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Domingo de Pentecostés en la calle Arrayán

Calle Rioja

La Iglesia de Ómnium Sanctórum celebró ayer su última misa antes de unas obras de pintura, limpieza y mantenimiento que trasladarán los servicios religiosos de este templo del siglo XIII a la casa parroquial de la calle Arrayán

Última misa en Omnium Sanctorum antes de las obras. / Juan Carlos Muñoz
Francisco Correal

13 de mayo 2024 - 06:01

Salvador Romero era ayer un hombre inmensamente feliz. Había engalanado los balcones de su casa de la calle Arrayán. No se había adelantado al paso del simpecado de la Macarena camino de la aldea o a la celebración del Corpus. Hacia la una del mediodía, un huésped muy especial entraba al patio de su vivienda en la fiesta de la Ascensión. No iba solo. Al Santísimo lo acompañaban el párroco de Omnium Sanctórum, los hermanos mayores de los Javieres, Carmen Doloroso, Reina de Todos los Santos y Carmen de Calatrava, acólitos, monaguillos y un nutrido grupo de su feligresía.

La misa celebrada por el primero, Pedro Juan Álvarez Barrera, ha sido la última durante el tiempo que duren las obras en esta iglesia del siglo XIII, “una curiosa mezcla de antiguas y nuevas devociones”, como escribe Manuel Jesús Roldán en su libro ‘Iglesias de Sevilla’. Además de historiador, es maniguetero de la hermandad de los Javieres. La próxima misa dominical, Domingo de Pentecostés, se celebrará en la casa parroquial de la calle Arrayán, en los bajos del piso donde viven Salvador y Pilar, su esposa.

La de ayer fue una jornada histórica. En una iglesia fundada por Fernando III sonaban en misa las Cantigas de su hijo Alfonso X el Sabio cantadas por Joaquín de la Peña. La parroquia se engalanó como en las mejores ocasiones. El pasado domingo, los titulares de la hermandad del Carmen fueron trasladados a la iglesia de los Terceros, sede parroquial de la Cena. La hermandad de la Sagrada Cena, curiosamente, se funda en esta iglesia de Omnium Sanctorum en 1580. Sede eclesiástica a la que va a volver a finales del siglo XIX después de los vaivenes históricos con motivo de la revolución francesa y la Gloriosa, nombre popular de la revolución de 1868.

Procesión del Santísimo. / M. G.

La Virgen de Gracia y Amparo, titular de la hermandad de los Javieres, está actualmente en la iglesia de Santa Marina, sede del Resucitado, hermandad muy vinculada con la cofradía del Martes Santo. Por tradición, los hermanos mayores de cada una son hermanos de la otra. El Cristo de los Javieres, obra del portugués Pires Azcárraga, fue directamente desde la iglesia hasta el taller de José María Leal ya que por la lluvia no pudo hacer estación de penitencia el pasado Martes Santo.

Omnium Sanctorum está habituada a las sístoles y diástoles de la historia. Algunas, ajenas al factor humano, como el terremoto de Lisboa de 1356, el primero de los dos seísmos lisboetas que mermó el patrimonio de la ciudad, o la peste de 1649, la que diezmó la población de Sevilla y es recogida como analgésico espiritual en los cuadros de Murillo. Otros cambios tuvieron que ver con la intervención del hombre. El 18 de julio de 1936 fue una de las iglesias afectadas por el ánimo depredador y sanguinario en el entorno del llamado Moscú sevillano, junto a Santa Marina o san Marcos. En esa época, la única hermandad que tenía su sede en la parroquia era la de la Cena, que buscó nuevo acomodo en la iglesia de los Terceros. En la capilla de las Ánimas está enterrado el sacristán que salvó de la inquina incendiaria el Sagrario.

Otra de las capillas, que recibió el nombre de los Cervantes, fue escenario de otros hechos históricos: en ella nació, según documentan Jesús Luengo y Juan Pedro Recio en ‘Compendio General de las Cofradías de Sevilla’, la hermandad del Silencio en 1340. Guarda en su interior el Pendón Verde, la enseña del motín que se vivió en la calle Feria por la subida del pan en 1521 y que documenta Antonio Domínguez Ortiz en uno de sus escritos.

