Depresión, el reto pendiente de la salud mental post pandemia

Salud mental | Los coletazos de la pandemia

Psiquiatras alertas de la saturación de sus consultas con "falsos cuadros depresivos" alentados por la pérdida del bienestar emocional a consecuencia de la crisis sanitaria del Covid

La salud emocional de los menores también se resiente

Se dispara el consumo de fármacos para dormir: "Es un problema más emocional que médico"

Ilustración: Rosell
Ilustración: Rosell

Dice el coordinador del Plan Integral de Salud Mental de Andalucía y director de la unidad de gestión clínica de Psiquiatría del Hospital Virgen del Rocío, Benedicto Crespo, que "no toda tristeza es depresión, ni toda depresión germina en la tristeza". Para sentirnos tristes, tenemos que vivir experiencias dolorosas, frustrantes, desafortunadas, estresantes: la pérdida de un familiar, un divorcio, el desempleo, una grave enfermedad, la enemistad…. Pero para sentirnos deprimidos, no es necesario que se haya cruzado un hecho dramático, lamentable o hiriente. La depresión es resultado de la interacción de varios factores: genético, cambios neurobiológicos y ambientales.

"Todo lo que nos ha tocado vivir en los dos últimos años ha condicionado evidentemente la aparición de muchos cuadros psiquiátricos en general. Eso hace que estemos viendo también mucha sintomatología que no corresponden a un trastorno depresivo. Son cuadros de tristeza, de adaptación o de ansiedad por un momento concreto complicado, pero sin llegar a tener esa gravedad el grado del diagnostico de una enfermedad mental", argumenta el psiquiatra.

Es evidente que estamos mal. Los profesionales de la salud mental nunca han tenido tanto trabajo. En España, casi el 50% de la población ha sufrido problemas de sueño desde el inicio de la pandemia y el 38,7% se ha sentido cansado o sin energías. Se han prescrito más del doble de psicofármacos que antes, sobre todo ansiolíticos, antidepresivos e inductores del sueño. El 35,1% de los españoles admite que ha llorado en el último año y medio. Todo según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

Falsos cuadros depresivos

La pandemia ha catapultado la presencia del asunto en los medios de comunicación, en las conversaciones con amigos y hasta con compañeros de trabajo. "Estoy de baja por ansiedad" es algo escuchado tan frecuentemente que impacta. Lo mismo ocurre con la depresión. El término ha calado de lleno entre la ciudadanía que ha visto cómo su estado del bienestar se ha esfumado. Nada ha vuelto a ser como antes y cada vez más gente está llegando a consulta (según el CIS, un 6,4% de la población ha acudido a un profesional de la salud mental desde el inicio de la pandemia, el 43,7% por ansiedad y el 35,5% por depresión). ¿Qué es lo que ocurre allí? ¿Qué apuntan los terapeutas mientras la gente narra sus tristezas, angustias y preocupaciones?

El doctor Crespo apunta la llegada "masiva" a las unidades de salud mental de pacientes con "falsos cuadros depresivos". Lo explica: "Estamos asistiendo a un momento de mucha demanda de cuadros con apariencia depresiva pero que en realidad responden a una pérdida del bienestar emocional. Realmente son adaptaciones a la vida cotidiana de determinados cambios, es decir, circunstancias que mueven nuestro equilibrio vital y que nos hacen estar tristes y bajar el animo, pero eso no quiere decir que estemos ante una depresión. Uno no se levanta un día con depresión y al cabo del día recupera su rutina", apostilla.

Consultas saturadas

Hay que entender que el bienestar emocional forma parte de nuestra salud, de la calidad de vida y de la vida en comunidad. La pandemia nos ha permitido abrir los ojos y cambiar el foco. La gente se ha sentido triste, angustiada, y, es evidente, que un porcentaje de esta población sufrirá un trastorno que, si no se trabaja a tiempo, se puede cronificar y tener consecuencias graves. Para evitarlo, el psiquiatra del Virgen del Rocío apuesta por el refuerzo de un modelo de salud mental comunitario en el que la Atención Primaria no sea sólo un elemento de apoyo.

