La Catedral de Sevilla se viste de luto en el funeral por las víctimas del coronavirus
A la ceremonia, presidida por el arzobispo, monseñor Asenjo, han acudido familiares de los fallecidos y autoridades, con el presidente andaluz, Juanma Moreno, a la cabeza.
La promesa de la vida eterna. Ese ha sido el mensaje que ha querido transmitir la Iglesia de Sevilla en el funeral que ha ofrecido en la tarde de este jueves en la Catedral por las víctimas del Covid-19. Ha sido en recuerdo especialmente de los 287 fallecidos en Sevilla, el último esta misma tarde, pero también por los más de 1400 decesos producidos en Andalucía y los más de 27.000 que las cifras oficiales dicen que ha habido en España. El funeral en la Catedral, al que han asistido unas 600 personas, ha podido ser seguido en toda Andalucía gracias a su emisión en directo por la cadena pública, Canal Sur TV.
La Catedral se ha revestido de gran solemnidad para acoger a los familiares de las personas que han fallecido por la terrible pandemia que, como ha recordado el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan Jose Asenjo, todavía no ha terminado. Asenjo ha presidido una celebración en la que no pudo leer la homilía que había redactado por un problemas de visión. Las campanas de la Giralda ya anunciaban desde minutos antes de las ocho, llamando a duelo, que la de este jueves no era una ceremonia más. La Iglesia de Sevilla ha estado durante los últimos meses muy cerca de todos los damnificados, independientemente de su credo o condición, y ayer quiso darles también el abrazo simbólico y el consuelo espiritual.
Con las limitaciones de aforo vigente, y con todas las medidas de seguridad, el aforo previsto se ha cubierto. Al funeral han acudido autoridades políticas, militares, académicas y representantes de la sociedad sevillana. Todos ellos respetando el luto exigido. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha estado a la cabeza de la nutrida representación del Gobierno de Andalucía. La máxima autoridad local, Juan Espadas, ha asistido junto a muchos concejales. Tampoco ha faltado el teniente general jefe de la Fuerza Terrestre, José Rodríguez, entre otras personalidades.
El silencio profundo ha precedido al inicio del funeral en la Catedral que ha contado con celebraciones a la misma hora en todas las parroquias de la Archidiócesis. Más de una hora y media ha durado la eucaristía que ha contado con la interpretación del Requiem de Mozart por parte el Coro de la Universidad de Sevilla y la Orquesta Sinfónica Hispalense, situados en el presbiterio del altar mayor con la distancias y las medidas sanitarias oportunas.
El arzobispo, monseñor Asenjo, ha estado desde el inicio de la pandemia muy cerca de las víctimas, los familiares y todas las personas implicadas en la lucha contra el Covid-19. Una muestra fue la rápida reacción de la Archidiócesis para hacer una importante donación de 300.000 euros y para poner a disposición de las autoridades las instalaciones del Seminario Metropolitano por si fuera necesario como improvisado hospital.
En las diferentes misas, Asenjo ha dedicado reconfortantes palabras a los damnificados y se ha mostrado muy preocupado por las consecuencias que para muchas familias tendrá la pandemia en el plano social. En su homilía, leída por monseñor Gómez Sierra, el arzobispo de Sevilla ha vuelto a mostrarse muy sensible y cercano. Se acordó especialmente de los ancianos, “que tanto han trabajado por una España mejor y a los que tanto debemos”, y se ha referido a la agonía y la soledad de las muchas personas que han muerto en los últimos meses sin el consuelo y la cercanía de sus familiares: “Es seguro que muchos de nosotros, aturdidos por la magnitud de la tragedia, hemos llorado por los muertos, solidarios con sus familias, llenos de temor por los enfermos, rezando por el personal sanitario, con medios escasos y mucha generosidad, como otros servidores públicos, militares y civiles”.
Si la muerte siempre es dolorosa, ha advertido el arzobispo, lo es mucho más cuando el ser querido se marcha de manera inesperada a consecuencia de una pandemia totalmente imprevisible. Por ello, ha pedido a todos los presentes que no se apartaran de la fe y que tomaran como ejemplo y camino de liberación el misterio pascual y la resurrección: “Queridos hermanos y hermanas, esposas, hijos, padres, hermanos, familiares y amigos de nuestros hermanos difuntos, permitidme en nombre de la Iglesia una palabra de esperanza. En el sermón del Monte nos dice el Señor: ‘Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados’. Nos consuela en esta tarde la seguridad que nos da nuestra fe: ellos no sólo perviven en nuestro recuerdo y en nuestro afecto. Siguen viviendo en sus almas inmortales, que al final de los tiempos se unirán a sus cuerpos resucitados.”
Con la renovación del Misterio Pascual de Cristo muerto y resucitado, Asenjo ha insistido en que se renueva también con el rezo del Credo la fe en la resurrección de la carne y en la vida eterna: “Ello nos permite encomendar a nuestros hermanos a la piedad infinita de Dios nuestro padre. Así lo hacemos seguros de que nuestra plegaria por ellos es el mejor homenaje a su memoria”.
Monseñor Asenjo ha concluido su homilía pidiendo la intercesión de la Virgen de los Reyes, Patrona de Sevilla y su Archidiócesis, por la curación de los enfermos todavía hospitalizados, para llevar consuelo y paz a los familiares, para que premiara el esfuerzo de los héroes anónimos que han expuesto sus vidas al servicio de los enfermos y la dedicación de las autoridades, y para que diera éxito a los investigadores que preparan tratamientos y vacunas: “Le pedimos, por fin, que lleve de la mano a los fallecidos ante el trono de Dios para que puedan gozar de la compañía de los santos y contemplar por toda la eternidad la infinita hermosura del rostro de Cristo resucitado”.
Tras finalizar la ceremonia, el arzobispo se ha acercado personalmente a saludar a muchos de los presentes para darles consuelo en unos momentos tan difíciles.
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