Comienza la restauración de una de las joyas más desconocidas de Sevilla
Patrimonio
El monasterio de San Jerónimo de Buenavista, del siglo XV, aspira a consolidarse como espacio escénico de la ciudad
Las benditas tentaciones de San Jerónimo
La rehabilitación del claustro del Monasterio de San Jerónimo de Sevilla comenzará este otoño
Un edificio histórico que comienza su recuperación. El Ayuntamiento de Sevilla ha emprendido la ambiciosa restauración del monasterio de San Jerónimo de Buenavista, un cenobio que data de inicios del siglo XV, concretamente de 1414. Las obras, que cuentan con un presupuesto de 6,1 millones de euros, se acometerá por fases. En esta primera, con un esfuerzo económico de 1,8 millones, se actuará en la parte baja del claustro. El objetivo es que el edificio que ya funciona como centro cívico se convierta en un atractivo más dentro de la oferta patrimonial y turística de Sevilla y se consolide como espacio escénico.
La primera fase de la restauración que ha visitado este lunes el alcalde, Antonio Muñoz, se van a centrar en la parte baja del claustro, donde se va a llevar a cabo un refuerzo de la cimentación con afianzamiento de pilares y muros, la renovación de la red de saneamiento para la evacuación de aguas pluviales y la restauración de los pavimentos tanto del claustro propiamente como del deambulatorio bajo.
Previamente, como ha informado el Ayuntamiento, la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente ha llevado a cabo trabajos de diagnóstico previo, inspección, estudio geotécnico y de cimentación y de levantamiento tridimensional del edificio mediante un escaneado láser que han permitido conocer mucho mejor este BIC, fijar bien las prioridades y acometer las distintas fases de intervención.
Una vez que concluya esta primera fase, arrancará la segunda con un presupuesto de 4,8 millones de euros. En este caso, los trabajos se centrarán fundamentalmente en la mejora del claustro y deambulatorios en la planta alta. Entre las actuaciones previstas en esta fase se incluye la estabilización de los arcos formeros de la galería alta y la reparación de las cubiertas. También se intervendrá a nivel de pavimentos y solerías. La inversión se acomete con la cofinanciación de fondos FEDER.
En este monasterio intervinieron Diego de Riaño, arquitecto de la Casa Consistorial de Sevilla; Martín de Gaínza, que trabajó en la Capilla Real de la Catedral;, Hernán Ruiz, diseñador del cuerpo renacentista de la Giralda y el campanario de la iglesia de San Jerónimo, con un evidente parecido; así como Pietro Torrigiano -discípulo de Miguel Ángel- y Zurbarán, quien pintó aquí varios de los cuadros para el monasterio extremeño de Guadalupe, entonces también perteneciente a la orden jerónima.
Centro cívico y espacio para actividades culturales y de ocio
Además de su recuperación y de acercarlo a la ciudadanía convirtiéndose en un atractivo más dentro de la oferta patrimonial y turística de Sevilla, el objetivo de esta rehabilitación es ampliar la actividad que se desarrolla en el monasterio como centro cívico y que está limitada por el estado del edificio. Igualmente, el gobierno municipal pretende con esta actuación que este equipamiento público se consolide como un espacio de desarrollo de actividades culturales y de ocio en el barrio de San Jerónimo y de toda la ciudad, una función que ya ha venido cumpliendo en los últimos años como sede de espectáculos de la Bienal y de otras iniciativas.
Durante su visita, el alcalde ha destacado que con esta primera fase “arranca la recuperación de un bien patrimonial que, sin duda, va a ser un auténtico revulsivo para el barrio de San Jerónimo, ya que se trata de un proyecto largamente esperado y demandado. No solo queremos recuperar este edificio como elemento clave del patrimonio de la ciudad e incorporarlo a su oferta turística, sino también que cumpla su función como equipamiento público y como lugar para actividades vecinales y, al mismo tiempo, que se consolide como espacio escénico”.
