La muerte del ficus de Triana, crónica de una tala anunciada
Los trabajos de poda previos al apeo del árbol centenario se desarrollan ante decenas de ciudadanos indignados
Los manifestantes intentaron sin éxito parar la tala y buscar una solución menos extrema
El alcalde dice que es un "día triste" pero justifica la intervención por cuestiones de seguridad
Cronología de la tala del ficus de San Jacinto
El día que lo iban a talar, el ficus de Triana seguía presidiendo, majestuoso, la esquina de San Jacinto y Pagés del Corro. Pronto llegarían unas grúas para empezar unos trabajos de poda previos a la tala. Y pronto también se corrió la vez entre los muchos ciudadanos que llevan semanas organizándose para tratar de salvar el ficus, que habían recogido 50.000 firmas en contra del apeo y que celebraban reuniones diarias para intentar una salvación in extremis.
Más de un centenar de personas acudió a la llamada del primer vecino que vio llegar a los operarios de la empresa contratada para la tala. Se concentraron en la puerta de la iglesia de San Jacinto, en cuyo atrio todavía se levanta el ficus plantado en 1913, y trataron de impedir que entrara en la misma la maquinaria necesaria para esta primera poda. La Policía Local trataba de asegurar el tráfico en la zona y finalmente tuvo que llegar una dotación de la Policía Nacional para disuadir a las personas que estaban sentadas ante la puerta de la iglesia.
Todo transcurrió de manera pacífica. Algunos policías, con mucha empatía y mano izquierda, dialogaron con los vecinos y le pidieron que dejaran trabajar a los obreros y pasar las máquinas. Si no, tendrían que hacerlo por la fuerza. Finalmente la protesta se trasladó a la acera de enfrente y los operarios comenzaron a podar las primeras ramas. Los gritos de "No a la tala" ensordecieron el rugir de las motosierras, pero conforme fue avanzando la mañana, el árbol iba quedando cada vez más pelado.
"Si tocan la tercera copa, ya no habrá salvación, el árbol se muere", decía uno de los concentrados, paisajista de profesión. Junto a ellos estaba Emilio Carrillo, quien fuera vicealcalde de Sevilla con Alfredo Sánchez Monteseirín, que estos días se ha pronunciado públicamente en contra de la tala. "Esto es un tema que tiene un recorrido provocado por algo muy simple. Este ficus no está siendo podado ni cuidado como cualquier árbol, y menos como se merece un árbol centenario tan monumental y con la envergadura que tiene. Ha habido dejadez por parte de la propiedad, que es la orden dominica, y también del Ayuntamiento. Cuando una fachada no se cuida, se pueden desprender trozos. Y cuando el propietario no actúa, el Ayuntamiento tiene que actuar subsidiariamente, cosa que no se ha hecho", explicaba Carrillo.
Para el ex teniente de alcalde, "se ha dejado que pase el tiempo y, claro, al árbol, inevitablemente, se le caen ramas". "Pero no es porque el árbol quiera matar a nadie, sino porque los responsables del árbol no hacen los cuidados para evitar que eso suceda. La responsabilidad jurídica y legal es del propietario". Carrillo recordó que muchas asociaciones, con técnicos y expertos, han afirmado que "el árbol está sano", y que todo lo que tiene ver con raíces "se puede revisar y controlar sin ningún tipo de problema".
"Pero quien sea ha tomado la decisión de que esto estorba. Hemos venido aquí, no tanto para evitarlo, porque cuando la maquinaria se pone en marcha ya es difícil, pero al menos para crear conciencia. A ver si esto sirve para que haya una conciencia ciudadana y no se vuelva a repetir. Por eso estoy aquí, desde el mayor cariño a los técnicos municipales que han tenido que intervenir y a los responsables políticos, que yo he estado en su lugar y sé lo que es esto, pero creo que en este caso el error ha sido muy grande".
A unos metros, Nacho Terceño empuña un megáfono con el que repite consignas como "No a la tala". Es uno de los miembros de la plataforma Ficus Vivo, que ha organizado estos días a más de un centenar de personas para intentar salvar el árbol. "Estábamos con la sospecha de que iba a ser inminente y así ha sido. La suerte es que tenemos un grupo de vecinos que han dado la voz de alerta y hemos intentado parar la tala hasta el último momento, pero no ha sido posible".
