Ambiente tras la exhumación de Queipo de Llano y Bohórquez / Juan Carlos Vázquez

Más expectación mediática que ciudadana. La vida sigue igual en la Macarena. La exhumación en la madrugada de este jueves de los cuerpos de Gonzalo Queipo de Llano, su esposa Genoveva Martí, y Francisco Bohórquez, no ha variado ni un ápice la rutina en la basílica. Apenas habían pasado seis horas de la salida de los restos cuando el templo abría sus puertas. Eran las ocho de la mañana. En la Resolana, trabajadores y estudiantes se bajaban de los autobuses. Frente al Arco se despachaban los primeros churros. Las máquinas de café de los bares comenzaban a echar humo. En el interior del templo macareno, dos alfombras ocultan el lugar que hasta ahora ocupaban las lápidas. En el día uno después de Queipo sólo este detalle y los micros y cámaras que revoloteaban en el exterior advertían de que algo había ocurrido esa noche.

Se había puesto fin al culebrón Queipo. La aprobación definitiva de la ley de Memoria Democrática y la publicación del procedimiento para exhumarlo había dado a la Hermandad de la Macarena las herramientas necesarias para consumar la exhumación con todas las garantías necesarias. El debate, si alguna vez lo ha habido en el seno de la corporación, estaba zanjado.

La mañana es fresca. Hay poca actividad todavía. Los fieles y devotos comienzan a llegar a la basílica para rezar a la Virgen de la Esperanza. Para muchos de los vecinos es lo primero que hacen cada mañana. No hay personas concentradas ante el templo. Tan sólo alguna persona que pasa aplaude o hace un comentario al ver a la prensa que conecta en directo con los programas matinales.

Muchas de las personas que acuden a la basílica se enteran en ese momento de la salida de los restos de Queipo y Bohórquez. Al ser preguntados por los periodistas responden con cierta indiferencia. "Es algo que no me importa mucho", dice una señora sin pararse. Es esta la opinión mayoritaria de los que acceden al templo y sólo buscan la mirada de la Virgen de la Esperanza. Para ellos, como para la inmensa mayoría de los hermanos, la presencia de Queipo y Bohórquez era sólo una anécdota que nunca les ha desviado de lo principal y que nunca ha sido un obstáculo para que la corporación pudiera cumplir con sus fines: el culto, la caridad y la formación.

"A ver si ahora hablan de la gran cantidad de dinero y recursos que la hermandad dedica a caridad. De la cantidad de personas que comen cada día gracias a ella o que pueden pagar sus facturas con su ayuda". Quien expresa esta opinión es una persona destacada el mundo de las cofradías. Que ha ostentado cargos de responsabilidad, pero que prefiere permanecer en el anonimato.

La mañana avanza. El sol comienza a calentar. Ahora son muchos padres los que dirigen con sus hijos a algunos de los colegios cercanos. Las campanas de la basílica repican para llamar a misa de nueve. Todo sigue en calma. El chorreo de devotos ya es importante. El templo se llena para asistir a la eucaristía. El trato del personal de la hermandad a los miembros de la prensa que tratan de hacer fotos o recabar testimonios es exquisito. Advierten de que durante la celebración no se pueden hacer fotos. Las personas entran sin reparar en la capilla en la que se encontraban los restos de Queipo y su esposa. La tumba de Bohórquez, que sí fue hermano mayor efectivo, con mando y mucho, siempre ha estado menos a la vista al estar cubierta habitualmente con una alfombra.

Se forman pequeñas tertulias entre las personas que compran cupones a los pies del arco. El servicio de limpieza realiza las labores cotidianas en el atrio. Apenas pasan veinte minutos de las nueve cuando el hermano mayor, José Antonio Fernández Cabrero, y otros miembros de la junta de gobierno salen de la basílica tras una larga noche. El gesto es serio y el rictus de cansancio. Salen sin hacer declaraciones. La hermandad ya ha dicho lo que tenía que decir en un contundente comunicado publicado durante la madrugada. Reclama permanecer al margen de cualquier polémica ideológica y política ajena a los fines de la misma y a su condición de asociación de fieles católicos. Hasta esa hora han estado redactando el acta que requería la exhumación.

Queipo y Bohórquez ya está fuera de la Macarena. Los sevillanos siguen acudiendo a mansalva para rezar ante la Virgen de la Esperanza. Como siempre ha ocurrido. La vida sigue igual en la Macarena el día uno después de Queipo.

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