La Casa de Pilatos, el palacio monumental que cambió Sevilla
Monumentos de Sevilla
El precio de la visita a este monumento cuesta 10€ la planta principal y 5€ la superior.
Catalina de Ribera, la noble que impulsó algunos de los principales edificios de Sevilla
Hoy en día, la Casa de Pilatos es un atractivo turístico más de la ciudad de Sevilla y una muestra presente de su historia. Pero en sus comienzos ese magnífico palacio no estaba abierto al público, sino que fue durante años la casa de los Adelantados de Andalucía, una figura jurídica y militar al servicio de la corona.
Los inicios
La creación de la Casa de Pilatos surge con una familia, los Enríquez de Ribera, creada por la unión de Pedro Enríquez de Quiñones y su segunda esposa, Catalina de Ribera (quién también impulsaría la creación del Hospital de las Cinco Llagas). Su construcción comenzaría en el año 1483 y desde 1493, por la muerte de Pedro Enríquez, sería Catalina quien seguiría con la obra. Aunque, en realidad no sería ella quien la terminara, sino su hijo Fadrique Enríquez de Ribera y el hijo de este, Per Afán de Ribera y Portocarrero.
El conjunto monumental del palacio se sitúa en la que se conoce hoy en día como plaza de Pilatos y se trató del segundo más grande de la ciudad detrás del Real Alcázar. Se caracteriza también por la combinación estilística que puede encontrarse en su interior, con el uso de estilo renacentista en su entrada, mudéjar y gótico en su interior y patios. Sus interiores ahora conquistan a todos los que se acercan a visitar la casa, al igual que han hecho con el mundo audiovisual (desde Hollywood la eligieron varias veces como escenario de sus rodajes).
Un viaje que cambió tanto el palacio como Sevilla
Como ya se ha comentado, Fadrique Enríquez tuvo gran importancia en la construcción de la Casa de Pilatos, una tarea heredada de sus padres. Este noble sevillano realizó una peregrinación a Jerusalén que impactaría en la decoración de la casa y también en las tradiciones de la ciudad. Lo hizo a caballo, atravesando Italia y quedando impresionado por las construcciones renacentistas, que implementó en la casa.
Eso no fue lo único que trajo consigo tras su peregrinación, puedo que se dio cuenta de que la distancia entre su palacio y la Cruz del Campo era la misma que había entre la casa de Poncio Pilatos y el Gólgota (el lugar en el que Jesús fue crucificado). Se diseñó un Via Crucis con 12 estaciones marcadas por unos azulejos que todavía pueden verse por la ciudad. Este es probablemente el motivo por el que la casa recibiera ese nombre y además se instauró la tradición de celebrar este Via Crucis en particular. Esta tradición se perdió temporalmente aunque llegó a ser tan importante que influyó en el desarrollo de la Semana Santa sevillana en el siglo XVI. Finalmente fue recuperada y reinstaurada en el año 1971, bajo el nombre de Via Crucis de la Cruz del Campo, gracias a Joaquín González Moreno, quien fue archivero de la Casa de Pilatos y su conservador durante más de tres décadas.
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