Cuartel de guardia en el Duero
Expectación mediática
Triana se convierte en foco de las televisiones por la hospitalización de Isabel Pantoja. Dos policías nacionales custodian la habitación 216.
El Bar Duero, al final de la trianera calle San Jacinto, es difícil verlo repleto un 5 de agosto a las cinco de la tarde. Con casi 40 grados a la sombra, los clientes habituales de este establecimiento de barra metálica y televisión de plasma se extrañan de la masiva presencia de personas hasta que de inmediato encuentran la explicación. La cantante Isabel Pantoja permanece ingresada justo enfrente, en el Hospital Infanta Luisa (antigua Cruz Roja). Los redactores y cámaras de televisión tienen montado su "cuartel general" en el bar mientras esperan la llegada de un familiar o conocido. Todo indica que la tonadillera pasará la noche en el centro sanitario. Se avecina una guardia larga y tediosa.
La mayoría de los periodistas apostados en las inmediaciones del hospital permanecen desde bien temprano haciendo guardia. Por la mañana habían acudido Anabel, la televisiva sobrina de la cantante, y el hermano mayor de ésta, Bernardo Pantoja. Del ingreso hospitalario de la Pantoja se tuvo constancia a primera hora del día. El traslado desde la finca Cantora -en Cádiz- se produjo bien entrada la noche del martes. De hecho, los periodistas que esperaban su salida para trasladarse a la prisión de mujeres de Alcalá de Guadaíra, donde debía regresar a las 11:00 de este miércoles tras su segundo permiso penitenciario, fueron los que alertaron del cambio de planes a los compañeros de Sevilla.
La cantante se encuentra ingresada en la habitación 216 del referido hospital, muy cerca del Tardón, barrio en el que se crió. La puerta de acceso a la habitación -en una de las esquinas del centro sanitario- está custodiada por dos policías nacionales. Un vigilante de seguridad del Infanta Luisa se encarga de controlar el acceso de personas a esta área del hospital.
Los medios de comunicación han conseguido en poco tiempo fuentes informativas en el hospital. Familiares con enfermos allí les proporcionan varios detalles del ingreso de la Pantoja. "Hay un cartel en la puerta que restringe las visitas por orden facultativo", asegura una sevillana que tiene a su padre hospitalizado en el Infanta Luisa, centro, por cierto, que ayer ni confirmaba ni desmentía el ingreso de la cantante. "Aquí no hay nadie con ese nombre", repetía hasta la saciedad la persona encargada de atender las llamadas telefónicas.
Horas después un teletipo de Europa Press confirmaba que la ex pareja de Julián Muñoz permanecía en el Infanta Luisa y que, según fuentes del centro hospitalario, su ingreso estaba "programado" y se prolongará varios días. La que durante muchos años fue llamada La viuda de España acudió la semana pasada a este hospital -aprovechando su segundo permiso penitenciario de seis días- para someterse a unas pruebas médicas, pues su salud se había resentido en prisión con notables bajadas de azúcar y potasio, lo que le habría afectado al riñón. De hecho, según informaciones que trascendieron este miércoles, los propios médicos de la cárcel de Alcalá de Guadaíra habrían aconsejado a Maribel (como así la llaman los más íntimos) el ingreso en un hospital, opción que la tonadillera descartó para evitar el traslado en furgón policial.
Esto habría llevado a la cantante a aprovechar el final de su segundo permiso para ingresar en el hospital tras confirmarse los problemas de salud que ya se le constataron en prisión. Estos aspectos centran el debate en los corrillos del Bar Duero, donde todos están pendientes de las conexiones en directo de los programas del corazón que invaden a esa hora diversos canales.
Tal es la expectación por tener tan cerca el centro de la noticia, que la camarera del bar llega a confundir a uno de los que acuden al hospital -con acentuada calvicie y sobrepeso- con el hijo de la famosa. Una falsa alarma que provoca cierto revuelo entre los fotógrafos y cámaras de televisión que después de varias horas de insufrible aburrimiento ya tenían sus objetivos a punto de disparar al anónimo ciudadano.
"A Anabel se le ha visto triste, casi llorando", comenta un testigo que vio salir a la televisiva sobrina de la cantante a una vecina de la zona que no le ha importado dejar su casa cuando más calor hacía para presenciar el revuelo mediático. "Tenía puesto el Sálvame y cuando he visto que estaban aquí al lado me he venido corriendo. ¿Cuándo sale la Pantoja?", pregunta esta trianera con bambito de estampado nada discreto a los periodistas que ya cuentan por pares los refrescos tomados a lo largo del día. La respuesta queda en el aire. Ahora toca esperar para captar la imagen de la Pantoja dejando el hospital. Situación soportable mientras haya un bar donde montar un cuartel de guardia.
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