Cierra el Ducal, sigue el Condal

51 años de historia, 51 habitaciones: a mediados de noviembre cerró el único hotel de la Encarnación, el primero que se abre en Sevilla después de la guerra · En él ambientó el director parte de su primera novela

Ya no se pueden ver las setas desde el Ducal: cerró en noviembre.
Ya no se pueden ver las setas desde el Ducal: cerró en noviembre.
Francisco Correal

16 de diciembre 2010 - 05:03

Al hotel Ducal le han sobrado los últimos 45 días de este año. El 15 de noviembre cerró definitivamente sus puertas. El único hotel ubicado en la plaza de la Encarnación. Una víctima tangible del Metropol-Parasol.

Ha cerrado al mismo tiempo que el hotel Alfonso XIII, pero por razones bien distintas. El hotel de Espiau lo ha hecho para reabrirlo en 2012 con una arquitectura más regionalista. El Ducal no ha podido resistir el embate cotidiano de una pesadilla concebida por un arquitecto alemán.

El hotel Ducal se inauguró el 20 de marzo de 1959. El primero que se abría en Sevilla desde el final de la Guerra Civil. Y el primero que cae por las setas de la Encarnación. En 51 años de historia, sólo ha tenido dos directores: Eusebio Moreno, que lo abrió en el 59, y su hijo Íñigo, que después de estudiar Periodismo y ejercer el oficio como negro de políticos en despachos de consejerías, tomó en 1993 laas riendas del negocio familiar.

"Sevilla había vivido la fiebre feroz de los hoteles", dijo Íñigo Moreno en entrevista a Diario de Sevilla hablando de la post-Expo. "Sólo para la Expo se abrieron cuarenta. Sobraban ocho mil camas". Con el Ducal no acabó la Expo de Sevilla, sino cronológicamente la de Shanghai. Su segundo y último director nació en plenas Navidades de 1958, dos meses antes de la apertura del hotel, pero ningún cliente se comerá las uvas del año entrante. Eran setas, pero venenosas.

Eusebio Moreno, el primer director del hotel Ducal, quería ser ingeniero industrial, pero se le cruzó la Guerra Civil. Llegó a capitán de artillería con 27 años y al término de la contienda dejó el Ejército y los estudios. La esposa de Eusebio Moreno había recibido como adelanto de herencia el solar en el que se hizo el hotel. Una historia familiar que ya queda en el recuerdo de sus protagonistas, en los álbumes privados.

Íñigo Moreno tomó nota del último cliente. Su perfil retrata la vinculación del hotel con un tipo de ciudad que está desapareciendo. "El último fue un sacerdote que vino a ver a las hermanitas de la Cruz. El hotel está muy cerca del convento y las monjas solían reservar para algunos curas. Les hacíamos una tarifa especial".

Las cuatro plantas están cerradas a cal y canto. Ya no podrán subir periodistas para ver la Encarnación con perspectiva de diablo cojuelo. O personal de la obra que pedía permiso a la dirección para subir a ver el megaterio que tapona Regina y José Gestoso. Ayer salían los comensales de una comida navideña de empresa del restaurante Olalla. El director del Ducal es muy aficionado a la literatura, verá el hotel que abrió su padre como un nuevo Overlock donde sólo los espectros tienen las llaves de las habitaciones.

Los conserjes antiguos le contaban al hijo del primer director que antes la gente en los pueblos cuando se casaba, su luna de miel consistía en pasar la noche de bodas en un hotel de la capital. Cierra el Ducal, pero sigue abierto el Condal, licencia literaria que se tomó el director para ubicar en el propio hotel una parte de la trama de su novela Los nuevos trabajos de Persiles y Sigismundo.

"Nadie quiere una obra enfrente de su habitación de hotel". Los temores de Íñigo Moreno se confirmaron. La Sevilla de congresos, la ciudad sostenible, la piel sensible, paraíso de las bicicletas. La grandilocuencia echó el cierre a un hotel con 51 habitaciones.

Eusebio Moreno no vivió la clausura de su obra. Murió el 20 de agosto de 2008, a los 96 años de edad. Su padre estuvo vinculado a la tienda La Exposición Sevillana, tienda bicentenaria entre las calles Lineros y Córdoba.

El director se lo toma con filosofía. "Mi hermano José Manuel es médico en Cortelazor, pueblo de la sierra de Huelva, y utiliza un refrán propio de ese sitio: Cuanto antes aburrido que cansado. Y si me aburro, me aguanto".

Ocupaba los números 19 y 20 de la plaza de la Encarnación. Paul Auster dice que un hotel es la promesa de un mundo mejor. Íñigo Moreno apuntó una cita de Javier Marías sobre los viajantes de comercio que se suicidan en los hoteles. "Un hombre se quitó la vida con una sobredosis de pastillas leyendo La Codorniz".

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