Carrillo cierra su ciclo municipal Cambios en el gobierno ante la nueva situación

Política municipal Nueva crisis en el gobierno local por el enfrentamiento entre 'críticos' y 'oficialistas' del PSOE

El ex vicealcalde abandonará el Ayuntamiento en mayo, tras diez años de actividad política, después de que el PSOE de Sevilla le haya dejado solo en el enfrentamiento con los 'críticos' · Su salida debilita a Viera

Emilio Carrillo, ex vicealcalde, ex edil de Urbanismo y, hasta ayer, delegado de Personal del Ayuntamiento de Sevilla.
Emilio Carrillo, ex vicealcalde, ex edil de Urbanismo y, hasta ayer, delegado de Personal del Ayuntamiento de Sevilla.
Carlos Mármol / C. M.

28 de abril 2009 - 05:03

No era un farol. Emilio Carrillo, ex vicealcalde de Sevilla, anterior edil de Urbanismo y, hasta ayer, concejal de Personal del Ayuntamiento, ha decidido poner fin a su ciclo en el Consistorio hispalense, adonde llegó en 1999 junto a Monteseirín, y en cuyo proyecto político para la ciudad ha tenido un protagonismo clave durante la última década.

La decisión, irrevocable, avanzada el domingo por este diario, se produce después de que el edil socialista, cuyas opciones políticas de convertirse en el próximo alcalde de Sevilla han ido paulatinamente apagándose durante los últimos meses, a medida que crecía la tensión interna entre las dos familias en pugna dentro del socialismo sevillano (los críticos, afines a Monteseirín; y los oficialistas, partidarios del secretario general, José Antonio Viera), se reuniera ayer con el máximo dirigente del PSOE provincial para tratar de buscar una salida conjunta ante el nuevo enfrentamiento interno en el seno del partido.

Carrillo había comunicado el pasado viernes a la dirección provincial su firme decisión de no continuar al frente del área municipal de Personal (responsabilidad asignada por el alcalde en septiembre de 2008, a modo de castigo por no haberle apoyado en la pugna política con los oficialistas durante el último congreso del PSOE) tras los nuevos episodios de acoso impulsados por sus compañeros de gobierno. Ayer no logró del secretario general un compromiso sólido de pacificación efectiva, por lo que optó por renunciar no sólo a su condición de miembro del gobierno local, sino también a su acta de edil electo, que dejará voluntariamente en el próximo Pleno ordinario.

La dirección del PSOE, que en su día lo atrajo hacia sus posiciones con intención de dar un golpe de efecto en su agrio litigio con Monteseirín, y que logró su inclusión como vocal en la Ejecutiva regional constituida tras el último cónclave (en la que el alcalde no está pese a ser el regidor de la capital de Andalucía), trató de convencerlo para que aguantase en el Consistorio al menos hasta el próximo otoño, cuando volverá a evaluarse la situación electoral y, en su caso, tendrá que decidirse quién será el próximo candidato a la Alcaldía en 2011. Pero la oferta de Viera no convenció a Carrillo, que en su día ya trató, dado el complicado escenario existente, de limitar su papel en la Plaza Nueva exclusivamente a la portavocía adjunta del PSOE, con el objeto de centrarse en tareas de índole política en lugar de continuar en asuntos de gestión.

Viera, que hace meses no sólo avaló esta fórmula, sino que incluso fue partidario de intensificarla (llegó a anunciar el nombramiento de Carrillo como portavoz municipal para después dar marcha atrás ante la negativa del alcalde a tener como jefe de filas de los socialistas en el Ayuntamiento a su antiguo amigo, ahora principal rival político), parece haber cambiado de opinión (probablemente forzado por la dirección regional). Ayer insistió a Carrillo en la necesidad de que siga compatibilizando su labor como edil con la delegación de Recursos Humanos. Una fórmula que ya viene ensayándose, sin éxito, desde la última remodelación del gobierno local, y que deja a Carrillo (según su visión) desprotegido ante el acoso de los críticos, que en los últimos meses han aprovechado cualquier oportunidad para desautorizarle, ponerle en aprietos e, incluso, forzar conflictos políticos con hipotéticas consecuencias en el ámbito judicial, como sucedió en su día con el atropello mortal de Hytasa o, la pasada semana, con el conflicto sobre la seguridad de la sede municipal de Diego de Riaño, sin mencionar la paralización del acuerdo laboral suscrito por Carrillo con los sindicatos. Un callejón sin salida: si Carrillo adoptaba cualquier decisión, siquiera menor, Monteseirín la desautoriza (directa o indirectamente) y, si intentaba dejar la delegación, lo criticaba por intentarlo.

Viera, conocedor de estas circunstancias, sin embargo, insistió ayer a Carrillo en la conveniencia de que aguantase unos meses más dicha situación, algo a lo que el edil socialista se negó en redondo "por coherencia".

La postura del partido era más que previsible: la salida de Carrillo del Ayuntamiento corta de lleno sus opciones (congeladas, pero no olvidadas) de sustituir a Monteseirín desde dentro del Consistorio, sin romper del todo con la gestión hecha en los dos últimos lustros; prácticamente desdibuja la presencia oficialista en el gobierno local (esta corriente no tiene concejales de peso) y, sobre todo, lo pone en una difícil situación interna ante los militantes afines, ya que, de nuevo, tiene que dar marcha atrás en su idea de mover las fichas del tablero municipal de Sevilla pese a contar con un respaldo orgánico del 80% y tener desde hace meses varios sondeos electorales que sostienen que la Alcaldía pasará a manos del PP si Monteseirín continúa al frente del gobierno municipal. Una tendencia que, además, no es nueva: el PP, de hecho, se impuso en las últimas elecciones locales, pero no pudo gobernar la ciudad al impedírselo el pacto PSOE-IU.

La posición de la dirección provincial, a la que la Ejecutiva regional ordena marcar el paso, no deja a Carrillo margen de maniobra. Tenía que elegir entre continuar en el Consistorio en la más absoluta soledad o cerrar el ciclo municipal iniciado en 1999. Eligió la segunda opción. Se irá en mayo.

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