Comercios que se adaptan
Sortear viajes o dinero, cerveza a 0,40 euros o dar un giro radical a una tienda de decoración son ideas con éxito para elevar ventas. También ajustar precios y mimar al cliente.
Mientras la situación económica empeora año tras año con los ajustes gubernamentales y los consumidores andan desanimados y han perdido la alegría de otros tiempos, hay comercios grandes y pequeños fuertemente implantados en los barrios de la ciudad que siguen manteniéndose y van superando los embates de la crisis. Su fórmula consiste en no dejar de mimar a los clientes y adaptarse a sus necesidades, dar un servicio de extraordinaria calidad, buscar la especialización, ofrecer buenos precios y ponerle mucho cariño e imaginación al negocio. Cuidar a los trabajadores es otro ingrediente básico.
La mayor parte de los ocho comercios consultados han ajustado bastante el margen de beneficio y gastan de tesorería sin recurrir a créditos bancarios que hoy resultan casi imposibles. Coinciden en que los bancos prestan sólo a los que tienen dinero.
Adaptarse o morir. Para atraer a la clientela, el restaurante Leo, en Los Bermejales, sortea cada año un cheque de 500 euros y viajes para tres familias de cuatro miembros a Europa. La fórmula le funciona muy bien. En el bar low cost que abrió en la misma calle que el restaurante hay colas de público a diario para tomar sus cañas de cerveza a 0,40 euros y tapas a 0,90 euros, como en la época anterior al euro. "Es la forma de incentivar el consumo y devolver al barrio lo que está dando", cuenta Servando Valle, gerente del establecimiento, el primero que abrió en la avenida de Finlandia, donde tiene cinco locales con productos diferentes.
La adaptación supone en ocasiones dar un giro al negocio y enfocarlo al producto más rentable. Es lo que hizo Rocío Campayo, de Arate, fundada en 1975 y que se ha especializado en proyectos de decoración con alta demanda tras la caída de compras para listas de boda y regalos. Hace dos años se planteó cerrar la tienda y acabó cambiando su filosofía hacia un sector en boga: proyectos de decoración con la ayuda del decorador José Sánchez Marín, con quien lleva el negocio.
La tienda actual parece otra: muebles originales y llamativos traídos de ferias internacionales (París, Milán, Fráncfort) y un escaparate en constante cambio. Los regalos son sólo un complemento. "La crisis viene bien para ser creativo y no encasillarte en un producto. En mi caso o daba el cambio o cerraba", comenta Campayo, que se ha arriesgado ahora en tiempos difíciles como lo hizo su madre al montar la tienda nada más morir Franco.
Otro ejemplo de adaptación permanente se halla en Triana, en la tienda RCO de componentes electrónicos, con 40 años de existencia. Su máxima es estar a la última en productos (los auriculares para móviles, por ejemplo, es lo que tiene ahora más salida) y proponer siempre soluciones interesantes e inteligentes adaptadas a necesidades de los clientes, a pesar de que en Andalucía cuesta y se tarda más tiempo en invertir en tecnología. "Se trata de mantenerse con mucha imaginación, tener productos que otros no tienen", explica su responsable,Ricardo de la Casa.
De la Casa destaca un punto esencial de RCO: el personal de la empresa. "Tenemos un gran equipo profesional muy formado y con fidelidad a la empresa; los consideramos colaboradores, no empleados. Saben perfectamente cómo van las ventas, y una vez al mes ponemos en común con ellos los cambios y cómo mejorar".
En pleno centro de la ciudad, dos de los comercios más veteranos, Chisvert y Pichardo Fiestas, dedicados a las especias y a los disfraces, respectivamente, cuentan sus fórmulas.
El gerente Tomás Chisvert, tercera generación de la empresa que fundó su abuelo Francisco Chisvert en 1932, ha ampliado su oferta de productos (aparte de las especias, dietética, velas y plantas medicinales ) y se ha expandido a cuatro barrios más fuera del centro. También vende al público en el cash del Polígono Carretera Amarilla.
Chisvert no tira el precio por los suelos porque asegura que en alimentación los márgenes son más pequeños. Prefiere ofrecer bonos con promociones (noche de hotel) a mayoristas que se llevan packs; y al resto de clientes puntos regalo en sus tiendas y bonos acumulativos con descuentos de hasta el 20% si compran en sus cinco tiendas.
En Pichardo Fiestas, su gerente, Diego Díaz, explica que la empresa está asumiendo la subida de todos todos los impuestos y el IVA de sus artículos, a la vez que bajan el margen comercial de beneficios de los mismos. "Creo que es la única fórmula para hacer rotar el dinero, que es lo que nos interesa a todos los ciudadanos", asegura.
Chisvert y Pichardo coinciden en la urgencia de aparcamientos públicos para el centro. Tomás Chisvert recalca que todavía hay personas con miedo a entrar por que le multen porque el centro no se ha recuperado del mazazo que supuso para las ventas el plan de tráfico con las cámaras.
La queja sobre la gestión del tráfico y su afección a los comercios se repite en Luis Montoto, una de las grandes calles comerciales de la ciudad, en pleno barrio de Nervión, por la medida política de convertir la mitad de esta vía en sentido único. "Los comerciantes de Luis Montoto no estamos contentos. Pensábamos que el alcalde Zoido iba a reactivar la calle. El sentido único se ha cargado esta calle comercial. Bastaba con poner zona azul que acaba con la doble fila". Así lo afirma Agustín Rodríguez, presidente de la asociación de comerciantes de la calle y gerente de La Isla del Tesoro. Este negocio, con 39 años de existencia, se dedica a la venta de electrodomésticos.
Rodríguez no duda en calificar el año 2012 como "el más duro" desde que montó la tienda. Recurre a constantes ofertas y, en algunos productos, pone precios muy ventajosos. Los parados, pensionistas y familias numerosas tienen descuentos del 3% desde esta semana. Cambia el escaparate con frecuencia semanal (antes cada 15 días) y está presente en las redes sociales.
Cree que el Gobierno central debe salir a la calle a conocer los problemas reales de la gente y reclama apoyo real a los emprendedores, como hace EEUU y que los políticos obliguen a los bancos a dar dinero a todos, no sólo al que tiene dinero.
Los pequeños comercios con fuerte implantación en los barrios se dedican de lleno a cuidar al máximo a sus clientes y escolares de toda la vida sin descuidar nunca la calidad de sus productos y con muy buenos precios. En la zona de Marqués de Pickman, Papelería Ruiz lleva medio siglo dando un trato exquisito a sus vecinos gracias a la atención de Fernando Ruiz, ya jubilado, y de su hija Eva Ruiz, que lleva ahora el negocio. En junio de 1962 al abuelo se le ocurrió montar la papelería a su hijo, que lleva allí desde los 19, a pesar de cambiar de local y de la fuerte competencia de los chinos. "La solución es echarle cariño y horas de trabajo para no perder la clientela, sin aspirar a mucho beneficio", relatan Eva y Fernando.
En Triana, la charcutería de productos ibéricos Casa Juan tiene clientela para rato en San Vicente de Paúl. Su responsable, Juan Conrado, lo gestiona desde 1999 y afirma que no nota la crisis. Su receta: su especialización, ofrecer un servicio más personalizado al cliente y buscar un precio adecuado combinado con más calidad.
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