Cartografía de la indigencia
Unos 150 voluntarios y técnicos de los servicios municipales recorren en una noche la ciudad para conocer cuántas personas viven en la calle y cuál es su perfil
José ha pasado la tarde aparcando coches en las inmediaciones del estadio Sánchez-Pizjuán. Hoy había partido. Tiene la pierna derecha amputada y se desplaza en silla de ruedas, con sus pertenencias dentro de varias bolsas de plástico que cuelgan en la parte trasera de la silla. José se dirige a la Plaza Nueva, donde pretende pasar la noche al raso.
"Ya vienen a por mí", señala resignado al ver de lejos a un trabajador social de la Unidad Municipal de Emergencias Sociales y Exclusión Social (Umies), gestionado por Grupo 5. José conoce bien a los chicos de los polos amarillos. Manuel Sánchez, uno de los trabajadores sociales, se preocupa por su estado. "Sí tengo que pasarme por el centro, ya lo haré un día de éstos", afirma el hombre. Como José rechaza la ayuda y tampoco se muestra muy colaborador, Sánchez se despide y se limita a apuntar en un folio su nombre, sexo y el lugar dónde lo ha visto.
Hace un par de semanas, 15 profesionales de la Umies -entre ellos, trabajadores sociales, psicólogos y monitores- llevaron a cabo, junto a unos 150 voluntarios de diferentes ONG, un barrido de la ciudad para conocer el dato de cuántas personas sin techo hay en Sevilla.
"La iniciativa surgió porque, cuando llegamos al gobierno, quisimos saber cuántas personas sin hogar había en la ciudad. El dato que teníamos, de un estudio similar, era de 2009", explica Emilia Barroso, directora general de Acción Social del Ayuntamiento de Sevilla. "Este dato no era representativo, y menos con una crisis de por medio, que ha llevado a nuevos perfiles a acabar en la calle". Según explica Barroso, el Ayuntamiento lleva trabajando desde este verano en el desarrollo de este plan, que tiene dos partes.
La primera parte del proyecto consiste en el conteo, en una sola noche, de las personas alojadas en los diferentes recursos existentes en la ciudad y de las que duermen al raso. Y la segunda parte, se centra en el análisis de la información adquirida para definir el perfil de las personas sin hogar.
En total, se han diseñado 48 rutas diferentes, que incluyen tanto calles como parques, hospitales, albergues, centros y pisos de acogida y estaciones de trenes y autobuses. En esta actuación nocturna participan Cruz Roja, Cáritas, Médicos del Mundo, la ONG Solidarios, RAIS Fundación, Proyecto Miguel de Mañara, Cristo Vive y la Umies.
El conteo empieza a las nueve y media de la noche. Antes, Pablo Real, jefe de sección de emergencias sociales y personas sin hogar del Ayuntamiento, da las últimas indicaciones a los voluntarios en el Hogar Virgen de los Reyes, uno de los tres puntos de partida, junto con el Centro Hogar Amigos de Cáritas, en Triana, y la Avenida Cruz Roja. "En el conteo también participan personas sin hogar, que nos van a ayudar a acercarnos a estas personas", apunta Pablo Real.
Los diferentes voluntarios exponen sus dudas y repasan antes de salir sus mapas y rutas, en cuyo desarrollo ha participado el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía. Aún no son las nueve y media y Pablo Real da el pistoletazo de salida. "Que haya siempre al menos dos personas por equipo, por favor", advierte Real. La mayoría va a pie, solo tres equipos de la Umies van en coche. Estos se dirigirán a los puntos más lejanos entre sí del plan trazado.
Cruz Roja se hace cargo del distrito Macarena, con 11 rutas en total. A Cáritas le corresponden siete rutas del distrito Triana, mientras que Médicos del Mundo bordeará la margen izquierda del río, desde la isla de Cartuja hasta San Juan de Aznalfarache. El resto de asociaciones se centrarán en el casco antiguo. Umies, por su parte, se hace cargo de las salas de espera de los hospitales, las estaciones de trenes y autobuses y los parques públicos.
También está previsto un recuento de las personas que pasan la noche en el Centro de Acogida Municipal, el Centro de Noche de Alta Tolerancia, el Centro Miguel de Mañara, el Centro Amigos de Cáritas y en los 10 pisos de RAIS Fundación, las dos vivencias con 11 plazas de Cristo Vive y los dos pisos de Realidades.
La segunda parte de este proyecto consiste en un estudio para delimitar el perfil de las personas sin hogar. Para ello, durante la noche también se realizan unas 150 encuestas entre los indigentes para delimitar las características específicas de los diferentes perfiles, como la edad, estado civil, nacionalidad, su nivel de estudios, si recibe alguna prestación, si hace uso de los recursos existentes o si sufre algún tipo de adición o enfermedad, entre otros aspectos.
"Con toda la información que consigamos esta noche vamos a tener datos reales que nos permitirán saber si los recursos que tenemos en marcha en estos momentos son suficientes o si es necesario poner en marcha otros", apunta Emilia Barroso. "Ante el desconocimiento, el Ayuntamiento ya ha planeado recursos nuevos para 2017 y tiene preparada la campaña de invierno que comienza a finales de noviembre, pero es cierto que lo hemos hecho sin saber cuál es la situación real".
