Comercio tradicional, una necesaria protección

Aprocom reclama a las administraciones una legislación y ayudas que eviten un nuevo cierre de establecimientos históricos

Comercio tradicional, una necesaria protección
Comercio tradicional, una necesaria protección
Juan Parejo

14 de diciembre 2014 - 05:03

Una nueva vuelta de tuerca para el fin del comercio tradicional. A partir del 1 de enero de 2015, cuando expira la moratoria de 20 años otorgada por la ley de 1994, todos los locales comerciales con contratos anteriores a 1985 tendrán que tener sus rentas actualizadas a los precios del mercado actual o se verán abocados al cierre. Desde hace algunos años, muchos de los establecimientos históricos de la ciudad han venido renegociando estas rentas, en algunos casos con éxito, mientras que en otros han recibido la negativa de los propietarios a esta actualización viéndose obligados a echar el cierre o a lanzarse a la búsqueda de un nuevo local en el que reabrir el negocio, una tarea más que complicada.

En esta tesitura, según la plataforma andaluza No al cerrojazo, promovida por la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), que engloba a los afectados por el fin de los contratos de renta antigua, se encuentran unos 30.000 establecimientos comerciales en Andalucía que emplean a alrededor de 90.000 personas. Según han alertado en varias ocasiones, la medida sólo promueve la especulación, condena al comercio tradicional a la desaparición y a decenas de miles de personas a la exclusión. Tanto esta plataforma como la Junta de Andalucía han pedido al Gobierno una nueva moratoria de 10 años y que se articulen diversas medidas para actualizar progresivamente las rentas que permita a estos comerciantes afrontar esta reconversión en un contexto más favorable y no en el de la actual crisis económica.

Una de las principales señas de identidad de las ciudades, al menos en sus zonas más céntricas, son sus comercios. El tejido comercial es el que diferencia a unas ciudades de otras. Sus tiendas centenarias, sus productos únicos, sus manufacturas o sus artesanías son ampliamente valoradas por los propios y también por los turistas que acuden en busca de ese artículo que sólo se puede comprar en esa ciudad. Por ello, y ante la tesitura en la que se encuentran muchos comercios de Sevilla, únicos en su género y que aportan un valor incalculable y diferenciador, desde la Confederación Provincial de Comercio y Servicios de Sevilla (Aprocom) reclaman a las administraciones medidas de protección y ayuda para que los comercios centenarios no desaparezcan.

¿Se imaginan la plaza de la Campana sin la confitería, la calle Sierpes sin la papelería Ferrer, Entrecárceles sin el Bazar Victoria, Álvarez Quintero sin la Joyería Reyes o la Plaza del Salvador sin la antigua cerería? Pues eso es lo que quieren evitar después de que en los últimos años, y de manera progresiva, el centro y otras zonas de la ciudad hayan ido perdiendo sus comercios más significativos. "No hay nada que proteja a los comercios tradicionales actualmente. Hay comercios centenarios con unas instalaciones increíbles. Es casi un sacrilegio que puedan desaparecer. Es lo que se llama el fondo de comercio: están ubicados en una calle, en un número y de una manera muy determinada. Si se trasladan pueden venirse arriba o abajo. Hay que mantenerlos como están y donde están", explica Tomás González, presidente de Aprocom.

Desde Aprocom instan a las administraciones a asentar las bases de futuro para proteger a estos comercios. Reclaman leyes para que las calles comerciales no sean un calco de las de otras ciudades, con las mismas tiendas de las mismas cadenas, y así ofrecer atractivos autóctonos, como sucede en otros lugares: "En Bruselas, por ejemplo, existe esa protección y los comercios históricos tienen una placa que los acredita. También sucede en los países nórdicos. Hay que trasladar eso aquí".

La propia imagen de los establecimientos es un imán para los turistas. Desde el Ayuntamiento, a través del Consorcio de Turismo, se quiere potenciar la imagen de Sevilla como ciudad de compra, pero para ello es necesario proteger los comercios autóctonos y diferenciadores: "En algunas ciudades hay rutas turísticas por establecimientos emblemáticos. Están protegidos y disponen de una legislación para que no desaparezcan".

