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Días de sidra y dinamita en la Oviedo de Clarín

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Recreación. Pepe Mel se adentra en su quinta novela, 'Los asesinatos de la Xana', en una serie de crímenes misteriosos en plena Revolución de Asturias, que marcó la II República

Pepe Mel, en una imagen reciente. / José Ángel García
Francisco Correal

30 de julio 2022 - 05:00

La temporada 1933-34 el máximo goleador de la Liga fue Isidro Lángara, delantero del Oviedo, que fue Pichichi tres temporadas consecutivas y con la guerra civil se exilió a México. La Revolución de Asturias tuvo lugar en octubre de 1934, meses en los que se estaba fraguando la única Liga que ha obtenido el Real Betis Balompié, la 34-35, entrenado por el irlandés Patrick O'Connell. Equipo del que Pepe Mel (Madrid, 1963) fue jugador y entrenador.

Pese a estos precedentes balompédicos, Los asesinatos de la Xana (Almuzara), quinta novela de Pepe Mel, no es una historia de fútbol. La acción se desarrolla entre el 4 y el 19 de octubre de 1934 en Asturias, espacio geográfico de una Revolución cuyo fracaso marcó el devenir de la Segunda República. Tampoco es propiamente una novela histórica, aunque al futbolista y entrenador sea una disciplina que le apasiona.

El mítico goleador vive una relación de barbecho entre fútbol y literatura

Nunca jugó en el Sporting ni entrenó al Oviedo. Asturias es la tierra de la madre de la esposa del autor de esta novela. A su suegra le debe las pocas palabras en bable que aparecen en la historia. Con algún guiño sevillano, como una referencia a Cernuda y su espanto ante los acontecimientos. Pepe Mel nace en Madrid en 1963, el año que muere Luis Cernuda en el exilio mexicano, el país donde el Pichichi Lángara siguió su trayectoria futbolística. También aparece una monja, personaje muy literario, perdida en un hospital asturiano. Una sevillana del barrio de San Lorenzo, del que es vecino el propio Pepe Mel, una religiosa en cuyo despacho hay un cuadro en el que se ven la torre del Oro y la Giralda contempladas desde el barrio de Triana.

No quiero desvelar la trama de la novela para no destripársela a sus hipotéticos lectores, pero tengan por seguro que les va a sorprender. En la jerga del deporte donde cobró popularidad como uno de los más raciales arietes y goleadores, Los asesinatos de la Xana es una chilena ejecutada con vaselina. Dos historias paralelas, una real, otra ficticia, cada una de ellas protagonizada por un hermano. El acercamiento entre los dos hermanos, cada uno perteneciente a un bando (el minero revolucionario y el forense que por su oficio trabaja muy cerca de la Guardia Civil) propicia la vecindad entre las dos historias. Un salto sin red del autor que adentra su libro en el realismo mágico (muertes que están en los libros de Historia y otras que pertenecen a las pesadillas de un lector de Poe o Lovecraft) o incluso en ese género de la novela negra que ha hecho de Gijón la capital nacional de esta modalidad literaria.

David (Guaje) y Pelayo son los dos hermanos. Hay una historia de amor. Mucha sidra, mucha dinamita (de Asturias procedía la que obtuvieron los autores criminales del 11-M) y una Oviedo capitalina, la Vetusta de Clarín, la capital del Principado, convertida en una Mariupol donde fueron a morir los sueños de los insurgentes hasta la llegada de las tropas de López Ochoa y Franco para apagar la revolución. Franco se casó en Oviedo con una asturiana, pero esta novela tampoco va de la Copa del Generalísimo.

El forense que investiga los misteriosos asesinatos de raíces mitológicas siempre fuma Bisonte, un tabaco de hombres que se decía antiguamente. Pepe Mel nace en la misma ciudad y el mismo año que Michel y Butragueño, dos de los componentes de la Quinta del Buitre. Él pertenece a esa generación, aunque con el Madrid sólo disputó un partido, frente al Calvo Sotelo de Puertollano, el equipo de mi pueblo. Una generación de futbolistas que rompió el molde que existía del gremio, que completaban Martín Vázquez, apellidos de torero, Manolo Sanchís, buen aficionado a la ópera, y Miguel Pardeza, de todos ellos el más volcado con la literatura, autor incluso de un estudio sobre la obra literaria y periodística de César González Ruano.

Pepe Mel publica su primera novela, El mentiroso, en 2011, días antes de viajar al Bernabeu como entrenador del Betis para enfrentarse al Real Madrid. La presentó en Sevilla el 20 de octubre de 2011. Ese día se produjo el asesinato en directo del Muhammar el Gaddafi, Eta anunció el final de la lucha armada y Ricardo Suárez inauguró exposición en lo que hoy es la Sala Turina. Pepe Mel me confió la presentación de La llave sefardí, una historia ambientada en la España de Velázquez y la corte de Felipe IV. Ya entonces me contó que uno de sus proyectos era una novela ambientada en la Revolución asturiana.

Pepe Mel, un delantero de los antiguos que se ha convertido en un escritor de los modernos, llegó al Betis después de lograr el ascenso a Primera como futbolista con el Castellón. Ha sido Pichichi en Segunda, como también lo fueron Quini, paisano de los personajes de esta novela, Quino, Amancio o Rubén Castro. Su última escala como entrenador ha sido en Las Palmas. Tiene una relación de barbecho con el fútbol y la literatura. De los caprichos del destino o el acierto de su representante dependerá que llegue antes el próximo destino profesional de Pepe Mel, en España o en el extranjero (mejoró su inglés en el Clic cuando marchó a entrenar en la Premier inglesa) o su sexta novela. Nada histórico le es ajeno. Su quinta novela, que pulirán en la segunda edición, ha sido un gol por la escuadra.

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