Junto a él, Fernando Cordero explica que fue uno de los que intentó que no entrara la maquinaria para podar el ficus. "Vino la Policía Nacional, nos pusieron detrás de la valla y luego ya han negociado con la gente para que no cortemos el tráfico ni nada, porque si no entonces tendrán que aplicar las sanciones. Y ya se quedó la Policía Local".
"Esto es una atrocidad, no es el primer árbol que se corta en Sevilla. Estamos tan indignados por la acumulación de muchos árboles cortados en muchas zonas de la ciudad, en muchos casos sin explicación. Es una indignidad, pero luego se les llena la boca yendo a las cumbres del clima y hablando de la agenda 2030. El Ayuntamiento no puede permitir esto", añade Terceño, que pide una explicación del alcalde, "algo que vaya más allá del Twitter".
En efecto, poco antes, el regidor hispalense, Antonio Muñoz, había hecho uso de su perfil en esta red social para referirse a la tala del ficus. "Hoy es un día triste. Nadie deseaba llegar a esta situación, pero compartimos la preocupación de la iglesia y respetamos su decisión técnica sobre el ficus de San Jacinto, dado el gran riesgo para los viandantes y la estructura del edificio. La seguridad es prioritaria", decía un primer mensaje del alcalde.
En un segundo tuit, indicaba que el árbol está "en un tramo de San Jacinto con mucha afluencia de peatones y es zona de paso tanto para el colegio, con cientos de niños, como para la iglesia, a la que entran muchas personas todos los días". Finalmente, concluía calificando el apeo como "una decisión difícil y triste para la ciudad y el barrio".
El portavoz del gobierno municipal, Juan Manuel Flores, explicó que la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sevilla ha dado autorización a la parroquia de San Jacinto para el apeo del ficus tras el dictamen de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, sobre la afección a la integridad de este templo, declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Igualmente, Flores recordó que la autorización llega tras la existencia de informes técnicos que alertan sobre el riesgo para las personas en una zona de gran tránsito peatonal y en la que ya se han producido episodios previos de caídas de ramas que en una ocasión provocaron heridas a seis personas, una de ellas de gravedad.
"Es un día triste. Nadie quería apear ese árbol, la propia Iglesia quería mantenerlo, pero la seguridad debe estar por encima de todo. Ese árbol ya estuvo a punto de matar a una persona y desde entonces ha habido varias caídas de ramas", señaló el concejal. El portavoz del gobierno detalló que "la Iglesia, además, presentó un informe sobre los daños estructurales en el edificio por el árbol que indica desplome en la fachada y grietas en el interior del templo. El árbol es de titularidad privada, la Iglesia nos ha demostrado con informes que es la única opción para garantizar la seguridad. Entendiendo las protestas, la Iglesia determina que no hay otra opción debido a los riesgos que entraña para las personas y para la estructura del edificio", ha explicado el portavoz.
El pasado viernes, al término de la misa, el párroco repartió una octavilla con un texto sobre el árbol, escrito por José María Fedriani, en el que se relata que el árbol "sabe que hay que saber retirarse cuando se deja de ser útil, para dejar paso a otras vidas nuevas". "Se siente feliz de haber cumplido con su misión en sus más de cien años de existencia. Y está indignado con que haya quienes se empeñan en mantenerlo enfermo, llorando con cada trozo de su cuerpo arbóreo que se le cae, pero sin que nadie venga a consolarlo en su vejez", reza el texto.
Los manifestantes, en cambio, no entienden que la tala sea la única solución y creen que hay una obcecación de los dominicos en ello. "Fíjese la incongruencia, que hasta en la web del Arzobispado de Sevilla hay un apartado titulado 'Salvemos el ficus de la parroquia de San Jacinto". Al filo de las dos de la tarde, el árbol había perdido ya buena parte de sus hojas y ramas. Los trabajos hasta la tala definitiva continuarán en los próximos días.
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