Desalojados con cinco hijos
Una pareja de Torreblanca rehipotecó el piso dos veces y lo perdió al quedarse en paro. El banco no aceptó la oferta de la familia de pagar una letra más baja.
Sandra y Domingo, desempleados y padres de cinco hijos con edades de 2 a 16 años, han sido desahuciados de su piso de 45 metros de Torreblanca. El banco subastó la vivienda y se negó a aceptar la oferta de la familia de seguir pagando poco a poco una renta más baja. "Yo no me negué a pagar la hipoteca; le pedí al banco que me dejara la letra de 410 euros más baja, que podíamos ir pagando unos 50 ó 70 euros al mes, pero no aceptó. ¿De dónde vamos a sacar nosotros 400 euros si no tenemos trabajo?", relata la madre de los niños. Ahora es propiedad del banco, que amenaza con embargar la pensión a la madre de Sandra, limpiadora jubilada del Ayuntamiento, que avaló a la pareja en la hipoteca.
Al marido, de 31 años, lo despidieron hace ocho meses de la chatarrería donde trabajaba. Ella, de 34 años, trabajaba hasta hace dos años de limpiadora en una discoteca del centro de Sevilla pero ya no encuentra trabajo. Hace tres meses que no cobran la ayuda familiar de 400 euros. Sobreviven con lo que ganan vendiendo los sábados electrodomésticos usados que les ceden sus vecinas en el mercadillo del Charco de la Pava.
La hipoteca se complicó con dos rehipotecas que firmaron y elevaron el coste del piso de los 26.000 euros iniciales a 75.000 euros. De una letra de 130 euros pasaron a pagar 410 euros. El banco no les dio ninguna facilidad para pagar con condiciones más favorables.
Eso fue el verano pasado. La familia se negó a quedarse en la calle y decidió entrar en su casa, pero de okupa. Dejar una vivienda vacía es un riesgo porque hay cola para entrar. "Antes de que se meta otra persona, me meto en mi casa con mis cinco hijos", explica Sandra.
En este barrio se salvan de la amenaza de desahucio las personas mayores que pagaron hace años su vivienda. Han montado un quiosco dentro del segundo dormitorio de su casa (un bajo) con los últimos 180 euros que le quedaron de la ayuda familiar. Lo que saca del quiosco le da para guisar cada día un plato de cuchareo. Los cinco hijos duermen juntos en el cuarto que queda y el matrimonio en un colchón de espuma en el suelo del salón. Allí tienen un horno donde calienta pizzas, bocadillos y gofres que les costó 150 euros de segunda mano. También reciben 80 euros al mes de ayuda social de las Hermanas de la Cruz de Torreblanca, que les dan cinco piezas de pan diarias.
La madre, como avalista de su hija, ha estado recibiendo amenazas de que le embargarían la pensión que cobra como limpiadora jubilada del Ayuntamiento. La abuela ayuda con lo que puede para comprar ropa o zapatos a los niños.
Recuerda con lágrimas el día del desalojo, la llegada del cerrajero, del empleado del banco y de la Policía Nacional. Se negó a sacar sus cosas del piso y se negó a firmar la resolución de desalojo porque el banco no le había aceptado bajar la renta mensual. "Dígale al banco que yo no me voy a ir de aquí con mis niños. No me he negado a pagar y el banco sí se ha negado a aceptar nuestra oferta", lamenta. Hace seis meses el banco envió de nuevo a la Policía a tomar nota de las personas que estaban en la vivienda, y Sandra les dijo: "que no me voy del piso, que con cinco niños no me voy a la calle". Quedarse en la calle supone que le quiten a sus hijos para llevarlos a un centro de acogida, como le ha pasado a una de sus cuñadas y a otras vecinas. Todos van al colegio.
En el barrio abundan las familias numerosas desahuciadas que han vuelto a su casa con una patada en la puerta, los que sobreviven con la venta de chatarra y cosas usadas en el Charco de la Pava. Ellos se vinieron de las Tres Mil Viviendas buscando un barrio más tranquilo para sus hijos. La misma situación viven otros vecinos de su bloque y familias de esta barriada de los pisos blancos de Torreblanca. Culpan de ello a la financiera que les gestionó las rehipotecas con los bancos. "La inmobiliaria del barrio ha ganado dinero rehipotecando los pisos de la zona. Nos estafaron y se quedaron con todo el dinero. ¿Qué han hecho con esos dineros?", pregunta Sandra.
Le hubiera salvado la vida el premio de lotería que trajo millones a Torreblanca este verano. Gracias a ese premio, un vecino le ha vendido por 20 euros una ventana nueva blanca que ha instalado en su casa. "Esto es muy duro. Esto es para quien lo viva. No estamos así porque queremos", se lamenta. Ha llamado a un conocido programa de la televisión andaluza contando su caso, pero le han dicho que tienen que estudiar su caso. Pide un colchón para ella y su marido; ya que el que tiene es una esponja que le daña la espalda, y ayuda para pintar la casa que ocupan.
Sandra ha escrito al Defensor del Pueblo Andaluz y el Ayuntamiento le respondió que le buscaría ayuda para un piso social. Pero los trámites son lentos para la urgencia del caso.
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