Cotorras: control de sus poblaciones y no su demonización
Tribuna de opinión
El grupo Biológicas 74, que suscribe el artículo, es partidario de retomar el plan inicial de disparos con francotiradores expertos que eviten a las aves el mayor sufrimiento posible
Los firmantes de este escrito, pertenecientes al grupo Biológicas 74 y constituido por catedráticos, profesores titulares e investigadores, deseamos exponer una serie de consideraciones sobre un tema tan controvertido como es la presencia, en número excesivo, de cotorras de Kramer, cotorras argentinas y otros psitácidos en nuestras zonas urbanas y peri-urbanas.
En muchas ciudades españolas y en otros países europeos y americanos proliferan, desde hace años, estas aves que se consideran invasoras de un medio extraño, ya que proceden de regiones africanas, asiáticas o suramericanas. Hay que puntualizar, en primer lugar, que estas aves exóticas fueron importadas al interior de nuestras ciudades por viajeros que las adquirieron en sus zonas de origen. Posteriormente, por negligencias o sueltas voluntarias, estos animales se reprodujeron en núcleos urbanos, llegando a constituir plagas que afectan al equilibrio ambiental ciudadano. En Sevilla, la primera colonia de cotorras de Kramer, Psittacula krameri, fue detectada en el Parque de María Luisa, en los años 90 del pasado siglo; procedía de una suelta realizada por personal del Ayuntamiento, después de una confiscación efectuada en un mercado de compra-venta animal en la Alfalfa. La estimación actual en Sevilla es de unos 3000 ejemplares y 900 de cotorras argentinas, Myiopsitta monachus. En Madrid, existen actualmente muchos miles de ejemplares de cotorra argentina y un número menor de las de Kramer. En Cádiz y Málaga predominan las argentinas. Hay ciudades, como Córdoba, donde el impacto de estos psitácidos es aún incipiente.
La superpoblación de cotorras afecta gravemente a otros animales y plantas. El nóctulo gigante, Nyctalus lasiopterus, que es el mayor murciélago de Europa y cuyas colonias de Sevilla, Doñana y Jerez han sido las mayores del mundo, se ve muy afectado al competir con estas aves por los mismos nichos, oquedades de árboles, y verse desplazados por ellas. El cernícalo primilla, Falco naumanni, presente en la Catedral y la Colegiata del Salvador de Sevilla, está siendo ahuyentado de sus nidos, descendiendo su recuento de forma alarmante. Los campos de cultivo de girasol y maíz se están viendo muy afectados, al constituirse en comederos de estas aves.
Aceptada su importancia ecológica, muchos ayuntamientos y comunidades autónomas procedieron a elaborar proyectos para la erradicación o control de sus poblaciones. En Sevilla, en 2017, el Consistorio planteó un proyecto avalado por investigadores especializados y pertenecientes al CSIC. Consistía, en esencia, en la eliminación de cotorras por disparos de carabinas de aire comprimido. Se consideró el mecanismo menos cruento, eficaz, económico y limpio, al no afectar a otros animales que conviven con ellas. Posteriormente, se desechó por parte de las autoridades municipales, debido a presiones externas de diversos grupos sociales.
Muy recientemente, en julio de 2018, la Corporación Municipal aprobó otro plan de actuación, apoyado de forma sorprendente por investigadores que promovieron el anterior proyecto como el único eficaz y viable, aunque la Dra. Martina Carrete ha mostrado públicamente su disconformidad. Consiste, este último, en la utilización de redes para la captura de ejemplares vivos y su posterior eliminación, y en la introducción en las zonas requeridas de halcones peregrinos para usarlas como presas. En el caso de las redes, consideramos que el sacrificio posterior es un mecanismo cruel, estresante e inadecuado para el tratamiento de un ave, que es un ser vivo al que hay que respetar. El establecimiento de halcones peregrinos es un sistema no discriminatorio que afectará a otras aves, como mirlos, tórtolas, palomas, etc., y al propio nóctulo gigante en algún momento de su pequeña actividad diurna.
Por todo lo anteriormente expuesto, propugnamos retomar el plan inicial de disparos con francotiradores expertos que eviten al animal el mayor sufrimiento posible, reduciendo la población a unos niveles mínimos que permitan aplicar después otras medidas, tendentes a mantener un número adecuado. Lo más recomendable sería la intervención en las puestas por esterilización o sustitución de huevos por otros artificiales, como se está llevando a cabo en Valencia con colonias de palomas. Una ciudad no es el hábitat natural para aves de este tipo, aunque, sin la intervención humana, ellas hubieran permanecido en sus regiones ancestrales para vivir y reproducirse.
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