"Dentro de su estado crónico, la salud de la Catedral es buena"
Jaime Navarro Casas. Arquitecto conservador de la Catedral
El mantenimiento preventivo es la clave para la conservación del patrimonio
El Cabildo destina entre uno y dos millones de euros al año a estas tareas
Catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, Jaime Navarro Casas es responsable desde febrero de 2015, por encargo del Cabildo Catedral, de la conservación del monumento más visitado y reconocible de la ciudad. En esta entrevista repasa las labores de restauración que se están llevando a cabo actualmente y las que están por venir, por ejemplo, en la Giralda. Habla sin tapujos sobre la situación del patrimonio histórico en la ciudad, considera que hay que darle uso a las Atarazanas cuanto antes, y lamenta la alarmante pérdida de identidad del centro histórico.
-¿Qué es lo que más le sorprende de la Catedral?
-La Catedral de Sevilla siempre sorprende por sus dimensiones. Por su desmesura. Todo es enorme, inmenso. El tesoro, la arquitectura, los volúmenes... Todo.
-¿Cuál es su rincón preferido?
-No sabría decir uno sólo. Hay lugares espectaculares, como el Antecabildo o la Escalera de Trazas. Quizás sea el Patio de los Óleos, que es un recinto muy desconocido, con una escala mucho más pequeña y es también entrañable. Ahí ensayan actualmente los Seises.
-¿Cuál es el estado de salud del edificio?
-Dentro de lo que cabe es bastante bueno. Lo que está claro es que la Catedral es un edificio que requiere de un continuo mantenimiento. Todo tiene que estar en continua revisión. Pero dentro de ese estado crónico, su salud es muy buena porque se está interviniendo desde hace muchos años y de manera muy sabia.
-¿Cuál es la clave para conservar un edificio con un uso constante?
-El mantenimiento preventivo. Tener como tenemos un plan director con el que vamos interviniendo. Todos los espacios, como son las cubiertas, las fachadas, las vidrieras, los subterráneos, van entrando en este programa de revisión permanente y de actuación preventiva para evitar deterioros irreversibles.
-¿Qué presupuesto maneja al año para ello?
-Entre uno y dos millones. Las cuentas las ofrece el Cabildo a final de año. Para mí es siempre insuficiente, pero obviamente es una inversión muy, muy, muy apreciable. De algún modo, este edificio es la envidia de cualquier edificio patrimonial de Andalucía y España, en el sentido de que tiene una inversión permanente que le permite estar con este buen estado.
-¿Cuándo contará la Catedral con una iluminación exterior moderna y eficiente?
-Actualmente todo el mundo está pendiente de sustituir los sistemas de iluminación tradicionales por Led, que tienen mucha más eficiencia energética y mucha más calidad. Esa renovación es costosa, pero no hay más remedio que hacerla. De hecho, en el interior de la Catedral, que sí es responsabilidad del Cabildo, estamos en ello. Prácticamente ya se ha terminado de instalar el retablo mayor y tenemos un plan para que a final de año estén iluminados con el nuevo sistema otros seis espacios. El propósito es que en un plazo razonable esté finalizado el interior. Y en la medida que podamos abordar el exterior, lo haremos. En este caso, implica también la participación de las administraciones públicas, como el Ayuntamiento.
-¿Qué sorpresas está deparando la restauración de la fachada Renacentista?
-Muchas y muy agradables. La fachada se encontraba muy oculta detrás de una gran espesura negra. La piedra tiene un color muy atractivo y tiene un trabajo de una gran delicadeza en la decoración. Es muy llamativa. Cuando termine la intervención, a finales de año, la fachada sureste va a ser la más llamativa de la Catedral.
-¿Cuándo se empezará con la Capilla Real?
-En principio está programado para empezar en diciembre de este año. Seguramente arrancará ya en 2018, pero se hará sin solución de continuidad con la actuación actual. Está programada en dos etapas y debe durar un año. La inversión total está en torno a los 1,7 millones de euros. Con eso queda completada la intervención, restauración y consolidación de todas las fachadas, excepto la del tramo de Placentines, que faltaría por limpiar y consolidar.
-¿Qué otras zonas quedan por limpiar?
-Este año se va a hacer la Puerta de la Concepción y con eso todas las portadas estarán ya incorporadas al de plan de mantenimiento rutinario. Sí se está procediendo a limpiar e hidrofugar el conjunto de los lienzos puros que no necesitan de un restaurador.
-¿Cuándo comenzará la intervención en la Giralda?
-Estamos con la tramitación de las licencias y los permisos y en cuantos los tengamos comenzaremos.
-¿Afectará finalmente a las visitas turísticas?
-Sólo en la medida en que habrá un andamio. Algunas fotos desde el Patio de los Naranjos podrán verse afectadas.
-El IAPH alertó en 2012 de problemas con el vástago que se sustituyó del Giraldillo. ¿En qué estado se encuentra?
-Tenemos noticias por parte del IAPH para que se hagan revisiones con un plan que habrá que instrumentar, porque realmente la accesibilidad del Giraldillo es compleja para los planes tradicionales, que recomiendan revisiones cada 4 o 5 años. Eso en el Giraldillo es poco eficiente. Estamos en conversaciones con ellos porque se había planteado la posibilidad de hacer alguna participación en algún proyecto de investigación que permitiera tener financiación suficiente para acometer operaciones de esta envergadura. En todo caso, la permanente revisión que tenemos sobre el edificio nos mantiene tranquilos. Sólo hay que estar atentos. La intervención del Giraldillo concluyó con una serie de monitorizaciones que no sé la causa, pero se dejaron de hacer a los pocos años. Lo que hay que hacer es ponerlo en marcha de nuevo.
