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Coronavirus Sevilla: De hotel a hospital: 36 días de lucha contra la pandemia en el Alcora

Una enfermera relata la experiencia vivida durante su trabajo en el centro: "ver cómo salía el último paciente ha sido sentir como si ganara la guerra"

Una de las enfermeras en el Hotel Alcora. / M. G.

El hotel medicalizado Ilunion Alcora en San Juan de Aznalfarache ha echado el cierre tras cinco semanas en funcionamiento en las que ha atendido cerca de 90 ancianos contagiados de coronavirus y usuarios de las residencias de Joaquín Rosillo, La Paz, Domusvi Santa justa, Fundomar Los Bermejales y San Pedro Nolasco. Los últimos fueron despedidos el pasado sábado y recibidos en sus residencias de origen entre aplausos como ocurrió en el centro Joaquín Rosillo en el mismo municipio adonde regresaron los últimos 17 residentes que aún permanecían en estas instalaciones y a los que acompañaron otros cuatro mayores de distintas residencias de la provincia que, siguiendo las instrucciones de las autoridades sanitarias de la Junta, han decidido que finalicen su recuperación en este centro.

Aunque el hotel ha quedado sin actividad médica, la instalación se quedará en la reserva por si fuera necesario reabrir ante un rebrote de la pandemia. Gema Castillo es enfermera en el centro de salud de Coria del Río y desde el pasado 27 de marzo ha formado parte del batallón que ha luchado contra el coronavirus junto a uno de los colectivos más vulnerables de esta crisis sanitaria, los mayores, y en el que el virus se ha cobrado 141 vidas en la provincia, algunas de ellas en estas instalaciones. Tras un trabajo "muy duro" y momentos complicados, la profesional asegura que la "alegría" tras despedir al último de los pacientes "no tiene precio". "Ahora que todo ha pasado sentimos una alegría infinita. Hemos podido conocer a casi todos los pacientes que estaban allí y el llegar cada día y ver alguna cama vacía, nos emocionaba muchísimo. Lo sentíamos como una batalla ganada. Pero ver el sábado cómo salía el último paciente y cómo cerraban el hotel ha sido sentir como si se ganara la guerra", relata la sanitaria.

En el centro se habilitaron cinco salas medicalizadas y boxes de cuidados intensivos

Este hotel ha sido el único medicalizado por la Junta de Andalucía en la provincia que ha sido necesario poner en funcionamiento durante el tiempo más duro de la pandemia. En apenas algunos días lo que tradicionalmente era una instalación hotelera se reinventó para albergar residentes diagnosticados de Covid-19 que no podían ser atendidos con todas las garantías en sus residencias por presentar dificultades estructurales en la organización de los aislamientos necesarios para contener la expansión de la epidemia; así como posible falta de personal para desarrollar los cuidados, prevenir problemas de salud que se presentaban en pacientes contagiados o la existencia de situaciones clínicas específicas derivadas de los problemas de salud de base. En su funcionamiento han participado en total 109 profesionales de SAMU, en colaboración con 22 profesionales de los centros sanitarios de proximidad: dos internistas del Hospital de San Juan de Dios de Bormujos y 20 médicos y enfermeras del Distrito Sanitario de Atención Primaria Aljarafe Sevilla Norte. Igualmente, se ha contado con la presencia continua de un oficial de seguridad biológica para asegurar cada proceso de vestido y desvestido de los equipos de protección y una unidad de descontaminación.

Un operario a las puertas de las instalaciones durante los preparativos del hotel. / Juan Carlos Muñoz
Un profesional sanitario junto a dos usuarias atendidas en el hotel medicalizado. / Juan Carlos Muñoz

Este centro habilitado ha contado con cinco salas medicalizadas y boxes de cuidados intensivos. Además, se han puesto en marcha distintos circuitos específicos de coordinación asistencial para facilitar una atención sanitaria integral que han incluido vigilancia intensiva con soporte ventilatorio y hemodinámico, radiología, analítica y ecografía. Los residentes han contado con un sistema de preparación de medicación en unidosis que ha garantizado la seguridad y la trazabilidad de los fármacos por parte de la unidad de farmacia del Hospital San Juan de Dios de Bormujos y la Unidad de farmacia del distrito sanitario de Atención Primaria de Sevilla Norte Aljarafe.

A esto hay que sumar un seguimiento epidemiológico estrecho, un equipo de fisioterapia general con especial atención al soporte ventilatorio, una unidad de nutrición para soporte especifico de residentes, apoyo y protocolos específicos para aquellas personas cuya situación clínica ha desembocado en condiciones de paliatividad, apoyo psicológico especializado, y sistema de contemporización continua de todas las camas.

No obstante, la situación no achantó a los pacientes atendidos. "Nos sorprendió ver cómo ellos no sentían miedo o por lo menos no lo expresaban. Confiaban en nosotros y en nuestro trabajo sin ni siquiera vernos la cara, sólo podían ver nuestros ojos, pero era suficiente. Eso ha sido también otra lección de vida, ¿por que no habrán pasado en su vida para no sentir miedo ahora?”, se pregunta la enfermera respecto a la forma de afrontar la enfermedad por los mayores.

La enfermera Gema Castillo junto a una compañera en el Alcora. / M. G.

Todo ello ha permitido a los profesionales desempeñar un trabajo duro y sin paliativos, pero que en el que el camino recorrido y la experiencia personal y profesional vivida les marcará para siempre. "Todos los compañeros que hemos estado allí compartimos el mismo sentir, ha sido una gran experiencia profesional y humana, inolvidable, hay incluso un compañero cuya madre murió en una residencia de ancianos por coronavirus sólo 10 días antes de ir al hotel. Creo que ha sido como una terapia para cada uno de nosotros. Teníamos un grupo de Whatsapp para organizarnos el trabajo, y en el cierre del grupo la frase más repetida fue gracias por dejarme vivir esta experiencia. Después de más de 20 años trabajando en distintos servicio y con distintos cargos, podemos afirmar que ha sido por el momento la experiencia más enriquecedora que hemos vivido", explica.

En estas instalaciones se ha atendido a más del 14% del total de mayores residentes contagiados en geriátricos y asilos de la provincia donde importantes focos de contagio derivó en un número elevado de afectados y también de muertes. Aunque para la enfermera Castillo ha sido "muy gratificante" el cuidar a una población "tan frágil y tan vulnerable" como son los mayores, en estos días también se han vivido momentos duros al tener que ver cómo algunos de esos ancianos no lograban superar la enfermedad y finalmente morían víctimas de la pandemia. "La pérdida de una vida siempre es lo más duro que se puede vivir en cualquier trabajo que hagas y ojalá nunca llegue la viva con indiferencia. Sin embargo, pensaba en la impotencia que tenía que sentir la familia, sin poder despedirse y eso creo que es lo más duro que viví", relata, al tiempo que destaca escenas "irrepetibles". "Los buenos momentos han pasado por celebraciones de cumpleaños con tarta, regalos y videoconferencia con la familia, partidas de bingos, clases de gimnasia y hasta bailes en una caseta de Feria que se montó dentro de las instalaciones", subraya.

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