Una intensa relación con reyes y prelados
La construcción del monasterio de San Jerónimo en unas tierras de labranza del llamado Pago de Buenavista, comenzó el 11 de febrero de 1414. Por Sancho Corbacho es conocido que, en 1413, dos frailes jerónimos del monasterio de Guadalupe, fray Diego Martínez (“de familia sevillana muy principal”), y fray Juan de Medina, vienen a Sevilla donde tanto sus familias como el arzobispo don Alfonso de Ejea, les animan a levantar una nueva fundación jerónima.
Desde comienzos del XVI la fama, propiedades y prestigio del monasterio van en aumento, como se relata en el proyecto de obra. Numerosos personajes de la ciudad los toman como albaceas testamentarios, así como instituciones y conventos se acogen a su patronazgo. "En el año 1503 Catalina de Ribera, mujer del Adelantado Mayor de Andalucía, Pedro Enríquez, funda el Hospital de las Cinco Llagas, y su custodia la encarga a un patronato constituido por los priores de los monasterios de Santa María de las Cuevas, de San Jerónimo de Buenavista y de San Isidoro del Campo (de jerónimos también), cuyos priores se turnaban en la presidencia anualmente".
Otra circunstancia que favorece su auge es su emplazamiento geográfico: en un paraje próximo al recodo del
río, alejado de la ciudad, de sus epidemias y revueltas y, junto al camino real hacia la Corte. Esto lo convertía en residencia frecuente de los prelados hispalenses que siempre tenían allí alojamiento preparado. Pero más importancia tenía aún su carácter de residencia regia: "Probablemente los Reyes Católicos descansarían en él durante algunas de sus numerosas visitas a la ciudad. También el emperador Carlos cuando acude a Sevilla en 1526 a desposarse, pernocta y recibe allí a los representantes de la ciudad que le dan la bienvenida, y desde este Monasterio parte hacia el Real Alcázar, donde ha de celebrarse la ceremonia nupcial".
Pero fue Felipe II quién, además de residir en ella durante 1570, más decididamente apoyó a esta comunidad. "Poco antes en 1567, el monarca había conseguido del Papa Pío V la incorporación a la Orden Jerónima de siete monasterios de los llamados isidros, el más importante de los cuales fue San Isidoro del Campo que pasó a depender del prior de Buenavista. Poco después, en 1575, Felipe II concedió a San Jerónimo de Buenavista el privilegio de impresión de las Bulas de la Santa Cruzada para las Indias, así como de otras obras piadosas, lo que sin duda supuso un nuevo impulso a una comunidad ya floreciente".
Es en este período (1526-1575) cuando se realizan las mayores ampliaciones del conjunto monacal hasta alcanzar lo que se puede considerar como estado casi definitivo hasta la exclaustración. "Si durante la época de los Austrias los destinos de Sevilla y la monarquía estuvieron íntimamente ligados, también se
puede afirmar que el del Monasterio de Buenavista lo está a ambos. Así, tras la expansión y auge del siglo anterior, iniciará con el siglo XVII su declive al verse afectado por similares y adversas circunstancias".
Auge y declive de los jerónimos
Desde mediados del siglo XV, el cenobio había mantenido una posición casi hegemónica entre los monasterios
hispalenses, bien por sí solo, bien en unión de los otros dos grandes cenobios con los que compartía patronazgos y dignidades: Santa María de las Cuevas y San Isidoro del Campo. "Pocos podrían igualárseles entonces en pujanza religiosa, económica o social. Pero la nueva condición de Sevilla atraería a todas aquellas ordenes que deseaban aumentar su presencia en la primera ciudad del reino, lo que, unido a la aparición de nuevas ordenes religiosas más dinámicas y abiertas a su tiempo, explica la gran eclosión de fundaciones de la primera mitad del siglo XVII".