Todos estos datos, que se darán a conocer el 22 de noviembre en las Jornadas de las Personas sin Hogar, se pondrán, además, a disposición de la Junta de Andalucía, según afirman desde el Ayuntamiento, para un estudio que la Administración andaluza está desarrollando sobre el sinhogarismo en la región andaluza.
Sonia Moreno, directora de la Umies, y el trabajador social Manuel Sánchez forman uno de los equipos. La primera parada es el Hospital de Valme. "Hay personas que se meten en las salas de espera de Urgencias y de la UCI a dormir para no pasar frío", explica Sánchez, que lleva ocho años trabajando en los servicios sociales del Ayuntamiento de Sevilla. "Esto suele ser más común en el Virgen del Rocío y en el Virgen Macarena, ya que Valme está más alejado de los recursos municipales, pero vamos a mirar por si acaso".
Tras examinar sin éxito la sala de espera de la UCI y los aparcamientos del hospital, los vigilantes del centro hospitalario indican a los trabajadores sociales que un indigente suele dormir escondidos en la vegetación de una rotonda cercana al hospital. Sánchez se acerca con una linterna, pero sólo encuentra cartones mojados. "Aquí no hay nadie y tampoco hay bolsas ni ropa, sólo restos de cartones", indica el trabajador social. "Sigamos con la ruta, ahora toca el parque Amate".
Durante una hora, ambos trabajadores sociales recorren este gran pulmón verde de la zona este de la ciudad. Manuel Sánchez tiene constancia de que aquí duermen al menos un par de personas, pero en esta ocasión tampoco ven a nadie, sólo algunos corredores y algunas parejas que aprovechan la oscuridad del lugar.
"Hay días que son muy duros y necesitas un momento para asimilar lo que acabas de ver o escuchar", confiesa la directora de la Umies, Sonia Morano, mientras recorre el parque Amate. "Cada día tengo más claro que si trabajas en esto es porque te gusta y sirves para ello". Morano reconoce que los casos relacionados con niños y personas mayores que sufren algún tipo de violencia son los que más le siguen impresionando. "A muchas personas ya las conoces y sufres cuando ves que alguien lleva varios años sin consumir, por ejemplo, y que sale adelante, y, de repente cae de nuevo", anota.
Son las once y media y el equipo llega al Prado de San Sebastián, donde hallan a José en su silla de rueda. Viene sólo desde Nervión y se dirige a Plaza Nueva para pasar la noche. No tiene muchas ganas de hablar y rápidamente reanuda el camino. "Él es un conocido de los servicios", explica Manuel Sánchez tras despedirse del hombre.
Bajo un pequeño techo en medio del parque, dos escoceses duermen dentro de un saco. El sonido de los pasos de los profesionales despierta a uno de ellos. No habla español y Manuel Sánchez se dirige a él en inglés. Entre susurros, el hombre asegura que se encuentra bien y que ni él ni su compañero necesitan ayudan. "Ha dicho que estaban de paso y que tiene la gripe, pero no quiere nuestra ayuda", señala el profesional. "Estaba medio dormido. Estas personas duermen con un ojo abierto y otro cerrado, ten en cuenta que tienen consigo todas sus pertenencias".
El equipo de la Umies recorre la estación de autobuses del Prado y la de San Bernardo y sus alrededores. Aquí tampoco hay nadie esta noche. Ambas estaciones están vacías, en silencio absoluto y con la única presencia de un vigilante de seguridad. "La estación del Prado era antes un punto de encuentro. Muchas personas dormían aquí dentro, pero desde que pusieron un vigilante esto cambió", anota Sonia Morano.
En Santa Justa, el vigilante alerta de la presencia de una mujer. "Ahora mismo iba a despertarla para echarla, ya voy a cerrar", apunta el hombre. Son las doce y media de la noche.
En una de las últimas filas de sillas, una mujer parece que se ha quedado dormida. Porta una carpeta azul y, aparentemente, va bien vestida. Se llama María. Los profesionales se fijan en detalles concretos que pasan desapercibidos para cualquier inexperto, como una mancha de varios días en la solapa de su chaqueta, una bolsa de plástico con ropa o la manera en la que se toca la cara. Según la directora de la Umies, algunas personas llevan consigo carpetas u otros elementos para intentar camuflar su situación, ya que les avergüenza que se les identifique como indigentes. Según relata la mujer, tiene 43 años y lleva desde mayo viviendo en la calle, además de tres años sin contacto con su familia, aunque sus respuestas no son muy coherentes.
Tras recorrer los alrededores de la estación y comprobar que otro hombre duerme junto a un establecimiento de comida rápida, los profesionales se dirigen al último punto, el Charco de la Pava, donde se reúnen con otros dos equipos de la Umies.
La batida culmina pasadas las tres de la mañana. Cada equipo ha contabilizado una media de 15 indigentes en la calle esta noche, aunque los datos no se harán público hasta la semana que viene.
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