"Elías Torres es un buen arquitecto, pero en la Alameda se pasó"

Salvador Tarragó. Catedrático de Historia de la Arquitectura

Experto en la obra de Gaudí, este arquitecto fundó en Cataluña SOS Monuments Su discípulo Antonio Barrionuevo trabajó en el proyecto de construcción del pabellón de Japón

Salvador Tarragó, durante la entrevista antes de presentar el libro sobre su obra en el Ateneo.
Salvador Tarragó, durante la entrevista antes de presentar el libro sobre su obra en el Ateneo.
Francisco Correal

29 de noviembre 2013 - 05:03

Salvador Tarragó i Cid (Tortosa, 1941), catedrático de Historia de la Arquitectura, presentó en el Ateneo de Sevilla el libro Salvador Tarragó-Miscelánea.

-En uno de sus homenajes está Elías Torres, autor del proyecto de la Alameda de Hércules. ¿Qué le parece el resultado?

-Que se pasó. Es un buen arquitecto, pero a veces se pasa.

-¿Cuándo se pasa un arquitecto?

-Cuando excede los límites de la razón.

-¿Cómo habría sido la Expo 92 con Ricardo Bofill de comisario?

-Un desastre mayor, porque no tiene idea de la proporción; solamente se ocupa de su imagen y de sus extravagancias. Es peligroso socialmente un arquitecto así.

-Hay una obra temprana de Josep Lluis Sert en Sevilla, un chalé en Nervión, regalo de boda...

-Sert fue la mano derecha de Josep Torres-Clavé, un arquitecto que dibujaba muy bien y dirigió una revista que financiaba su madre. Formó en Cataluña un grupo anarco-comunista que socializó los colegios de arquitectos y los convirtió en sindicatos; habilitó escuelas en las iglesias y conventos; buscó viviendas para las porteras, que vivían como conejas debajo de las escaleras; hizo refugios contra los bombardeos de los alemanes. Torres Clavé era ingeniero militar y cuando llegaba el sábado se iba al frente. Quince días antes del final de la guerra, lo mató una bomba italiana.

-Usted es un experto en Gaudí...

-Cuando vivía de pobre, su padre era calderero, empezó a cobrar la tarifa alemana. De él decían que miraba los planos de la Sagrada Familia sin bajarse del coche. Leyendas. Un 11 de septiembre, celebrando el día de Cataluña, fue a la iglesia, que estaba cerrada; intentó abrirla y una pareja de la Guardia Civil se lo llevó a la cárcel. Pasó allí una noche y cuando salió pagó la fianza de los presos que estaban allí por la pena de su pobreza y de los carteristas.

-Barcelona es la ciudad española que más turistas recibe. ¿Cuántos a la Sagrada Familia?

-Entre un 40% y un 50% de los que vienen cada año.

-¿Cómo surgió su vocación?

-Con 12 años fui con mis padres a ver la película El manantial, en la que Gary Cooper era el arquitecto Frank Lloyd Wright. Salí del cine diciendo que quería ser arquitecto. Alguna vez pensé que era un idiota perdido.

-¿El arquitecto tiene ideología?

-Oriol Bohigas, por ejemplo, siempre fue de progresista y defensor de la libertad y era un elitista de mil pares de narices.

-Un día, el anterior alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, se asomó al balcón del Ayuntamiento con los arquitectos Norman Foster, Jean Nouvel, Arata Isozaki y Guillermo Vázquez Consuegra...

-¿Y cabían todos? Bilbao puso de moda una arquitectura de iconos. El Guggenheim fue una operación para cambiar la imagen de una ciudad contaminada, maloliente, deprimente. El coste del Guggenheim se financió con dos años de turismo.

-¿No influyó más el Metro de Norman Foster?

-En arquitectura existe lo que llaman el coeficiente de Foster, que consiste en multiplicar por tres el coste inicial del edificio. Por ejemplo, Rafael Moneo, la restauración del Prado la hizo con un coeficiente del 2,8. Un horror para el que utilizó a varios cursos de arquitectos como guías.

-¿Hay arquitectura del norte y del sur?

-La arquitectura depende de la naturaleza, del calor y el frío, del viento y el mar. Hoy cada vez menos, esos límites se obvian con el abuso del aire acondicionado y los materiales prefabricados de acero y derivados del petróleo. En Barcelona había una tradición de construcción en ladrillo en los años 60. Hoy no encuentras a nadie que sepa hacer una bóveda escalera.

-¿Ha trabajado en Andalucía?

-He construido muy poco, media docena de casas y unas cuantas restauraciones. Me dediqué más a la enseñanza y la historia. Ir a Granada y Córdoba es una borrachera continua de arquitectura.

-¿Qué salvaría de la Expo?

-El pabellón de Japón, de Tadao Ando. El proyecto de construcción se hizo en Barcelona, donde colaboró algún alumno mío como Antonio Barrionuevo, arquitecto sevillano.

-El Evangelio: La piedra que desecharon los arquitectos...

-... es hoy la piedra angular. Es una referencia al arquitecto del poder, que nos creemos creadores del mundo, y eso nos mata. O nos empeñamos en el lavado de cara en nombre de la cultura, que siempre ha sido un medio de justificar enredos y corrupciones.

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