"El sistema actual hace que las consultas de las unidades de salud mental estén saturadas porque son muchas las derivaciones que nos llegan de Atención Primaria y que en realidad son problemas que no serían susceptibles de ser tratados en salud mental si tuviéramos algún tipo de cribado u orientación o tratamientos previos. Nosotros podemos intervenir cuando esa causalidad ha provocado una enfermedad, pero si lo que ha provocado es una adaptación del individuo a otra fase de su vida, no podemos hacer más que acompañar y comprender, pero no poner un tratamiento psiquiátrico, por ejemplo, por miedos tras pasar el Covid o por haber perdido el trabajo. Son casos en los que se recomienda una autogestión del estrés y son esos los que nos están saturando las consultas. Nos ocupamos más de cribar esos casos que de dedicar todo el tiempo que realmente necesitan las personas que tienen un problema", lamenta el doctor Crespo.

Tristeza prolongada en el tiempo

Por su parte, en la evaluación, cumple todos los criterios de un episodio depresivo mayor, de moderado a grave, cuando en esa tristeza manifiesta interfieren otras dos variables. "Una perdurabilidad en el tiempo y un impacto real en la vida del individuo", apunta el psiquiatra. "Incapacidad para disfrutar de las cosas de una manera mantenida durante más de dos semanas, dormir mal, despertar con muchísima ansiedad, síntomas somáticos como dolor, astenia, cansancio o falta de apetito sexual, entre otros", añade.

"Aquí es donde verdaderamente está el problema", apostilla. En este sentido, la detección precoz es clave para asegurar un correcto diagnóstico, según explica el doctor Crespo. "No toda tristeza es una depresión, pero en toda depresión hay tristeza, debemos estar alerta. Lo más importante es conocer los síntomas para poder identificar que algo va mal y consultar cuanto antes a un profesional de la salud mental para iniciar el tratamiento indicado lo antes posible", recomienda.

La depresión es una enfermedad mental compleja, multidimensional y heterogénea. Se calcula que más de 300.000 personas en Andalucía padecen depresión, según datos de la Consejería de Salud, y lo que es más preocupante las cifras van en aumento. De acuerdo con el estudio Repercusiones psicológicas de la Covid-19 en Andalucía elaborado por la Fundación Centro de Estudios Andaluces (CENTRA), más de la mitad de los andaluces manifiestan mayor malestar psicológico general que antes de la pandemia. Normalizarla es un paso fundamental para que las personas que la sufren puedan hablar de ella sin tabúes y reciban la ayuda que necesitan. Sin embargo, en un porcentaje importante de casos pasa inadvertida, o no se consulta y, por lo tanto, y en contra de esa sobre manifestación descrita anteriormente, existe un infradiagnóstico. Por eso, los especialistas recomiendan pedir ayuda a tiempo para asegurar la detección e intervención precoz y así mejorar el pronóstico, el curso y la evolución de la depresión.

"Todas las personas se sienten tristes o decaídas de vez en cuando, pero la depresión clínica o el trastorno depresivo mayor cursa con síntomas graves o persistentes que pueden afectar a la capacidad de la persona, cómo se siente, piensa o afronta sus actividades cotidianas" detalla el doctor Crespo, quien añade que esta enfermedad puede aparecer por "factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos".

El impacto en los mayores y adolescentes

La ola de enfermedad mental nos afecta a todos, aunque no por igual. El golpe ha sido más duro para unos sectores de población que para otros. La doctora Jacqueline Mayoral, subdirectora de Salud Mental del Virgen del Rocío, recuerda que la pandemia ha castigado especialmente a la salud mental de determinados colectivos como niños, jóvenes, embarazadas o personas mayores. "En 2021, en Andalucía hemos detectado un aumento de un 21% en las consultas de Salud Mental en niños y adolescentes respecto al 2019, especialmente por sintomatología depresiva y ansiosa", afirma.

