Cae de nuevo el ex policía que robó la droga por dirigir una red de traficantes
narcotráfico | operación de la guardia civil en madrid
La Guardia Civil detiene en Madrid al ex agente Lars Sepúlveda Madsen, que cumplió sólo la mitad de su condena de doce años por sustraer cocaína y heroína de la Jefatura Superior
El protagonista del mayor escándalo policial en la historia reciente de Sevilla está de vuelta. Lars Sepúlveda Madsen, ex policía nacional que robó más de 150 kilos de cocaína y heroína que se guardaban sin apenas vigilancia en un calabozo de la Jefatura Superior, ha vuelto a ser detenido por su presunta relación con el narcotráfico. Sepúlveda fue condenado a 17 años de prisión por el robo de los estupefacientes por la Audiencia Provincial de Sevilla, pero el Tribunal Supremo le rebajó la pena a 12 al retirarle el cargo de blanqueo de capitales.
Cumplió poco más de seis. Tres años después de que saliera de la cárcel, la Guardia Civil lo ha detenido en Madrid por su presunta vinculación con una banda de traficantes de cocaína, según informó hace unos días El Periódico de Aragón. La organización tenía ramificaciones en Zaragoza, donde los agentes del instituto armado practicaron un registro la semana pasada. En esta inspección se halló una pequeña cantidad de cocaína, de en torno a un kilogramo.
El grueso de la operación se ha desarrollado en la capital de España. La Guardia Civil mantiene el secreto absoluto sobre la investigación, de ahí que hayan trascendido muy pocos datos sobre la misma. Sí se sabe que son al menos nueve las personas detenidas por su relación con esta banda. El rotativo maño considera a Lars Sepúlveda Madsen como el líder de la organización y añade que varios de los miembros de la red hacían viajes frecuentes entre Madrid y Zaragoza.
Sepúlveda era un agente de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de Sevilla, que ha podido aprovechar sus contactos con traficantes para poder emprender un negocio ilícito tras su excarcelación. El caso, destapado en el verano del año 2008, supuso un duro golpe para la Policía de Sevilla y a la larga terminó costando el cargo al entonces jefe superior, Enrique Álvarez Riestra, a quien tampoco ayudó la deficiente investigación de la desaparición de Marta del Castillo en enero del año siguiente.
El escándalo surgió de manera casual, gracias a que uno de los abogados de un detenido por intentar introducir cocaína en España en el aeropuerto de San Pablo solicitó un contraanálisis de la sustancia intervenida. Fue ahí cuando el laboratorio descubrió que alguien había cambiado las muestras por sustancias como yeso, talco y cacao. La droga se guardaba en un calabozo de la Jefatura Superior al que podía acceder cualquier miembro de la unidad. Así se descubrió que habían desaparecido hasta 154 kilos de cocaína, heroína y otras sustancias estupefacientes, y que los robos se habían producido de manera paulatina entre finales de 2006 y junio de 2008. La Jefatura informó de la sustracción a la Dirección General, que envió un grupo de policías de Asuntos Internos de Madrid para investigar los hechos.
La investigación provocó una verdadera convulsión en el seno de la Udyco de Sevilla, que hasta entonces había sido una de las unidades más punteras de la Jefatura Superior. Los agentes de este grupo tuvieron que soportar que durante más de un año sus comunicaciones fueran sometidas a escuchas telefónicas, así como obligados a prestar muestras de sangre y de sus perfiles genéticos para compararlos con las huellas y restos biológicos hallados en las bolsas de yeso y cacao con las que su compañero había sustituido las muestras de droga intervenida en distintos alijos.
Muchos de los agentes tuvieron que recibir asistencia psicológica y la situación se volvió aún más tensa tras la muerte de uno de los jefes de grupo, José Manuel Tirado, que murió a los 45 años después de sufrir un ictus. Muchos de sus compañeros achacaron el fallecimiento a la intensa presión a la que estaba sometido por la investigación de Asuntos Internos, que se demoró durante quince meses. Otros dos jefes de grupo y el jefe de la unidad llegaron a estar imputados por presuntamente favorecer a un clan de narcotraficantes, si bien luego se archivaron los cargos que había contra ellos.
Después de más de quince meses de investigación, quedó demostrado que el único policía que había cometido los robos de droga era Lars Sepúlveda, un agente de la escala básica natural de Granada y de ascendencia danesa por parte de madre, que había llegado a la capital andaluza unos años atrás. Contó, eso sí, con ayuda de otras personas ajenas a la Policía. Su cómplice era Manuel Alonso Núñez, Lolo, quien ayudaba a Sepúlveda a fabricar los paquetes con los que daba el cambiazo en la Jefatura. También fue detenida la mujer del policía, M.T.M., que se separó de él durante el proceso judicial, así como la pareja de Lolo, Violeta Sánchez.
Tras una primera condena en la Audiencia Provincial de Sevilla de 17 años por robo, tráfico de drogas y blanqueo de capitales, el Supremo absolvió a Sepúlveda de este último delito y le redujo la pena a 12 años, de los que sólo ha cumplido seis. El Alto Tribunal estableció la condena para el cómplice en diez años y medio y mantuvo las penas de cinco años a la mujer de éste y de dos y medio a la del policía.
La vida de lujo de Lars Sepúlveda, lejos del alcance de un policía
Lars Sepúlveda llevó en Sevilla una vida de lujos que no estaba al alcance de un policía de la escala básica. Entre 2006 y 2009, tanto él como sus socios en el robo de la droga aumentaron de manera notable sus patrimonios. La Fiscalía cifró el incremento patrimonial del matrimonio Sepúlveda en 302.307,20 euros, mientras que en el caso de Lolo y su mujer fue de 775.311,17 euros. Los implicados en esta trama invirtieron el dinero de la droga en la compra de varios pisos, algunos de ellos en Islantilla, en la compra de un turismo Mercedes y dos motocicletas BMW, valoradas en unos 17.000 euros cada una de ellas. Llegaron a adquirir hasta un yate. La embarcación tenía 12 metros de eslora y fue comprada por Lars Sepúlveda en una subasta de bienes intervenidos en operaciones policiales contra el narcotráfico. Pagó por ella 28.800 euros en efectivo. El ex agente vivía en Ramón Carande, una de las zonas más caras de la capital, que forma parte de la llamada Milla de Oro.
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