-¿Queda alguna gran obra pendiente de hacer?
-Pienso que ahora mismo no hay nada que esté demandando una gran actuación, una vez que estén consolidadas las fachadas y la limpieza general. Quizás la que pueda tener un poco más de envergadura será la que en su momento tengamos que abordar, después del análisis que estamos llevando a cabo desde hace dos años, sobre el Sagrario. Es una parte del conjunto de la Catedral que tiene unas patologías desde que nació. Estamos realizando una campaña de prospección y análisis que terminará a lo largo de este año y que nos permitirá definir, probablemente en 2018, una intervención que quizás tenga cierta envergadura.
-¿Se mejorará la seguridad a la entrada?
-La Catedral tiene un director de seguridad y un personal responsable de esta materia que tiene una planificación y está siempre en proceso de mejora.
-¿Se abrirá el Patio de los Naranjos como estuvo muchos años?
-Me consta que hay planes para modificar el sistema de acceso a la Catedral. Se volverá a hacer desde el Patio de los Naranjos. Eso está todavía en estudio, pero de algún modo se intentará que se recupere un primer acercamiento al Patio de los Naranjos y que esté abierto. A partir de ahí, ya se podrá iniciar la visita cultural o no.
-¿Qué le parece el atuendo de muchos turistas que visitan la Catedral?
-Se procura que el atuendo y la apariencia sean los adecuados. Se les recuerda que están en un templo y tienen que tener una conducta y actitud acordes.
-¿Conocen los sevillanos la Catedral?
-Sí, pero creo que no se conoce por completo. De todas formas, la Catedral es muy querida por los sevillanos.
-¿Le preocupa la degradación del entorno más próximo, con bares, tiendas de todo tipo, publicidad exterior poco adecuada...?
-Me preocupa, por un lado, el proceso de gentrificación y de globalización de los centros históricos, convertidos en parques temáticos, plagados de franquicias distribuidas sin el menor carácter, tanto desde el punto de vista estético y gastronómico como del de los productos que se venden... Es muy preocupante.
-¿Cuida Sevilla de su patrimonio histórico?
-Sevilla tiene muchísimo patrimonio y es muy difícil de mantener. A mí me llamó mucho la atención en mi primera visita a La Habana, que tiene un casco histórico espectacular, que había secuencias de palacios que estaban mantenidos porque Eusebio Leal, conservador de la ciudad, los estaba destinando a museos para los trabajos de los escolares. Intentaba buscar como fuera algún motivo que le permitiera mantener el uso del edificio y mantenerlo vivo. Al final, el patrimonio se conserva si se usa. Eso requiere destinar los edificios para nuevos usos. La Administración hace lo que puede ocupando bienes patrimoniales, pero no se es capaz de abarcar tantos edificios.
-¿Los edificios en manos privadas están mejor conservados?
-Están mejor en la medida en que se usan y si además se están usando bajo criterios ortodoxos de lo que hoy se considera la rehabilitación patrimonial. No podemos distinguir si un inmueble está mejor en manos públicas o privadas. La cuestión es que si se usa ,y se hace con criterios rigurosos, habrá una buena conservación. A lo mejor una institución privada tiene más flexibilidad y facilidades para ello, pero yo no sería capaz de distinguir.
-Como arquitecto y conservador del monumento más visitado de la ciudad, ¿qué le parece el proyecto de las Atarazanas?
-No lo conozco del todo. Sé que está inmerso en una polémica muy sevillana en la que realmente es difícil discernir por dónde van las verdaderas intenciones. Creo que el edificio de las Atarazanas debe de ser usado y cuanto antes mejor. Las actuaciones que se hagan no deben ser irreversibles. En la medida que el proyecto plantea actuaciones que no sean irreversibles, sería sensato que se rehabilitara lo antes posible, porque el debate sobre si es oportuna o no la actuación puede durar mucho y en tanto el granero se quema. A mí me preocupa que en las Atarazanas pase algo así.
-¿Echa en falta más implicación de empresas y patrocinadores privados para la rehabilitación del patrimonio?
-Siempre, siempre. Lo echo en falta tanto en las intervenciones sobre el patrimonio como en la colaboración con la universidad. En el caso de Andalucía estamos a años luz de lo que debería ser. El sector de la construcción está en circunstancias muy malas, pero ha estado muy bien y en ninguna de las dos situaciones ha tenido una preocupación por el patrimonio, salvo honrosas excepciones.
-¿Qué opina de que edificios de la importancia de las Atarazanas, la Fábrica de Artillería, San Hermenegildo, la Muralla Almohade... estén en las condiciones que están?
-Me preocupa muchísimo y entiendo que la ciudad debe de alguna manera ser consciente que tiene un patrimonio que es el que constituye su esencia y su propia memoria y debe estar pendiente. No hay que ponerse excesivamente dramáticos con las formas de intervenir. Aquí estamos a los pies de una intervención, como fue la de Hernán Ruiz en la Giralda, que hoy sería considerada absolutamente sacrílega: hacer un campanario renacentista sobre un cuerpo almohade... Hay que intervenir y mantener. En mi etapa como director de la Escuela de Arquitectura le propuse tanto al alcalde de entonces, Sánchez Monteseirín, como al rector, Miguel Florencio, hacer todo lo necesario para llevar la Escuela a la Fábrica de Artillería. Era una gran oportunidad para la ciudad, para la Universidad, para el propio Ayuntamiento, pero aquello no acabó de cuajar, como tantos otros proyectos. Entiendo que aquel uso hubiera sido ideal: la Fábrica de Artillería como el gran centro de todas las disciplinas vinculadas a la edificación. Habría mantenido vivo el edificio.
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