Cristo de las Mieles, una vuelta al origen
Patrimonio
La restauración integral en la obra de Antonio Susillo devolverá la estabilidad a la escultura y recuperará el aspecto decimonónico de la glorieta, con el monte rocoso primitivo.
La restauración del Cristo de las Mieles devolverá la glorieta principal del cementerio de San Fernando, donde se ubica, a su concepción original decimonónica. Gracias a esta intervención, que se enmarca dentro de la campaña de conservación y restauración de monumentos públicos de Sevilla, promovida por la Gerencia de Urbanismo y que ya ha entrado en su recta final, la portentosa escultura realizada por Antonio Susillo, uno de los escultores europeos más importantes de su tiempo, entre 1893 y 1895, quedará completamente estabilizada, atajándose los diferentes problemas que habían encendido las alarmas sobre su estado de conservación. La intervención que dirige José León Calzado ha contado con una importante fase de investigación que ha deparado grandes revelaciones sobre la obra y su historia material, además de disipar las leyendas que siempre han pululado en torno al Crucificado.
La restauración se encuentra actualmente en su fase final. Los técnicos están decidiendo cuál es el mejor tratamiento que se puede aplicar a la escultura después de haber analizado sus afecciones, una tarea que están realizando Juan Jesús Martín del Río y Francisco Javier Alejandre Sánchez, ambos profesores de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación de Sevilla. El director del proyecto, José León, explicó a este periódico que en 2010 ya se advirtió del precario estado de conservación del Cristo: "Su apariencia era muy distinta al del resto de los bronces. A simple vista teníamos un diagnóstico, pero hemos hecho un dictamen mucho más exhaustivo mediante técnicas de análisis en laboratorio, fluorescencia de rayos X, difracción de rayos X o espectrometría infrarroja con Transformada de Fourier. Antes de realizar todas las pruebas se ha limpiado la escultura mediante hisopos de algodón con jabón neutro y agua desmineralizada. Ahora estamos en la fase de decidir cuál es el mejor tratamiento. Lo que sí sabemos es que será distinto al del resto de los bronces restaurados en la campaña de monumentos".
La escultura presentaba suciedad y depósitos residuales adheridos en la superficie, fisuras y poros y la corrosión de la superficie metálica. En la pátina que se forma en la capa exterior del material original se advertía el ataque de la contaminación: corrosión de aleación con aspecto polvoriento de la superficie, diferentes tonos en verdes y marrones. Otro problema es la existencia de cloruros de cobre, muy negativos ya que generan la llamada "enfermedad del bronce"; además de presentar manchas repartidas por el abdomen y piernas como resultado de un tratamiento estabilizador anterior.
El estudio previo de la obra ha permitido identificar dos intervenciones. Una en 1946, de la que se dejó el huella en la cruz, y otra del profesor Arquillo en 1985: "Uno de los principales problemas a los que nos hemos enfrentado es que no sabemos qué se hizo. Sólo conocemos que en 1985 se trasladó la Facultad de Bellas Artes. Para nuestro trabajo es fundamental saber el historial médico de cada obra. Nuestro proyecto terminará con la entrega de una memoria final con la intervención científica y el estudio histórico y cultural".
Una de las cosas que más ha sorprendido al responsable de la restauración es la mala calidad del bronce, algo muy inusual en las obras se Susillo, como el Daoíz de la Plaza de la Gavidia: "El material es muy malo y no es normal. Yo creo que puede ser porque es una obra de autor, no se la encarga nadie ni se la pagan. La hace para presentarla en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid. Pienso que se pudo fundir en casa de Rodríguez Ojeda".
Cuando concluya la restauración el próximo mes de febrero la glorieta recuperará todo el simbolismo con el que fue concebida a finales del XIX. Para ello, se ha recuperado el monte rocoso que se encontraba oculto bajo la hiedra: "Este descubrimiento viene a completar los valores iconográficos del conjunto, pues rescata el simbolismo de la roca del Gólgota sobre la que se alza el Cristo. En la fecha en la que fue colocado los pasos de Crucificados salían imitando un monte rocoso similar realizado con corcho". También se va a elaborar un plan de jardinería para recuperar las especies florales originales y que tenían gran carga simbólica, como las rosas, símbolo de la pasión.
José León ha realizado una importante fase de investigación, tanto en Sevilla como en Madrid, que arroja importantes novedades sobre la obra. Una de ellas es que fue colocado en el cementerio en 1898, no en 1904, como se pensaba: "Susillo se suicida en diciembre de 1896. Coincide con la intención de la Comisión Municipal de remozar el cementerio. Le proponen a José Sáez López, arquitecto municipal, sustituir la vieja cruz de esta glorieta por una de bronce. Él fue quien propone que se compre el Cristo de Susillo para situarlo ahí. El Ayuntamiento pagó 14.000 pesetas por él, siendo alcalde el Marqués de Paradas. La primera foto que se conserva es de 1901".
Con esta restauración integral, que finalizará el próximo mes, la ciudad recuperará uno de los pocos paisajes románticos que le quedan.
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