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Compás de aire y de piedra por la Casa Grande

metrópolis

Consistorio. Un rey en el centro y el alcalde en el Ayuntamiento. Poder simbólico y poder real conviven en un espacio donde los concejales tienen trabajo extra para casar. Es tránsito continuo de turistas y manifestantes, casetas de feria con libro

Vista del edificio de la Telefónica, en la Plaza Nueva, desde el Arquillo del Ayuntamiento. / Reportaje Gráfico: Juan Carlos Vázquez
Francisco Correal

06 de mayo 2018 - 02:38

Hoy es el día de la Madre y sobre el caballo que esculpió Joaquín Bilbao para el rey San Fernando, santo sin festivo, debería figurar la estatua de doña Berenguela, la madre del monarca. La Plaza Nueva es un cuadrante dinámico que hermana centros y periferias y que estos días rebosa de libros y libreros. La calle Zaragoza le trae el frescor del río y los avisos de Triana. Será la Sevilla Napoleónica de la que habla Manuel Moreno Alonso, pero esta ciudad en su callejero le da más relevancia a los sitios que a los lugares, una Sevilla galdosiana donde las calles Gerona o Zaragoza tienen mucho más peso urbano que las que llevan por nombre Barcelona, que desemboca en la Flor de Toranzo de Trifón y sus bodas de diamante, o Madrid, que antes fue del taimado Pedro Parias y a espaldas del hotel Inglaterra une el sosiego conventual que presidió esta plaza con la discoteca Bestiario.

En la Plaza Nueva se cruzan los espectros de Queipo, que salió como un rayo del hotel Simón, y Saturnino Barneto, protagonista de la resistencia que convirtió este lugar en una variante de El Álamo con detalles que llegan al escalofrío en el libro de Juan Ortiz Villalba. Ayer fue sábado de comuniones y de bodas y algunos concejales tenían trabajo extra. Oficiaba una boda Antonio Muñoz y otra su compañero de grupo Juan Manuel Flores, que llegaba al Ayuntamiento por la calle Granada con una subcarpeta en la que figuraba su ramillete de lecturas para los novios: Cernuda, Bécquer, García Márquez, Mario Benedetti.

Sevilla es galdosiana. En el callejero tienen más presencia los 'sitios' que los lugares

Jacinto Maqueda toma un café con su hija Sofía en El Papelón, en la calle General Polavieja que antes se llamó de Manteros, como consta en el edificio Laredo. El resquicio del santuario montañés que rindió sus huestes al capitán de Villalba del Alcor. El doctor Maqueda, al que saludan por la calle sus pacientes, ha visto todas las transformaciones de la Plaza Nueva. La conoció bien Vieja. El día de San Antonio cumple 96 años en su viaje al siglo.

La Casa Grande, sobrenombre de la plaza, es la madre simbólica de esta plaza en la que coinciden invitados a las bodas, turistas en bicicleta, coleccionistas de autógrafos literarios y pensionistas enfadados con el Gobierno. Inician una marcha desde la estatua de Joaquín Bilbao a la más refrescante de Delgado Brackenbury en la Puerta de Jerez. Atrás dejan una impresionante cola que desde el Fnac, en la Avenida, llega hasta la calle Joaquín Guichot. Es para que les firme "una youtuber juvenil". Ajeno a pensionistas youtubers, entre músicos callejeros de jazz, flamenco y hasta rancheras, pasea junto a la parroquia del Sagrario el psiquiatra Jaime Rodríguez Sacristán. Bendita locura de la ciudad múltiple con algún sindicalista como Florido en su Florido Mayo.

Metro es apócope de Metrópolis. Bajo la estatua ecuestre de San Fernando se abrió una estación fallida. Hubo que levantar al rey y a sus cuatro escoltas: su hijo Alfonso X el Sabio, el almirante Bonifaz, el obispo don Remondo y el soldado Garci Pérez de Vargas. Los cuatro poderes de la Edad Media, no confundir con el cuarto poder. El hotel Inglaterra, paradójicamente, lo fundaron franceses y lo regenta en tercera generación la familia Otero. En él se hospedaron Hans Christian Anderssen, Giuseppe Verdi, Pierre Louÿs, Italo Calvino o Juan Goytisolo. Algunos de los viajeros románticos catalogados en su libro por Eva Díaz Pérez en este año sin Nobel. La Plaza Nueva es equidistante de Yanduri, casa-palacio donde nació Vicente Aleixandre, que lo ganó un año que el Liverpool se llevó la Copa de Europa, y de la residencia de la calle Gerona donde se hospedó de estudiante Juan Ramón.

Pasó el libro de la Feria y llegó la Feria del Libro. Fueron desapareciendo librerías míticas que circundaban la Plaza Nueva: Antonio Machado, Lorenzo Blanco, María Fulmen, ésta en la misma calle Zaragoza donde vive el arquitecto Rafael Manzano, en la que fueron vecinos Enriqueta Vila y Antonio Colón y tuvo su galería Juana de Aizpuru.