Y es que, la pandemia ha visibilizado un problema de salud mental que ya estaba ahí, rebajando el tabú que existía a su alrededor. En palabras de la doctora Mayoral: "Toda visibilización de los problemas de salud mental lo que reporta siempre son beneficios. Hablar de ello está ayudando a normalizar los trastornos de salud mental como cualquier otra enfermedad. Cuando a la población se le educa y transmite que existen una serie de síntomas, del tipo emociones o sensaciones, que pueden ser parte de un trastorno del tipo depresión o ansiedad, lo único que hace es promocionar la salud mental y hacer más visible la patología, situándola al nivel de otras enfermedades que le pueden pasar al cualquiera del tipo diabetes o hipertensión. Es crucial que en esos momentos que alguien pueda detectar ciertos síntomas que puedan ser compatibles con una depresión o ansiedad, pida ayuda cuanto antes. Siempre nos va a proporcionar un mejor diagnostico a largo plazo", apostilla.

El año pasado la salud mental estuvo como nunca sobre la mesa y tanto el Gobierno central como varios autonómicos anunciaron iniciativas y leyes futuras sobre esta problemática. La doctora Mayoral destaca la apuesta "firme" de la Consejería de Salud por la salud mental andaluza. "Me consta que se están aumentando las plazas tanto de facultativos de Psiquiatría como de Psicología, reforzando la figura del psicólogo en Atención Primaria, como primer nivel asistencial donde acuden los pacientes. Cuando el problema es más grave o crónico, se pasaría al segundo nivel, que somos las unidades de salud mental que se están organizando con otra tipo de asistencia con terapias más grupales, adaptándonos un poco también a las demandas de la población. Igualmente, se han aumentado plazas de psiquiatra, psicólogos, enfermeras especialistas en salud mental y el personal para los tratamientos intensivos comunitarios", concluye la psiquiatra del Virgen del Rocío.

De izquierda a derecha, el doctor Benedicto Crespo, la doctora Jacqueline Mayoral y la doctora Susana Gomez.
De izquierda a derecha, el doctor Benedicto Crespo, la doctora Jacqueline Mayoral y la doctora Susana Gomez. / M. G.

Visibilizar y romper estigmas desde el arte

Con el objetivo de dar visibilidad a la depresión, Lundbeck, compañía farmacéutica especializada en investigar y desarrollar fármacos para las enfermedades del sistema nervioso central, impulsa una original iniciativa en el marco de la tercera edición de la campaña #DeLaDepresiónSeSale, que cuenta con el apoyo de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y la asociación de pacientes La Barandilla, "con un fondo optimista". Así llegó a principios de mes al Virgen del Rocío La Travesía de Elena, una experiencia virtual para hablar "Sin tapujos y de manera clara" de la depresión, como indica la directora médica de Lundbeck, Susana Gómez. Una exposición itinerante de doce ilustraciones de la artista Ana Santos, cuyo objetivo principal es promover el conocimiento sobre la enfermedad y que ha contado con muy buena acogida en el hospital sevillano.

La muestra se compone de doce ilustraciones inspiradas en más de 500 testimonios recogidos a través de las redes sociales, de personas que padecen o han padecido depresión, y que reflejan cómo es vivir con esta enfermedad a través de sus distintas etapas. Además, pretende divulgar el mensaje de que la depresión se puede tratar y se puede salir de ella. "Se trata de una experiencia virtual, en la que se utiliza la metáfora del mar en la cual se entra a vivir en primera persona la experiencia de Elena, que es una joven que ha logrado superar la depresión y va contando las emociones o sentimientos asociados a esta patología. Se habla de tristeza, de la incomprensión, la falta de entendimiento... Una travesía para regresar al hogar u pisar tierra firme", explica. "Es una forma de dar voz a las personas que han padecido o convivido con esta enfermedad y reflejarlo a través de una imagen", añade. Tras el Virgen del Rocío, La Travesía de Elena "seguirá viajando por España", concluye Gómez, que indica que la muestra se puede visitar en cualquier momento a través de la web deladepresionsesale.com.

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