Coronavirus: La 'Sevilla vaciada', más vacía que nunca
El confinamiento en los pueblos más despoblados
Los pueblos con menos habitantes de la provincia viven con inquietud la posible llegada del virus a poblaciones muy envejecidas que son de riesgo
Son pueblos acostumbrados a calles vacías, a silencio y a una tranquilidad que la crisis del coronavirus ha puesto en jaque, dejando atrás costumbres y tradiciones que son el devenir de la mayoría de los municipios más despoblados de la geografía sevillana. La crisis del Covid-19 se siente por igual en la totalidad de la provincia de Sevilla donde cualquier municipio, por pequeño que sea, está sufriendo las consecuencias de la pandemia. No obstante, las medidas de contención no están afectando a sus ciudadanos de la misma manera. Mientras que en la capital y municipios más grandes y poblados las fuerzas de seguridad controlan el cumplimiento y las imágenes de calles desiertas se ha convertido en estampas inéditas y para la historia, en las zonas más despobladas de la Sevilla vaciada, donde apenas se cuentan varios centenares de habitantes, las calles se han llenado de un silencio casi absoluto con vecinos recluidos ante el temor de que el virus pueda llegar en algún momento, a pesar del aislamiento que sufren.
En El Madroño, el pueblo con menos población de la provincia de Sevilla con apenas 278 habitantes, no cuentan con Policía Local y son los propios miembros de la corporación municipal los que vigilan que los vecinos cumplan con las medidas de restricción. "Lo hago más como amigo que como alcalde", asegura el regidor Antonio López, que destaca que "el pueblo está respetando bastante". "Por lo general la gente cumple aunque a veces hemos tenido que advertir a algunas mujeres que salen a hacer la compra y se paran a charlar por la calle sin protección. No podemos bajar la guardia", señala el alcalde.
Para controlar la llegada de visitantes los fines de semana o familias con segunda residencia en el municipio cuentan con la ayuda de la Guardia Civil del mando del pueblo vecino de El Castillo de las Guardas. Esta situación sí preocupa en el municipio, donde su alcalde asegura que "ya ha habido problemas durante los fines de semana". Su temor se acentúa de cara a la Semana Santa cuando "el pueblo se puede convertir en punto álgido de visitantes".
Los más complicado en este municipio es su dispersión poblacional. Con menos de 300 habitantes, El Madroño cuenta con hasta cuatro pedanías (El Álamo, Juan Antón, Juan Gallego y Villargordo). Algunas apenas cuentan con 12 ó 13 habitantes y están a hasta 10 kilómetros de distancia del núcleo principal. Es por eso por lo que Antonio López argumenta que, de manera excepcional, ha tenido que permitir la venta ambulante. "Nosotros sólo contamos con dos tiendas de alimentación en el núcleo principal que, aunque también han aumentado sus ventas, mucha gente hace sus compras mediante la venta ambulante que, con todas las medidas de seguridad, son fundamentales para llevar a los vecinos de las pedanías pan, pescado o fruta. Son verdaderos supermercados portátiles", explica el primer edil madroñero.
En estos momentos difíciles, el alcalde destaca el miedo que se ha impregnado en el municipio, donde "más de 90 vecinos son mayores de 70 años", y destaca que, gracias a los trabajadores de la ayuda a domicilio, esta población recibe ayuda diaria en su propia casa. También hay grupos de voluntarios elaborando mascarillas caseras para que todos los vecinos cuenten con una como es el caso de la Asociación de Mujeres El Álamo.
No muy lejos de El Madroño, en Castilleja del Campo, a sólo 38 kilómetros de la capital, el panorama es muy parecido, con calles, que ya de por sí no suelen estar muy transitadas, prácticamente vacías. Los vecinos, también en un porcentaje elevado con una avanzada edad, se han concienciado desde un primer momento de la importancia de quedarse en sus casas y solo salir lo imprescindible para realizar la compra o acudir a la farmacia. "Hemos tenido que reñir a algún vecino por ir muchas veces a la farmacia, pero la gente, por lo general, se queda en casa", afirma el teniente de alcalde, Antonio Reinoso Tirado.
Aquí, igual que en muchos pueblos, la solidaridad brota en estos momentos de dificultad y Reinoso subraya que han tenido que "echar a gente para atrás" que se ha ofrecido a colaborar en las tareas de desinfección del municipio. Trabajos que han desempeñado los propios miembros de la corporación municipal, ayudados de los agricultores y varios vecinos. Aunque destaca que, tras detectarse un posible caso en Carrión de los Céspedes, a sólo un kilómetro de distancia, se contrató una empresa privada que desinfectó y limpió tanto el centro de salud como la guardería y otras instalaciones públicas. También hay voluntarios que se encargan de la elaboración de mascarillas para dotar de medios de protección a todos los vecinos. "Hay dos chicas que las están haciendo y repartiendo por el pueblo y en las tiendas aunque el Ayuntamiento de Pilas y Carrión también nos ha surtido de material", destaca.
