Eduardo Peñalver ingresa en la Academia de Buenas Letras de Sevilla con una lección de protoperiodismo
El historiador y bibliotecario repasa la historia de las relaciones de sucesos impresas en la ciudad en el siglo XVII
El nuevo académico citó numerosos casos, como la fuga de un soldado sevillano preso en Constantinopla o las crónicas de martirios y asesinatos
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El historiador y bibliotecario Eduardo Peñalver Gómez ingresó este domingo en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, donde pronunció un discurso sobre las relaciones de sucesos impresas en la ciudad en el siglo XVII. Peñalver hizo un repaso por estas "familias editoriales" que pueden considerarse precursoras del periodismo en una época de grandeza absoluta de Sevilla.
Antes de entrar en materia, Peñalver tuvo palabras de cariño hacia Manuel Clavero Arévalo, cuyo asiento viene a ocupar tras la muerte de éste en 2021. "Fue don Manuel uno de los protagonistas en la construcción del estado de las autonomías, batiéndose para que no se impusiera el principio de desigualdad entre las comunidades, y su nombre figura con derecho propio en la historia reciente de España por su contribución a la gran transformación que llegó a nuestra nación a convertirse en un estado democrático y de derecho".
Peñalver citó a otro sevillano ilustre, Antonio Domínguez Ortiz, que abrió el camino para estudiar el tema de su conferencia, las relaciones de sucesos impresas. "El intento no es describir cómo eran Sevilla y el mundo en el siglo XVII, sino cómo percibían los propios sevillanos esa Sevilla y ese mundo, a la luz del testimonio que nos han dejado una serie de textos impresos que abarca cartas, avisos, noticias, diarios, relaciones, gacetas y papeles varios".
Definió el nuevo académico las relaciones de sucesos como "textos en los que se da noticia de uno o varios acontecimientos de los que su autor ha sido testigo o de los que ha sabido por cualquier otro conducto". Se las considera, por tanto, "un precedente temprano del periodismo, un precedente que, a lo largo del Seiscientos, incorpora la novedad de la periodización, nacida a la sombra de acontecimientos de larga duración de los que el público esperaba ser puntualmente informado".
Las relaciones eran "técnicamente pobres", con un papel de escasa calidad y compuestas por entre dos y cuatro hojas, que empezaron teniendo portadas pero que luego se sustituyeron por cabeceras y apenas tenían elementos gráficos más allá de alguna inicial grabada o adorno. Eran textos pensados para ser efímeros. "Lo que ha llegado a nosotros es una parte ínfima de lo que realmente existió", gracias a la "pasión de bibliófilos que en el siglo XIX se lanzaron en su busca en las almonedas y otros mercados anticuarios". Citó aquí a Juan José Gallardo, Pascual de Gayangos y el duque de T'Serclaes.
La conferencia estuvo plagada de ejemplos, de referencias a relaciones conocidas, con los que Peñalver explicó cómo eran estos impresos, sobre qué asuntos versaban, cuáles eran sus autores y fuentes y a quién beneficiaban. Las relaciones tuvieron gran éxito en Sevilla porque ésta era una ciudad que contaba con algo así que puede llamarse infraestructura para que se difundieran con gran eco. Había una buena red de imprentas y podían comprarse en estos negocios, pero también se distribuían para que las vendieran libreros, ciegos en sus puestos ambulantes de la calle Feria, las gradas de la Catedral y la Plaza del Altozano. "Parte de la tirada partiría a ciudades importantes del reino, en busca de otros mercados, y por último algunas remesas se embarcarían para América".
"Al poco de haber salido la noticia de la imprenta, buena parte de la ciudad la conocía y, suponemos, la comentaba en los corrillos". El historiador apuntó la relación impresa el 5 de junio de 1618 por el famoso impresor Juan Serrano de Vargas "en su taller junto a la calle de la Sierpes, enfrente del Correo Mayor". Daba cuenta de un "hecho asombroso", que era la fuga de un alférez sevillano, García del Castillo Bustamante, que estaba cautivo en Constantinopla. El militar español escapó con otros dos compañeros y metió fuego a las naves del puerto para que no lo persiguieran, después de robar cuatro galeras con las que él y sus compañeros llegaron a Malta.
El mismo impresor sacaría unas semanas más tarde una nueva relación titulada Gaceta romana, "en una de las primeras veces, si no la primera, que se usaba en España esa palabra", para la que habría que esperar casi medio siglo para volver a encontrarla. La importancia de Sevilla como centro emisor y distribuidor de relaciones de sucesos se explica por el peso específico de la ciudad en España y en Europa y la fuerte demanda de noticias que tenía una población en la que "había gentes de todas las naciones".
Pero también por la capacidad de la ciudad, que contaba con una "densa red de imprentas y una capacidad de producción editorial superior a la de otras ciudades de la península". "Fue con diferencia la mayor productora de noticias impresas en las dos primeras décadas del siglo XVII". Peñalver explicó que hay cerca de 5.000 ediciones sevillanas identificadas en esta centuria, de las que algo más de 1.100 son relaciones de sucesos. Sevilla fue "el taller donde se ensayó con las primeras manifestaciones impresas del periodismo".
Detalló el conferenciante todo tipo de relaciones, entre las que destacan las de guerras, las de desastres, las de solemnidades y las de los casos extraordinarios. Casos como el de Francisco, "un moro bautizado y ejecutado en una misma ceremonia", o el de María Jacinta, "asesinada y descuartizada por dos hermanos, Polonia y Matías, que fueron condenados, ella a ser emparedada por diez años y él al garrote y a que su cuerpo encerrado en una cuba se arrojara al Guadalquivir". También había "noticias del mundo exterior", y llegaron a Sevilla historias del rey de Japón, o la de un soldado tinerfeño, Juan Bautista Gallinato, que se convirtió en rey de Camboya.
"Buena parte de lo que sabían de su propia ciudad y del mundo, lo sabían los sevillanos gracias a estos impresos menores que al poco de leídos eran desechados y olvidados". Concluyó Peñalver citando un escrito de Francisco de Ariño, que relataba cómo "un viento repentino" se llevó volando los papeles que vendía un ciego en su tenderete en la plaza del Altozano. "Papeles. Así los llaman muchas veces las fuentes contemporáneas. La lectura de los pocos que no se ha llevado el viento puede llevar luz a rincones a los que normalmente no llega la historia".
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