"Deseo que mi hijo tenga una vida normal"
La familia regresa a Granada, donde le espera un caluroso recibimiento.
Los padres de Antonio y Estrella no están acostumbrados a los micrófonos ni a las cámaras de televisión pese a que en apenas cuatro meses se han convertido en dos ocasiones en centro de la noticia. La primera fue en febrero cuando Salud anunció el nacimiento de la pequeña Estrella por diagnóstico genético preimplantatorio para curar a su hermano -el segundo caso que se daba en España- y la segunda fue ayer mismo, cuando la familia ya feliz podía abandonar el hospital con la buena noticia del éxito de un proceso largo que ha permitido su deseo más ansiado, que su hijo mayor se cure.
Al llegar al vestíbulo del Edificio de Gobierno del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla -hospital referente para estas técnicas- apenas podían hablar. Per el primero en hacerlo fue el protagonista, el hijo mayor, Antonio, que aseguró, tras más de un mes de ingreso, que está deseando "volver a casa", a Churriana de la Vega. "Quiero ver a mis abuelos", decía este niño al que con cuatro años le diagnosticaron la enfermedad sanguínea.
El deseo era recíproco ya que desde Granada, a más de 250 kilómetros de distancia, su abuelo paterno Antonio no pensaba ayer en otra cosa que no fuera coger el coche y llegar a Sevilla para ver y abrazar al pequeño. "Estoy viendo a mi nieto por la tele", decía a este periódico en respuesta a las declaraciones del niño, al que prometió una fiesta de bienvenida con muchos niños y juegos.
"Ayer me dieron el santo con la buena noticia. En realidad a los tres: a mí, a mi hijo y a mi nieto. Llevamos tres años deseando que ocurriera esto y estamos muy felices. Hace un año no teníamos casi esperanzas pero con el nacimiento de mi Estrella cambió todo. Estoy loco por verlo", decía.
Mientras, en el hospital, la imagen era la del pequeño acariciando a cada momento a su hermana Estrella, que sostenía en el regazo su madre Melania García, mientras declaraba a los periodistas que de mayor quiere ser "policía".
Su padre, Antonio Fuillerat, siempre atento a las palabras de su hijo, expresaba que la mayor ilusión que ha tenido desde que hace dos años y medio comenzó este proceso es la de que su hijo "vuelva al colegio, a salir a la calle a jugar con los amigos y, en definitiva, a tener una vida normal como la de cualquier niño". Porque por su enfermedad no podía hacer nada. No podía ir al colegio -tenía un profesor en casa-, "vivía en una burbuja". Por eso están tan esperanzados, porque podrán ver "algo tan sencillo como verlo jugar, estar con otros niños, correr, saltar, en definitiva, vivir". "Quiero que deje de ser especial", decía con emoción su abuelo Antonio, que tiene siete nietos de sus seis hijos y que ha llevado este 'calvario' día a día con su nieto. "Llevo tres años yendo todos los jueves al hospital a hacerle una transfusión y siempre pendiente de él".
La madre, Melania García, por su parte, aclaraba que desde el primer momento le dijeron a su hijo mayor que su hermana "vendría al mundo para curarle". En los próximos meses, debido al tratamiento inmunosupresor que tendrá que seguir el pequeño Antonio, se verá obligado a mantener unas medidas preventivas. Luego llegará la normalidad tan ansiada por esta familia, muy agradecida a todos los médicos.
El abuelo, entre la emoción y los nervios por ver a su nieto, quiso agradecer ayer a través de este periódico "el apoyo y la ayuda de los profesionales y de la gente, de todo el mundo, que nos han apoyado y nos han hecho sentir que no estábamos solos". De hecho, muy comprometido con esta situación, tuvo palabras de recuerdo para "todos los niños que hay en la séptima planta y que están mal. No se me pueden ir de la cabeza. No podemos vivir de espaldas a estas situaciones ni de espaldas a algo tan sencillo como la donación", por lo que seguirá luchando por ellos.
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