Aquí sólo hay una farmacia y dos tiendas de alimentación, que sólo abren por la mañana y que incluso han experimentado un ligero repunte en las ventas, ya que hay vecinos que han optado por hacer las compras en su localidad en lugar de desplazarse a grandes superficies o a los supermercados de Sanlúcar la Mayor o Pilas.
Reinoso destaca que la economía del pueblo no se ha visto hasta ahora resentida. En el pueblo, según explica, la mayor parte del trabajo lo da una fábrica de Quesos Los Vazquez que "está funcionando totalmente". Hay otras empresas como una pequeña fábrica de postres que también funciona con normalidad y una carpintería metálica, que sí habría presentado un ERTE. En el campo "se hace lo mínimo", asegura el teniente de alcalde, que destaca que, aunque el sector "está más parado" hay cosas que "se tiene que hacer por fuerza".
En la otra punta de la provincia, en la Sierra Morena, San Nicolás del Puerto también vive con incertidumbre estos momentos. Con apenas 596 habitantes, según el último censo, sus calles están desiertas e invadidas por las máquinas municipales que proceden a su desinfección "casi diaria", afirma el alcalde Juan Carlos Navarro Antúnez. Aunque cuentan con la colaboración de la Mancomunidad del Guadalquivir y los Bomberos de la Diputación, el regidor destaca que tanto él como otros concejales y los agricultores se encargan de limpiar el pueblo a fin de conservar la resistencia al coronavirus que han logrado mantener hasta el momento.
En un pueblo donde el turismo es su principal reclamo, el alcalde muestra su preocupación por las pérdidas de los negocios cerrados y la afección al sector turístico por el "parón tan grande" que están sufriendo. No obstante, destaca que los más importante ahora son sus vecinos, con una población en la que "el 60% tiene más de 70 años". Eso sí, viven con la esperanza de que las medidas que se están tomando puedan tener efecto y la temporada turística no esté del todo perdida, que en el municipio tiene su punto fuerte en los meses de junio, julio y agosto cuando se pone en servicio la playa artificial, se celebra la feria y la popular Noche del Terror.
Respecto a las medidas de restricción dictadas por el estado de alarma, el alcalde destaca que, con un Ayuntamiento "bajo mínimos" le resulta "muy complicado" canalizar toda la documentación diaria que le llega de las administraciones a diario. No obstante, sí subraya que, aunque "los vecinos cumplen", el único policía local con el que cuenta el municipio ha tenido que interponer ya tres denuncias "por reiteración de incumplimientos".
En las cuatro tiendas de alimentación se ha notado también mucho el aumento de ventas que ha provocado que los vecinos hayan dejado de ir a los grandes supermercados de los pueblos vecinos de Cazalla de la Sierra o Lora del Río. Como medida voluntaria, el Ayuntamiento instó a estos negocios que cerraran por la tarde para evitar el trasiego de personas por la calle durante todo el día. También en la farmacia se cumplen las distancias de seguridad y sólo entra al establecimiento una única persona. Tampoco se olvida la corporación municipal de los más pequeños. Aunque, aclara el acalde, "aquí la gente suele vivir en casas grandes con patio o corral y los niños pueden jugar al aire libre", desde la web del Ayuntamiento se están planteando actividades para tratar de paliar esa costumbre de los menores de jugar en la calle.
En cuanto a la llegada de vecinos de fuera del municipio, desde la localidad se está recomendando que permanezcan en sus residencias habituales y no se desplacen en estos momentos a la localidad ante el riesgo que supone la posible llegada del virus para poblaciones muy envejecidas. El alcalde destaca que, hasta el momento, no están teniendo problemas con las segundas residencias y que la Guardia Civil actúa ante la gente que llega. "Tenemos constancia de una familia que llegó de fuera y la Guardia Civil está comprobando que se queda confinada en su casa durante los 15 días que rige el protocolo", afirma Navarro Antúnez.
En cuanto al futuro, los alcaldes de los municipios menos poblados de la provincia son moderadamente optimistas, al considerar que sus principales fuentes de ingresos son la agricultura o la ganadería, sectores que, pese a la crisis sanitaria, no cesan su actividad. En su opinión, sí podría generar un mayor problema si la situación se alargara hasta los meses del verano cuando, la tranquilidad de estos municipios se convierte en el principal reclamo de turistas, que provocan en la mayoría de los casos que sus poblaciones se vean hasta triplicadas.
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