"Aquí siempre hay algo", le dice un hombre a su amigo ante el bullicio de la entrada al Ayuntamiento. Las banderas denotan su importancia institucional. Las fachadas que dan a la plaza de San Francisco las diseñó Diego de Riaño. Cuando Carlos V vino a Sevilla para casarse con su prima Isabel de Portugal, se vio la necesidad de un nuevo emplazamiento para el Concejo de Sevilla, precedente del gobierno municipal. La fachada que da a la Plaza Nueva es del siglo XIX y obra de Balbino Marrón. El Arquillo, el tercer visor de la ciudad junto al Postigo y el Arco de la Macarena, une las dos caras del Ayuntamiento. Lugar de paso salvo en fechas navideñas por acoger el Nacimiento. Este paso tan misterioso y fotografiado, compás del aire con la piedra, daba paso al desaparecido convento de San Francisco que da nombre a la plaza donde se colocan los palcos de la Semana Santa. El convento no estaba en la plaza sino al revés: la plaza en el convento. A él pertenecía la capilla de San Onofre, espacio para la Adoración Perpetua cuyo silencio monacal convive con el concierto de silbatos de los muecines de la reivindicación que a un gallego registrador de la propiedad le piden que trabaje de peón. Una huerta común unía el convento de San Francisco con el colegio de San Buenaventura -el actual convento-, que era el centro de estudios del primero.

Esta edición de la Feria del Libro se dedica a Irlanda, un país mucho más presente en Sevilla de lo que se cree. Está en los ascendientes de la calle O'Donnell, en la camisería O'Kean, familia de sastres donde hubo un hermano mayor del Valle junto al Panteón de Sevillanos Ilustres. Una tienda clásica de la Plaza Nueva, que convivió con las obras y el levantamiento del espacio, junto a la que han puesto el comercio oficial de Real Betis Balompié, que ganó la Liga en la temporada 34-35 entrenado por el irlandés Patrick O'Connell a cuya estela le dedicó un bello relato el periodista con nombre de futbolista Jorge Molina; un O'Neill fue teniente de hermano mayor de la Maestranza de Caballería y el medievalista Manuel González Jiménez, biógrafo de Fernando III y de su hijo, está casado con Mary O'Sullivan, irlandesa y sevillana consorte. De Carmona además.

El Portón no es la taberna del Irlandés, pero conserva las cualidades de la raigambre. Despacha Antonio, yerno de Carlos, uno de los tres hermanos López Rolán que llevaron las riendas del negocio: Manuel, Pepe y Carlos. El Portón abrió sus puertas en 1958. Ocho años antes terminó el arquitecto José Galnares Sagastizábal la obra del BBVA que une Tetuán con Granada.

Acuden los escritores a su cita con los lectores. Entre ellos, como hiciera hace casi cuatro décadas cuando llegó a su despacho del Ayuntamiento, Antonio Rodríguez Almodóvar firmó ayer ejemplares de su libro Memorias del hambre y el pan. Cuando llegó a la Casa Consistorial en 1979 no había bodas civiles ni divorcio ni se incineraban los difuntos. En el fondo, la cola de la youtuber que pacientemente aguantan junto a la antigua Filella muchos padres con sus hijas adolescentes es un símbolo de los nuevos tiempos. De Berenguela a Letizia hay un mundo, aunque una fuera castellana y la otra sea asturiana.

Una novia vestida de blanco entra por la calle Sierpes acompañada de un militar. El clasicismo de la estampa, con los cimientos de la portada del Corpus a sus espaldas, es un canto a la primavera. Entran a tomar un refrigerio en Robles Laredo. Los concejales siguen casando novios con Bécquer, Cernuda, Khalil Gibran o la carta de San Pablo a los Corintios. Bodas en la Casa Grande, como aquellas Bodas en casa con las que Bohumil Hrabal tituló una maravillosa novela.

La Casa Grande da a dos plazas que son el termómetro de la ciudad: de sus alegrías y sus penas, desde el triunfo deportivo de un equipo a la rabia contenida por el asesinato de un concejal. El alcalde con calle más cercana es García de Vinuesa, poblada de suscursales manchegas: Morales, de Valdepeñas; Salazar, de Almagro. La prolongación de la calle Alemanes donde estuvo la Punta del Diamante. En esa esquina está la mejor vista de la Giralda.

Anuncian por megafonía a Juan Eslava Galán en La Botica del Lector. A su alrededor, otros escritores: Juan Cobos Wilkins, Francisco Núñez Roldán. Y mujeres-libro: Carmen Carballo, Ana Gavín. Por la calle Barcelona alguien va leyendo Cataluña para Marcianos, libro que firma un apócrifo Jaume Pi i Bofarull.

El lugar donde la ciudad se hace más ciudad

La Plaza Nueva dejó de ser terminal de autobuses de Tussam por dos motivos: la peatonalización de la Avenida de la Constitución, una de las principales obras del longevo mandato municipal de Alfredo Sánchez Monteseirín, y la puesta en marcha del Metrocentro, un sucedáneo del tranvía que une Plaza Nueva con San Bernardo con paradas en el Archivo de Indias, Puerta de Jerez y Prado de San Sebastián. Se inauguró el 28 de octubre de 2007, justo 25 años después del triunfo de Felipe González en las elecciones generales de 1982. Desde 1979 han pasado siete alcaldes por la Casa Grande: los andalucistas Luis Uruñuela y Alejandro Rojas-Marcos, los populares Soledad Becerril y Juan Ignacio Zoido (los únicos que han tenido un cargo ministerial) y los socialistas Manuel del Valle, Alfredo Sánchez Monteseirín (los dos antes presidieron la Diputación) y Juan Espadas. En total, 23 años de gobierno socialista. Ellos han sido los inquilinos más mediáticos de la Plaza Nueva. La Casa Grande le robó protagonismo a sus respectivas casas 'pequeñas' a las que volvieron en cuanto agotaron sus respectivos mandatos. En ese sentido, la Plaza Nueva es donde la ciudad se hace más ciudad porque llevan el timón los depositarios del sufragio universal cada cuatro años.

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