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Coronavirus Sevilla: Así viven el aislamiento en casa las personas que presentan síntomas

A la incertidumbre por la ausencia de test y exámenes médicos definitivos se suman las dificultades para gestionar las bajas médicas y evitar el contacto con los hijos menores en domicilios sin demasiado espacio

Una mujer, aislada en el dormitorio.
María José Guzmán

26 de marzo 2020 - 19:11

¿Cuántas personas han contraído el coronavirus y no lo saben? Puede que muchas más de las que se pueda imaginar, sobre todo si la enfermedad puede cursar asintomática en algunas ocasiones. En muchos casos, cuando aparecen algunos indicios, los pacientes reciben la indicación de quedarse en casa, aislados en la medida de lo posible, una situación que añade nuevas inquietudes y dificultades al confinamiento.

Es un ejemplo que relata una joven sevillana, madre de dos niños de 1 y 3 años y empleada de banca. El pasado viernes empezó con febrícula (37,5º), congestión nasal y muchos dolores musculares. El domingo por la tarde su situación se agravó, la fiebre ya era de 38,5º y, lejos de bajar, el lunes ya superaba los 39º. Ya había llamado a los teléfonos facilitados para la atención del coronavirus. En uno de ellos la información fue mínima, en otro número la atención fue más personalizada. La paciente explicó al facultativo cuál es su puesto. Además, le comentó que son diez compañeros y que estuvo atendiendo al público. La recomendación no varió: "Si no tiene ninguna patología previa grave, quédese en casa y evite abrazar o besar a sus familiares y en cuatro días vuelva a llamar".

La paciente siguió tomando paracetamol cada seis horas, pero la fiebre apenas bajaba unas décimas; perdió el sentido del olfato y el gusto. El martes ya desapareció la fiebre, pero no los dolores musculares. Aún así, la mejoría fue notable en cuestión de horas y todo se redujo a cansancio generalizado y un poco de asfixia cuando hacía algún esfuerzo. Ya había agotado los tres días que en su puesto de trabajo le corresponden por enfermedad. "¿Qué hago? ¿Vuelvo a mi puesto?", se preguntó. Pidió cita a través del servicio Salud Responde para acudir a su médico de familia y tramitar la baja médica, pero no le dieron un hueco hasta el 31 de marzo, una semana después.

Al miedo por el posible contagio a su familia y sus compañeros, con quien ha convivido antes de notar síntomas, se suma ahora el agobio que añade la desinformación y la incertidumbre, pues no hay un test ni ninguna prueba que confirme que ha tenido realmente coronavirus. Aunque lo más duro está siendo atender a dos niños pequeños sin poder acercarse a un metro de distancia. ¿Cómo se hace eso?

Otro joven profesional comenta su caso añadiendo otro problema: ¿Cómo aislarse en un piso de 65 metros cuadrados y un solo baño? Por suerte no tiene hijos, convive con su pareja que, de momento, no presenta síntomas y es un gran apoyo para comer y mantener la casa limpia cuando la fiebre le vence y no tiene fuerzas para salir de la cama. Para él la gran incertidumbre es saber si realmente ha contraído el coronavirus o el diagnóstico es otro. Ante la duda, la recomendación es aislarse y aguantar el tsunami de emociones. Por eso prefieren hablar desde el anonimato, temerosos de que señalarse en público pueda sumar una preopación más: el sentirse rechazados socialmente. "No somos apestados, es cierto, pero no creo que a nadie le guste que estemos cerca", comenta el paciente.

Seguridad y emociones en los paritorios

Alicia y Chiqui salen de su casa camino al hospital. Llegó la hora y su segundo hijo llegará al mundo con un tercio del planeta confinado. Van provistos de guantes y mascarillas. Lo que más le extraña es ver el hospital con menos gente. “La sensación es de seguridad y orden, he bajado al bar y se entra de uno en uno”, comenta el padre. Todo ha salido bien y el bebé y su madre estarán en casa en dos días. “Le harán aquí la prueba del talón, para evitar ir al centro de salud”. También en el Hospital de Valme Julián y Rosa respiran tras un parto que se ha prolongado todo el día. “Ya salimos de esto. Agradecemos la información, eso te da tranquilidad”, apunta la madre. No les han dado material de protección y confiesan que a las emociones que se viven en el paritorio se suma el miedo. “Todo está muy restringido y controlado, pero son unos campeones”, comentan en relación a los sanitarios.

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