Por problemas ideológicos, tuve que hacerlo contra mis socios de gobierno. Ni PSOE ni Partido Comunista lo veían y a mí me parecía una barbaridad. Era un despilfarro renunciar a los cinco mil millones de pesetas metidos allí. Ha sido la única vez que el alcalde de Sevilla ha firmado un acuerdo y después lo ha llevado a pleno. Entonces conseguí la unanimidad.

-De sus hijos, Luis lleva su nombre y María José, que falleció, dicen que era su alma gemela.

-Era mi mano derecha y mi mano izquierda. Después nacieron Laura, Ana y Raquel.

-¿Relación con otros alcaldes?

-A Manuel del Valle lo veo mucho. Estamos juntos en el Patronato del Alcázar, la Fundación de la Nao Victoria. A Alejandro lo veo muy poco, no va a nada. A Soledad Becerril la nombran ministra de Cultura siendo yo alcalde, la conozco hace muchísimos años. Zoido fue compañero de mi hija María José. Tengo ocho nietos.

-¿Se ganó el respeto de quienes se veían con la cabeza cortada?

-Por convencimiento y por actitud. Siempre le he tenido gran respeto a los funcionarios municipales. Mi especialidad en la Universidad, en el Derecho Administrativo, era el funcionamiento del Régimen Local, pero ni una sola vez hice uso de esos conocimientos. Prefería acudir al secretario o al inerventor. El otro problema era el económico. Cuando llegué el presupuesto era de 3.690 millones de pesetas. Me fui dejando un presupuesto preparado, no aprobado porque el PSOE sabía que iba a ganar las elecciones, de unos quince mil millones.

-¿Entendieron los andalucistas de Granada y los socialistas de Sevilla la permuta de alcaldías?

-Eso no está bien contado. Nunca fue un tripartito. Fue un bipartito entre PSOE y PCE que después pactaron con el PSA.

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