Por último, afirman que igual que hay ayudas públicas para el mantenimiento y conservación del patrimonio, debería haberlas para mantener estos locales en el mismo lugar en el que están para que no pierdan sus características únicas.

Bazar Victoria: Un éxito basado en saberse adaptar a los tiempos

El Bazar Victoria es seguramente el máximo exponente de un comercio tradicional que se ha sabido adaptar a los tiempos. Fue fundado por Isaías Sainz Moreno, y antes de estar en su actual ubicación, funcionó con el nombre de Bazar la Estrella en las calles Feria y Córdoba. La llegada a Entrecárceles se produjo antes de 1918. Su actual propietario, Rafael Sainz, explica cómo una ferretería ha sobrevivido a los tiempos: "La clave es que yo estoy en el mostrador y escucho lo que demanda la gente. No tengo miedo en invertir en todo tipo de cosas. Hace tiempo que dejamos un poco el mundo de la ferretería para vender muchas chucherías varias, como yo digo". Un ejemplo es que en el Bazar Victoria se puede comprar desde un refregador antiguo a un molde para hacer cuadrados los huevos cocidos. Cajasol, que es la propietaria del local, les ha dado una moratoria de 6 meses para que encuentren un nuevo espacio. "Estoy viendo locales por la zona, aunque del mobiliario nos tenemos que olvidar. Iremos a algo nuevo y moderno". Otro ejemplo de la adaptación a los nuevos tiempos es que desde hace 5 años venden a través de internet. Y ya han enviado artículos a Nueva Zelanda, Dallas o Londres.

Antigua Cerería del Salvador: Un referente en la venta de artículos religiosos

La Antigua Cerería del Salvador se fundó en 1845 en la Puebla del Río y, poco tiempo después, se instalaron en el local de la Plaza del Salvador que le da nombre. Es un auténtico referente en la venta de productos religiosos y ornamentos litúrgicos y, cómo no, de velas y cirios. Entre sus clientes se encuentran numerosas cofradías de la Semana Santa sevillana y de toda Andalucía. Famoso es también su incienso Los Tres Reyes. Si nada lo remedia, a final de mes tendrán que irse de la plaza que les da nombre, aunque han intentado renegociar, sin éxito, el contrato con los hermanos de San Juan de Dios, propietarios del edificio. "Hace bastante nos dijeron que ya lo veríamos y hace un año y medio nos confirmaron que se quedarían con el local para ampliar la residencia y hacer una entrada de ambulancia", explica Antonio López Soriano, director comercial. La intención que tienen es trasladarse a un lugar cercano para no perder el apego al Salvador. Sí pedirán a San Juan de Dios una moratoria para no perder la campaña de Navidad y la próxima Semana Santa, dejando el traslado para más adelante.

Relojería Torner: Relojeros oficiales de la ciudad desde 1915

La familia Torner es la que se encarga del mantenimiento de los relojes municipales de Sevilla desde 1915. El bisabuelo de Francisco Javier Magüesín Torner, quien actualmente ostenta ese honor junto a su tío Rafael Torner, fundó el conocido taller de la calle Sagasta en 1877. Desde entonces, tres generaciones de esta saga se han dedicado en exclusiva al oficio de mecánicos de relojes. Justo un siglo después de recibir esa hermosa tarea de poner en hora los relojes de la Casa Consistorial, el cementerio, la parroquia de San Lorenzo o la Hemeroteca Municipal, tendrán que abandonar el local en el que se fundaron y en el que siguen a disposición del público. Su establecimiento es también propiedad de San Juan de Dios, como ocurre con la cerería. "A pesar de que hemos querido renegociar el alquiler desde hace mucho tiempo no nos han dado ninguna opción de quedarnos. Esperamos, al menos, que nos den el respiro de permanecer hasta después de Semana Santa". El motivo que les dan para no renovar el contrato es que van a ampliar la recepción de la residencia de ancianos. "Dicen que la Junta les obliga, pero qué casualidad que sea justo ahora".

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