El otro aspecto que señala el declive del monasterio es el cambio en la relación entre Corona y Orden. "La estrecha afinidad existente entre los primeros Austrias y los jerónimos, a quienes aquellos acudían para pedir consejo y solicitar patrocinio a cambio de frecuentes donaciones, exenciones y privilegios, cambiará de signo en esta época, y aunque visiten y se alojen en sus casas, más será en busca de rentas que de inspiraciones religiosas".
Por otra parte, las visitas de los monarcas a Sevilla se fueron espaciando, registrándose únicamente durante el siglo XVII la estancia de Felipe IV, que pernoctaría en Buenavista el 29 de febrero de 1624, antes de su entrada solemne por la puerta de la Macarena. Más de un siglo transcurrió hasta la prolongada estancia en la ciudad de Felipe V y su corte (1729-1733).
Si difíciles fueron los dos siglos anteriores, el XIX sería el último que viera la Orden Jerónima en sus conventos sevillanos, al menos en lo que a su rama masculina se refiere. "La comunidad de Buenavista había disminuido notablemente. De los más de ciento cincuenta frailes, que un poco exageradamente se calcularon durante el viaje de Cosme de Médicis a España en 1669, se pasó en menos de un siglo a apenas cuarenta, para quedar reducidos a comienzos del siglo XIX a sólo una docena, y de avanzada edad en su mayoría".
El 18 de agosto de 1809 se decreta la extinción del clero regular y en ese mismo año se inicia la incautación de las fincas rústicas de la Orden. "Tras la incautación del monasterio, y entre 1815 y 1820, se produce un saqueo que debió resultar muy destructivo, a juzgar por las extensas señales de incendios, que se han localizado al practicar las excavaciones arqueológicas del recinto".
En 1823 se autorizó a los jerónimos a reintegrarse a sus conventos y recuperar sus enseres en depósito. La destrucción de la iglesia era tal que no fue posible su reutilización. Se reincorporaron unos pocos frailes, y aún éstos, no tardarían en solicitar dispensas por razones diversas. En tales condiciones se produce la definitiva extinción de la orden en 1835, tras la cual, los últimos enseres monásticos irían a parar al convento de jerónimas de Santa Paula.
De fábrica a criadero de cerdos
Tras la exclaustración general de las órdenes religiosas, numerosos conventos se convierten en instalaciones fabriles. Así, la Cartuja se transforma en fábrica de loza; San Antonio, en la fábrica de hierros y máquinas de don Narciso Bonaplata; el de la Concepción, en fábrica de hilados de lana, y el de San Jerónimo, en fábrica de vidrios huecos y planos. "Antes de que Enrique Hodson Cortés lo convierta en 1843 en instalación fabril, había sido usado el edificio como lazareto y, posteriormente como 'el gran Colegio del Sr. Don Alejandro Fernel', según testimonio de González de León".
Durante su uso industrial se alteró en gran manera la edificación, en especial la iglesia, torre y miradores. "En el centro de la iglesia se encontraba el horno principal, utilizándose la torre como secadero de las piezas recién fabricadas. En las huertas más al norte se levantaría más tarde el cementerio protestante, que aún subsiste. El predio monacal se fue así fragmentando, dedicándose a diversos usos, mientras que las edificaciones se continuaban degradando y expoliando. El colmo de la profanación y el abandono, se alcanzó con su utilización como cebadero de cerdos, uso que, desgraciadamente, se prolongaría hasta muy avanzado el siglo XX".
Carmen Iglesias Zubiada adquiere la propiedad de solar y edificio el 21 de junio de 1966 a Manuel Escudero Rodríguez y Benita Escudero Sanabria, realizando algunas obras de consolidación y adecuación a uso residencial. El Ayuntamiento de Sevilla adquiere la propiedad del edificio el 8 de marzo de 1984, en contrato de compraventa por valor de 25.031.700 pesetas, al que se añaden poco después, el 6 de julio del mismo año, los terrenos circundantes, tras culminar un proceso expropiatorio que importa 19.000.000 pesetas, con lo que finaliza retornando a mano pública lo que constituyó, durante mucho tiempo, motivo de orgullo y admiración de la ciudad.
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