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Las 12 maquinistas del Cercanías de Sevilla

Aniversario | 30 años del Núcleo de Cercanías de Sevilla

La incorporación de mujeres al mando de los trenes empezó en 2016 y hoy representan el 15% de los maquinistas

Purificación González, nieta de ferroviario, es una de ellas y nos cuenta su historia

Purificación González, una de las 12 maquinistas del Cercanías de Sevilla, en la cabina del tren. / Renfe

El Núcleo de Cercanías de Sevilla, que acaba de cumplir 30 años, empezó con 136 profesionales que pusieron en marcha este servicio público de transporte ferroviario en 1991 en Sevilla y su provincia y ha seguido creciendo en plantilla en estas décadas. En la actualidad, un total de 192 personas conforman el cerebro y corazón del Núcleo sevillano. Esta cifra supone un incremento del 40% respecto al año de sus comienzos. El objetivo compartido de todos sus empleados es que el usuario del tren llegue a tiempo y satisfecho a su destino.

"Mi abuelo fue ferroviario. Trabajaba en la antigua estación de San Bernardo, como mozo de tren. Me hacía mucha ilusión seguir sus pasos. Hice el curso de maquinista en la escuela de formación de Renfe en Sevilla en el año 2012", relata Purificación

Entre los nuevos trabajadores que se han ido incorporando a sus filas cabe destacar la presencia de 12 mujeres que se han puesto mando de sus trenes. En los inicios del servicio, las mujeres no conducían trenes y solo ocupaban puestos en las oficinas. Entonces la cifra de féminas se limitaba a 6, un 4% de la plantilla total.

La primera mujer maquinista ingresó en el Cercanías de Sevilla en marzo de 2016. Cinco años después, el 15% de maquinistas del Núcleo son mujeres que cada día se ponen a los mandos de estos trenes.

Una de las 12 mujeres maquinistas nos ha querido contar su experiencia, su trabajo diario y sus anécdotas. Su nombre es Purificación González, nacida n Sevilla en 1984 y vinculada familiarmente a los ferroviarios.

–¿La decisión de convertirse en maquinista le viene de familia o del gusto por los trenes?

–Mi abuelo fue ferroviario. Trabajaba en la antigua estación de San Bernardo, como mozo de tren. Me hacía mucha ilusión seguir sus pasos. Hice el curso de maquinista en la escuela de formación de Renfe en Sevilla en el año 2012 y comencé a trabajar en la empresa en 2014. Mi primer destino fue la frontera francesa, trabajando en trenes de Mercancías. De ahí a Madrid Mercancías y ya en 2017 llegué a Sevilla a servicios de Media Distancia. En Cercanías llevo ya dos años.

"La verdad es que es un trabajo muy grato en el que ayudas a las personas a llegar a sus destinos y por lo general vuelves a casa con la sensación del trabajo bien hecho, pudiendo desconectar hasta el día siguiente"

–¿Es consciente de la importancia de un trabajo como el suyo que facilita la movilidad de las personas?

–Es una motivación personal saber que mi trabajo y el de mis compañeros ayuda a las personas a trasladarse donde necesiten para sus ocupaciones laborales y personales. En cierto modo, me permite sentir que soy una parte pequeña, pero importante, de sus vidas.

Purificación González antes de subir a la cabina del tren en Santa Justa. / Renfe

–Cuéntenos en qué consiste su trabajo diario en el tren

–A principios de año recibo la programación de trenes y horas designados a cada maquinista para cada día del año: mi Cuadro de Servicio Anual. Mi trabajo diario consiste en preparar y conducir los trenes que me han sido asignados. En algunos casos los trenes los sacamos del depósito de vehículos hasta Santa Justa para que comiencen allí su servicio. En otros, los trenes vienen desde otra estación, y a veces relevamos al compañero que lo trae para continuar nosotros con el servicio. Puedo realizar cualquier trayecto del Núcleo de Cercanías, en las cinco líneas, y en cualquier horario del servicio.