La iglesia volvió a cerrar sus puertas el 20 de marzo de 1993 por unas obras de más calado que las que empiezan ahora, y que tuvieron el templo cerrado hasta 1996. De hecho, la primera procesión extraordinaria de la hermandad del Carmen y las nuevas reglas aprobadas por Monseñor Amigo Vallejo en 1995 coincidieron con la iglesia cerrada por obras. Las reglas de la hermandad de los Javieres son de 1955; hace su primera estación de penitencia el Martes Santo de 1957 desde la iglesia de los Jesuitas de la calle Jesús del Gran Poder y llega a la iglesia de la calle Feria dos décadas después, el 5 de marzo de 1977, un mes antes de la Semana Santa en la que Adolfo Suárez legalizó al Partido Comunista. El Cristo de los Javieres sufrió ese mismo año durante un ensayo de costaleros el impacto de un vehículo cuyo conductor perdió el control y el día de san José de 1986 fue objeto de serios desperfectos producidos por los autores de un robo sacrílego que obligó a su restauración.

En la presidencia de la misa, tres de los cuatro hermanos mayores unidos a esta parroquia: José Antonio Oliert, de los Javieres; José María Ferrero, del Carmen Doloroso; y Pedro Sánchez, del Carmen de Calatrava. Al hermano mayor de la Reina de Todos los Santos lo representaba José María Baeza, ya que Joaquín de la Peña era el sochantre que cantaba en la parte alta, junto al organista. En una tribuna que históricamente estuvo unida por un pasadizo con el palacio de los Marqueses de La Algaba. Tampoco existe ya la puerta lateral que daba al mercado de abastos. Sigue existiendo la que da a la calle Peris Mencheta, por la que se sale y se entra para los oficios. Los sepulcros de los Guzmanes están vacíos.

Durante las obras, las misas se celebrarán en la Casa Parroquial, unos salones que bendijo el día de Todos los Santos de 2013 el arzobispo de Sevilla Juan José Asenjo Pelegrina. La preside un Crucificado que bendijo Juan Pablo II en su segunda visita a Sevilla y que estaba en la capilla de Belén de la calle Calatrava. En este lugar se celebraron las misas y sacramentos (bodas, comuniones, confirmaciones) durante las obras del 93-96, pero la capilla se desacralizó, ahora pertenece al colegio de Safa y se usa como colegio electoral en los días de votaciones.

"La Iglesia no la hacen los ladrillos, la hacemos nosotros”, dirá el párroco de Omnium Sanctórum de los cristianos como piedras vivas en la nueva sede de la casa parroquial en la calle Arrayán, que era el nombre también de un histórico cine de verano en los tiempos de la selecta nevería. Antes de la misa, el párroco compartió un café en el bar Guadiana con Oliert y Ferrero, los hermanos mayores respectivos de los Javieres y del Carmen. Ésta, que nace el verano de 1982 con un grupo de devotos que hacían la mili en San Fernando, hizo su primera estación de penitencia en 2008. La festividad del Carmen, patrona de los marineros, les cogerá en Arrayán el próximo 16 de julio. Los Javieres es la primera que admitió hermanas nazarenas y la única hasta ahora que ha tenido una mujer al frente de su junta, Maruja Vilchez. De esta iglesia fue feligrés Manuel González-Serna, que encabezaba la última causa de beatificación de mártires de la diócesis.

Las obras de Ómnium Sanctórum coinciden con los 775 años de existencia de esta iglesia gótico mudéjar de la que Manuel Jesús Roldán descarta "su posible origen musulmán", atribuido por quienes vieron alguna similitud con el modelo almohade de la Giralda. El párroco estará varios meses sin dar misa en la iglesia de la calle Feria, pero el 22 de mayo celebrará la Eucaristía en la Catedral.

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