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Coronavirus en Sevilla: La odisea de José y su perro Thor

Un joven de Utrera que salió a ver mundo con una furgoneta reconvertida en caravana relata a este periódico cómo le sorprendió el estado de alarma en Francia

Ahora tiene un trabajo de dos meses recogiendo tomates y judías

El sevillano José Sánchez y su perro Thor. / M. G.

Salió para viajar y conocer mundo poco antes de que se decretara el estado de alarma y la crisis del coronavirus le ha sorprendido en Francia, con la única compañía de su perro labrador Thor. Esta es la historia de José Sánchez, un vecino de Utrera de 32 años que, en enero pasado, mucho antes de que el coronavirus controlara nuestra forma de vida, decidió dar un cambio radical a su vida.

Para ello, José, que es policía nacional en excedencia y quiere compartir su experiencia a través de las redes sociales, se lió la manta a la cabeza y se deshizo de su coche, de su alquiler del piso, y convirtió una furgoneta de carga Iveco en una caravana. "Un hogar de seis metros cuadrados. Mi hogar, mi gran sueño para empezar a viajar y vivir por Europa y el mundo con mi cara a cuestas", explica José Sánchez a este periódico. "Viajar ha sido esa energía que me ilusiona y tanto me enseña, además de hacerme sentir vivo, siempre en compañía de un buen libro como lector empedernido que soy".

Con la única compañía de su inseparable Thor, José emprendió su aventura el pasado 11 de marzo, tan sólo tres días antes de que el presidente del Gobierno anunciara el decreto que declaraba el estado de alarma y el consiguiente confinamiento de los españoles. La medida le sorprendió a José en Bayona (Francia), a la que había cruzado por Irún con total normalidad el día 13 de marzo y hasta el 14 todo "funcionó con normalidad".

A partir de ese día, su experiencia ha ido cabalgando entre la "felicidad y la incertidumbre, ligada con el miedo y la frustración". En un primer momento, José se mantuvo "confinado" en Bayona, con la frontera cerca por si tenía que regresar a España en caso de urgencia, sobre todo por su familia y amigos, dado que "en un día prácticamente podría estar de regreso en Sevilla". "El viaje no empezaba bien porque de buenas a primeras esa movilidad se había ido al garete, pero seguía y sigo con la ilusión inalterable", comenta.

Conforme avanzaban los días y se produjo el cierre de las fronteras, José comenzó a preocuparse más por la situación generada por el Covid-19, hasta el punto de que se planteó posponer su "aventura/sueño", porque no quería estar al margen del problema, sino ayudar a los demás, dada su vinculación con el voluntariado. Por ello remitió varios emails para hacer actividades relacionadas con el voluntariado al Samu, la asociación Faisen y otras, poniéndose a su disposición para regresar a España. También contactó con Recursos Humanos de la Policía Nacional para regresar, pero no era posible porque no reunía el requisito del tiempo de la excedencia.

José quería viajar para experimentar y vivir del voluntariado, "intercambiando mano de obra por alimentos", pero con la pandemia "se cerró todo el voluntariado". Como no recibió más contestaciones y viendo que su familia y amigos estaban bien, decidió "para evitar riesgos, sobre todo a mis padres, con lo que tendría que volver a vivir, quedarme donde estaba".

La pandemia se agudizó también en Bayona. "He recibido visitas de la Policía francesa para preguntarme qué hacía allí, algunos entendían la situación e incluso me ayudaban; y otros en cambio hasta me han conminado a irme a otro lugar. Ha sido una odisea constante, en una situación de película de ciencia ficción en la que soy un actor secundario, por ser extranjero en este país".

José Sánche posa con su perro y su furgoneta convertida en autocaravana. / M. G.

Y en este contexto, pensó que debía "innovarse o morir" porque no era grato vivir con la incertidumbre de que pudieran echarle del país. Así, tras diez días enviando correos electrónicos aceptaron su solicitud en un pueblo llamado Chateaurenard, cerca de Aviñón, para el "cultivo y recogida de tomates y judías".

De esta forma, ha podido desplazarse casi 900 kilómetros sin problemas por el país vecino. En Chateaurenard también ha recibido la visita de la Policía Local, aunque como tiene trabajo para dos meses, ya no hay ningún problema con la residencia. Su economía se sufraga en parte por sus ahorros y también por haber aprendido a "vivir con lo justo y a buscarse la vida".

José confía en que en estos dos meses que tiene de trabajo en Francia la situación del coronavirus tienda a normalizarse, aunque por ahora no se plantea volver a España. La vida en el vecino país también está confinada, salvo que "sí se deja hacer deporte al aire libre, con restricciones, y siempre llevando un documento que expide el Gobierno, que yo hago a mano y que sirve como salvoconducto para hacer las gestiones que se permiten, entre las que también está comprar y sacar al perro, etc.".

No se plantea por ahora volver a Sevilla, porque su idea es poder continuar su aventura cuando se relaje el confinamiento. "Mi idea es ir lo más lejos que pueda, tenía intención de llegar a Tailandia, ir a Sudamérica, espero que se relaje el confinamiento lo antes posible. El tiempo dirá cuándo volveré a Sevilla, tengo claro que si mi familia y mis amigos no me reclaman, seguiré viviendo esta aventura, aunque siempre volveré a Sevilla, porque es mi tierra y es lo que quiero", ha relatado.

El utrerano ha querido igualmente mandar un mensaje de ánimo a "los héroes de la realidad de hoy: las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los militares, sanitarios y cuidadores, medios de comunicación, trabajadores sociales, transportistas, agricultores, ganaderos y gente de similar trabajo, personal del supermercado.

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