–¿Con qué disfruta más de su trabajo diario?

–Es un trabajo que requiere la máxima responsabilidad y atención, para garantizar la máxima seguridad y un servicio de calidad. Si me tengo que quedar con algo, destacaría el ambiente de independencia y tranquilidad que existe en la cabina de conducción, que ayuda a disfrutar y realizar tu trabajo con buen ánimo.

"Para llegar a ser maquinista necesitas un gran esfuerzo e implicación para obtener la licencia. Recuerdo, de forma especial, mi primer día de trabajo, sola, conduciendo un tren de mercancías de quinientos metros"

La verdad es que es un trabajo muy grato en el que ayudas a las personas a llegar a sus destinos y por lo general vuelves a casa con la sensación del trabajo bien hecho, pudiendo desconectar hasta el día siguiente.

–¿Y lo que más le cuesta o le costó en su día en su profesión?

–Para llegar a ser maquinista necesitas un gran esfuerzo e implicación durante el curso de formación para obtener la licencia de maquinista. Recuerdo, de forma especial, mi primer día de trabajo como maquinista, sola, conduciendo un tren de mercancías de quinientos metros, con la dificultad y responsabilidad que ello conlleva.

Posteriormente, cada vez que he cambiado de residencia o de área de trabajo, afrontar el primer día de trabajo también ha supuesto momentos de gran respeto.

"Se observan muchas anécdotas desde el retrovisor del tren. En ocasiones te recuerda a las películas y eres testigo de emocionantes reencuentros y despedidas"

–¿Se concilia bien este trabajo con las obligaciones familiares (hijos, casa, familia…)?

–Pues he sido madre recientemente y, a pesar de que mi marido también es maquinista (nos conocimos durante el curso de formación en Renfe) y que los turnos de trabajo son muy variables, a día de hoy estoy contenta porque la empresa me ha facilitado conciliar trabajo y vida personal con turnos y trabajo más adaptados a mis circunstancias actuales.

–¿Alguna anécdota con viajeros?

–Se observan muchas anécdotas desde el retrovisor del tren. En ocasiones te recuerda a las películas y eres testigo de emocionantes reencuentros y despedidas. El andén es escenario de besos emotivos de parejas que se vuelven a ver, abrazos llenos de amor entre familiares, los rostros de unos padres que se despiden de su hija adolescente, e incluso la carrera de un enamorado junto al tren ante la marcha de su amor, se dan con cierta frecuencia en los trenes que conduzco.

"En una estación me asomé por la ventana de la cabina para observar el tren. A una viajera del andén le dio tanta alegría ver que era una mujer la que se asomaba, que me felicitó y me animó"

Otra anécdota me ocurrió hace unos años. Circulando en doble composición, en una estación me asomé por la ventana de la cabina para observar el tren. A una viajera del andén le dio tanta alegría ver que era una mujer la que se asomaba, que me felicitó y me animó eufórica y efusivamente, más de lo que podría expresar aquí, y me agradeció mi ejemplo, por introducir a la mujer en este mundo, solo de hombres en otra época. Afortunadamente aquella situación ya se da muy poco, señal de que la figura de la mujer maquinista cada vez es más común en los trenes.

Después de tres décadas de historia del Cercanías de Sevilla, la cuota femenina representa casi el 25% del personal, entre maquinistas y trabajadoras de oficina. En 1991 el colectivo de conducción era íntegramente masculino, debido en parte a que en los inicios de este transporte los maquinistas se formaban en las distintas promociones del servicio militar. No fue hasta finales de los años 80 del siglo pasado cuando se apostó por incorporar la mujer al ferrocarril.

Dentro de los objetivos de su Plan Estratégico, Renfe trabaja para equilibrar el porcentaje de empleados y empleadas en la empresa y actualmente, se está ultimando el II Plan de Igualdad del Grupo Renfe, un conjunto de medidas para avanzar en la igualdad de trato y de oportunidades, así como para promover una cultura empresarial de compromiso con la igualdad de género.

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